Skip to main content
Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Katerine Ch. Jadán.

Sobre los abortos que soñamos

La manzanilla permite una sensación de apertura y bienestar. La borraja otorga valentía y alegría. La albahaca y la lavanda disponen el ser y lo liberan de ansiedad y nerviosismo. Para relajar y preparar el útero son muy útiles las hojas de frambueso y el brevo; y si de disponer el corazón y alivianarlo de emociones negativas se trata, la ruda no puede faltar. Las plantitas siempre podrán ser aliadas si se las emplea con el debido conocimiento. La utilización de las plantas con fines medicinales, o también conocida como herbolaria, es un legado de nuestras ancestras, así como también los beneficios de estas, sus usos y aplicaciones para acompañar abortos.

Eliana, mujer, warminista, indígena del pueblo Pasto, dueña de una mirada profunda y sonrisa cálida cuyo mentón adorna un lunar, tuvo tres abortos en su vida. Le hubiese gustado vivir estas experiencias en un ambiente cercano a la cotidianidad en la que creció: rodeada de plantas, con el fueguito alado, acompañada de amigas que le soben el vientre, la espalda baja y le brinden cariño, afecto y sororidad. “En los momentos en los que me volví a parir como mujer quise sentir el calorcito de hogar”, cuenta mientras absorbe grandes bocanadas de aire —al parecer las necesita para que su cuerpo recuerde con calma las historias que se predispone a narrar—.

Testimonio de Eliana

A sus veinte años, Eliana tuvo un aborto debido a un embarazo ectópico¹. A pesar de que el sistema de salud tenía la obligación de brindar las mejores condiciones, eso no sucedió. Para ella, ese momento se convirtió en un “aborto de abandono” acompañado de rabia e indignación debido a todas las violencias de las que fue víctima.

En Ecuador el aborto es legal. Así lo norma el artículo 150 del Código Integral Penal (COIP). “El aborto no será punible en los siguientes casos: 1. Si se ha practicado para evitar un peligro para la vida o salud de la mujer embarazada y si este peligro no puede ser evitado por otros medios. 2. Si el embarazo es consecuencia de una violación en una mujer que padezca de discapacidad mental”.

En el año 2004, el aborto de Eliana se llevó a cabo en el servicio de salud público amparado en la causal salud. Un embarazo ectópico pone en riesgo la vida de la persona gestante. Sin embargo, el ejercicio de este derecho fue deshumanizado y cargado de violencias verbales, psicológicas, simbólicas y machistas.

El 28 de abril del 2021, la Corte Constitucional del Ecuador declaró inconstitucional el numeral 2 del artículo 150 del Código Orgánico Integral Penal — que por cierto era un Artículo contrario a los derechos que defienden la integrad física, psíquica, moral y sexual, al libre desarrollo de la personalidad, la igualdad y no discriminación, entre otros derechos— que únicamente las mujeres con discapacidad mental pueden abortar. Este dictamen llegó tras siete demandas de inconstitucionalidad planteadas por distintas organizaciones del movimiento feminista. Ahora no solo podrán abortar las mujeres con discapacidad mental sino todas las que soliciten un aborto a causa de una violación. La sentencia tiene aplicación inmediata.

Ilustración de @canelasinmiedo

Tras ser dictada la sentencia, el 29 de mayo de 2021  se llevó a cabo el primer Diálogo nacional del movimiento de mujeres y feministas para la generación de propuestas frente a la ley que norme el acceso al aborto por violación. Este encuentro fue organizado por Surkuna, CEPAM Guayaquil, Bolena, Alianza por los Derechos Humanos Ecuador entre otras organizaciones que construyeron en conjunto acuerdos políticos que garanticen el acceso al derecho en cuestión, contemplen las realidades y situaciones de todas las mujeres y personas con posibilidad de abortar y procuren que la ley que norme el acceso al aborto por violación se constituya en un instrumento de reparación y restitución de derechos para las sobrevivientes de violencia sexual. La propuesta se entregó a la Defensoría del Pueblo. En junio de 2021, esta entidad presentó a la Asamblea Nacional el “Proyecto de ley para garantizar el derecho a la interrupción del embarazo por violación en Ecuador”. La Asamblea tiene seis meses para debatir el proyecto y la obligación de informar trimestralmente sus avances a la Corte Constitucional.

En el espacio inicial de diálogo y encuentro fue posible escuchar a varias representantes del movimiento de mujeres. Entre ellas, a acompañantes de abortos.

“Sabemos que la pandemia por COVID19 ha profundizado las brechas de acceso a la salud reproductiva y que el sistema de salud público relegó el acceso y la atención por complicaciones relacionadas con aborto a un segundo plano. Entre los meses de marzo a julio de 2020, el Ministerio de Salud Pública del Ecuador reportó 127 abortos terapéuticos, casi un 70% menos en comparación al año 2019. Mientras tanto, Las Comadres Red feminista de acompañamiento en aborto, registramos un incremento del 25% en el número de mujeres y niñas que buscaban ser acompañadas. Vemos en estos porcentajes una demanda insatisfecha, un Estado inoperante e indolente”, manifestó Sarai Maldonado, vocera de Las Comadres.

