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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Gabriela Toro Aguilar

“Una flauta muku para soplar la vida”

Retrato de Samay Cañamar Maldonado. Foto: Karen Toro – Quito, noviembre de 2023.

Es difícil no sentir el paisaje andino de la sierra norte del Ecuador al escuchar las melodías de la flauta muku. Imaginarlo como un todo: sus colores, el olor de su tierra y el polvo que se levanta al pisarla, la forma del viento, sus habitantes (animales humanos y no humanos), sus montañas, cultivos y lagos. La flauta muku, de origen prehispánico —al igual que tantísimas flautas andinas— y tradicional de la comunidad de Camuendo (Otavalo, provincia de Imbabura), es una de las protagonistas de Kawsarina, el nuevo libro de Samay Cañamar Maldonado. Su primer libro, el poemario Shunku-yay / Mirarse en la eternidad del corazón (Andarele Casa Editorial, 2021) se concentró —aunque no de manera exclusiva— en las mujeres y en ciertos elementos claves de la cosmovisión andina. Ahora, la escritora kichwa vuelca su trabajo en la historia de un niño que aprende a tocar la flauta tradicional de su comunidad.

Kawsarina / Revivir / Relive es un cuento que por su disposición visual, algunas potentes imágenes verbales y la cadencia con la que puede ser leído también podríamos decir que tiene rasgos poéticos; al menos se puede decir eso de la lectura en español, porque su escucha en kichwa resulta definitivamente musical (el libro incluye un código QR que redirige al audiolibro leído por la autora). La historia se concentra en Alberto Morales, un niño curioso e hijo de una partera y sanadora de Camuendo, cuya búsqueda lo lleva a un sabio que le enseñará a tocar la flauta muku. Las ilustraciones, autoría de Carmen Lucía Páez, dan idea de la belleza del paisaje de la comunidad, poblado de aves, plantas y montañas que se comunican entre sí. Además de Alberto, otro personaje principal de las ilustraciones es el emblemático wirakchuro (Pheucticus chrysogaster, Golden Grosbeak), pájaro querido de los Andes ecuatorianos, que por malas prácticas es cazado para enjaularlo y creer que así se puede apreciar su canto; en el libro, los wirakchuros están en libertad, su presencia continua quizá insinúa el rol fundamental que tienen en la apreciación musical del paisaje andino que habita.

El libro publicado por Tiresias Cuenta Editorial en noviembre de 2023 está escrito en kichwa, español e inglés. Tal cual lo hacen varias y varios autores que escriben en lenguas no hegemónicas o lenguas sin estado, como dice la pensadora y lingüista mixe Yásnaya E. Aguilar Gil. Sin duda eso facilitará el acceso a más públicos (como la diáspora kichwa en los Estados Unidos y a otras y otros lectores de pueblos originarios en ese mismo país o en Canadá) y también invita a cuestionar los usos sociales de la lengua, en un momento en que la literatura cada vez es más confinada a una función comercial (por ello se hace casi imposible acceder a los libros en las bibliotecas públicas o la reducción de estas) y se dificulta la reflexión y la exploración artística (como sí lo hace el libro). Esto último lo menciono porque otra arista esencial de Kawsarina es el disco producido por Oscar Cañamar, y si el cuento ya nos acerca a la importancia de la flauta muku y la importancia de la transmisión de saberes, escuchar a sus músicos es una experiencia imprescindible para sentir la música tradicional de Camuendo. En el disco, grabado en la Universidad de las Artes, escuchamos a cuatro de los últimos flauteros de esa comunidad otavaleña: junto al maestro Alberto Morales (protagonista del cuento y también su coautor) tocan los taytas José María Camuendo, José Manuel Santillán Salazar y Mariano Castañeda. El proyecto de los hermanos Cañamar contó con una investigación previa y fue financiado por el Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación (IFCI) en 2022.

Retrato de Samay Cañamar en Quito. Fotografía: Karen Toro para La Periódica

Pese a lo limitado que puede ser valorar un proyecto trilingüe (no solo por lo que se gana o se pierde entre una lengua u otra, traducciones de las que la editorial nos debe el nombre de quiénes estuvieron a cargo), en especial por el desconocimiento de la reseñista sobre los sentidos condensados en la estructura lingüística del kichwa (pues es una lengua aglutinante, a diferencia de las lenguas romances como el español o el portugués), Kawsarina se muestra como un proyecto completo. Eso, además de lo que abona a la literatura infantil en Ecuador y en lenguas no hegemónicas: estimular la curiosidad, valorar el entorno natural y acercar el arte a las infancias, hacerles saber que pueden crear historias y que son fundamentales para sus comunidades. Otro gran acierto de Kawsarina (el cuento, las ilustraciones y el disco) es colocar a la literatura infantil como un sitio idóneo para prácticas de memoria y saberes comunitarios. Nos hace saber que el arraigo se crea y así multiplica un impulso vitalista. En definitiva, llega en un momento en el que necesitamos narraciones que le apuesten a otras maneras de comunicarnos y no solo a través del prejuicio, los estereotipos, el racismo y el lenguaje cargado de odio.

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Autoras

Gabriela Toro Aguilar

Apasionada de la locura de la vida. Antes que nada prefiere observar, escuchar y leer. Periodista, correctora de texto y estilo y encuadernadora artesanal. Actualmente es becaria de la maestría en literatura hispanoamericana de El Colegio de San Luis (México).