La Red de acompañamiento en aborto Las Comadres, compuesta por mujeres articuladas de todo el país, brinda información sobre aborto seguro con medicamentos, facilita el contacto de organizaciones internacionales para su acceso y  acompaña a un promedio de trece mujeres por día². Así mismo, deriva a psicólogas, médicas y abogadas aliadas, en caso de ser necesario, y organiza encuentros post aborto con la finalidad de que las mujeres que lo deseen tengan un espacio para hablar sobre sus experiencias o escuchar las historias de otras.

Gracias a este trabajo organizativo, Las Comadres acompañan la angustia de la clandestinidad, y el miedo a la criminalización que viven las mujeres, niñas y adolescentes que llegan con un aborto en curso a los distintos servicios de salud. Saben de la frustración que experimentan las sobrevivientes de violencia sexual al intentar ejecutar acciones legales y un sinnúmero de veces han escuchado con indignación historias como las de Eliana o la de Karla* quien también vivió un aborto cargado de violencias en una clínica clandestina.

Testimonio de Karla*

Karla* emprendió una peregrinación de varios días en búsqueda de medicamentos que le permitan abortar, como no logró conseguirlos se contactó con una doctora que le dio una receta médica, sin embargo, no le dio la información de cómo utilizarlos. Su intento fallido la orilló a vivir un aborto por aspiración³. Estas son algunas de las caras de la violencia sistemática que se da, entre algunas de las causas, por la falta de servicios que brinden información veraz y científica sobre derechos sexuales y reproductivos; la complejidad del acceso a los medicamentos, las ansias de lucro de personas que venden pastillas en internet a precios exorbitantes, el desconocimiento de los profesionales de la salud, el tabú, los prejuicios y estigmas que la sociedad tiene con respecto al aborto.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un aborto con medicamentos es viable hasta la semana 24 de gestación. La ansiedad de Karla* por no saber a dónde, ni a quién recurrir, su peregrinación en busca de los medicamentos en farmacias del norte y sur de Quito, la violencia obstétrica de la que fue víctima tras un intento fallido con medicamentos por la desinformación y el trauma que significó para ella sentir como su vientre era estrujado, pudieron ser evitados.

Quizás muchas mujeres están viviendo historias similares en este preciso momento o pasarán por ellas. La despenalización del aborto por violación es un mínimo avance en materia de derechos ya que deja por fuera a la mayoría de mujeres que deciden abortar por otras razones: debido a que el método anticonceptivo falló, porque su proyecto de vida tenía otros horizontes, porque no quieren ser madres, entre muchos otros motivos.

Karla* y Eliana no se conocen, nunca se han visto ni saben los pormenores de sus respectivas historias, sin embargo, comparten un sentimiento de esperanza ante la posibilidad de que otras mujeres puedan vivir abortos sin prejuicios, sin culpas, sin exponerse a ser criminalizadas. Vivir el o los abortos que sean necesarios como un acto cotidiano, empático, informado, en las mejores condiciones, acompañado de quien o quienes consideren necesario y con la posibilidad de contar con alguien que va a resolver sus dudas sin pedir explicaciones.

Las Comadres y sus acompañadas, saben que un acompañamiento feminista en aborto es transformador para todas. Tamia Maldonado empezó a ser acompañante después de que una compañera de su colegio murió por un aborto mal practicado. “Ella trató de abortar con pastillas del día después y se intoxicó la sangre. Nunca abortó pero sí falleció”, comenta. Además, asegura que en su colegio religioso el embarazo era un fenómeno común y había mucha desinformación. “Nos habían dicho que tomar las píldoras del día después nos iban a hacer  abortar por eso mi compañera, que era un año menor a mí, falleció”, puntualiza.

Tras esta experiencia negativa, Tamia empezó a formarse para acompañar y con el pasar del tiempo su motivación ha ido mutando. “Luego empecé a acompañar desde el cariño y el deseo de que podamos abortar seguras. Reivindicando que es una decisión correcta, que es una decisión feliz para muchas, que es una decisión de alivio, que parte del deseo, del placer, de los proyectos, de los sueños. Empieza a cambiar mucho mi perspectiva, ya no es un acompañar para prevenir la muerte, para que no ocurra de nuevo. No solo como una cuestión de no repetición y reparación sino que se vuelve una cuestión de amor, de felicidad. Es mi apuesta para lograr un mundo más feminista, más justo, más enfocado en la justicia social”, cuenta.

Karla* y Eliana tampoco conocen a Tamia, sin embargo  ahora todas tienen la certeza de que el aborto es una decisión legítima, que puede ser vivido sin estigmas y de forma autónoma. Saben lo poderoso de tener información veraz para gestionar sus procesos y emociones. Incluso para saber qué hacer si identifican síntomas de alerta. Ahora cada una puede permitirse confiar en su sabiduría para accionar en pos de sus proyectos de vida.

Un acompañamiento feminista respeta las decisiones y la autonomía de la otra persona, no impone ningún tipo de tutela, no persuade desde la culpa y el miedo con el fin de imponer un criterio. Además se hace en colectivo. “Yo creo que justamente es acompañarnos reconociendo el aborto como lo que es: una práctica cotidiana, una práctica diaria a partir de  encontrarnos y confluir como red, porque además el acompañamiento feminista para mí es colectivo. Yo como comadre no acompaño sola, yo acompaño con la red, si hiciera esto sola sería absolutamente distinto.”, comenta Tamia. Acceder a información veraz sobre aborto con medicamentos no representa un riesgo para nadie, recibir y brindar información es un derecho.

“Hola, soy la comadre que te va a acompañar” suelen ser las primeras palabras de una comadre, después de que su compañera telefonista remite el contacto. A partir de ahí, una comadre y su acompañada acuerdan respeto, complicidad, empatía y escucha activa. “Sí, el sangrado puede ser abundante al inicio y va a ir disminuyendo”, es de las frases que suele estar presente.  “Abrazo mucho tu fortaleza”, “abortar también es un acto de amor propio”, “todas las emociones son válidas”; se vuelven consignas de poder y resignifican el aborto vivido. Posteriormente sus experiencias se transforman en deseos de mejores abortos para todas porque de forma consciente o inconsciente todas estamos abortando el producto del embarazo, el patriarcado, las opresiones, las violencias, las injusticias, los miedos, la culpa. 

El cuidado colectivo se materializa de muchas formas, por ejemplo está presente cuando Eliana comparte el contacto de Las Comadres, 0998883339, con sus primas, amigas, hermanas. Sus experiencias de abortos acompañados también la alentaron a reunirse con más compañeras y organizar los Rakanakuy (figurativo quichuaparlante que se traduce como “el poder de la concha” Raka = vagina o concha y Parlanakuy = hablar), espacio que tiene el fin de hablar, compartir, escuchar, sentir y resignificar su sexualidad. “Hay espíritus y mensajes que hablan a través de nuestras cuerpas a través de los sueños, los orgasmos, la menstruación, las letras, las palabras, la música y el silencio, por eso coincido con mis compañeras/amigas en los rakanakuy para poder hablar con y desde nuestras conchas que son los espíritus de nuestro ser warmi”, fue el mensaje que mandó Eliana tras el primer rakanakuy realizado en la terraza de la Casa Liberta.

Rakanakuy, 21 de marzo 2021. Quito, Ecuador. En este espacio se entrelazaron sueños y haceres individuales y colectivos. Foto: Cortesía de Eliana Champutiz

Así se van tejiendo sueños, deseos de bienestar, anhelos de libertad y autonomía completa. ¡Juntas!, como en un canto coral en ensamble. Ese es el símil del trabajo colectivo feminista que hace Tamia. “Mi voz no tiene que escucharse más que la del resto, ni dejar de sonar. Debo moldear mi voz, ser flexible para ensamblarla con las voces de las otras pero sin que deje de sonar como mi voz. Si soy parte de las sopranos, tanto yo, como cada una de mis compañeras, debemos regular nuestro volumen y color de voz dentro de nuestras diferencias para llegar a la misma nota. Construir en red con las otras implica reconocer mi rol y el de las demás. La organización colectiva no es el cúmulo de varios trabajos, es el resultado de nuestra organización y de nuestros sueños en conjunto”, afirma.

Esa es la premisa con la que queremos construir la nueva ley. Soñamos con un estamento que permita el acceso a abortos dignos, libres de todo tipo de violencia. Una ley que no imponga plazos ni trabas burocráticas. Una ley que proteja la integridad de todas las mujeres y personas con capacidad de abortar más allá de su etnia, condición de género, clase, edad o estatus migratorio. Queremos una ley que sea empática y no desconozca la impunidad, corrupción e inoperancia que caracteriza al sistema de justicia del país.

Las niñas, adolescentes, mujeres y personas con posibilidad de abortar víctimas de una violación tienen su propia voz y la sabiduría suficiente para darle forma, tono y color a sus decisiones. Muchas veces sacar la voz no es una tarea sencilla, menos cuando no tienes las herramientas necesarias ni siquiera para identificarla. Ahí es cuando debemos aprender a abrazar los silencios, acurrucar los susurros y escuchar los lenguajes corporales, más si esas voces apenas están moldeando su timbre.

Ilustración de @canelasinmiedo

Que la ley sea la posibilidad de afinar mejores porvenires para todas las sobrevivientes de violencia sexual. Volver a cantar de alegría debe ser un derecho no una esperanza y es necesario respetar si este proceso quiere emprenderse sola o de la mano de una amiga o varias comadres. Así como tener el escenario idóneo si se prefiere emprender un proceso legal, sahumarlo no sería mala idea. Carraspear la garganta para visibilizar las injusticias, no como forma de llamar la atención y evitar que se evidencie la vulneración de derechos.

¡Cantemos juntas, libres y con alegría los abortos que soñamos!


Notas:

*Nombre protegido.

1.  Embarazo cuyo óvulo fecundado se implanta fuera del útero.

2.  Dato aportado por las voceras de la red de acompañamiento feminista “Las Comadres”.

3. Este proceso consiste en la aspiración manual o eléctrica del producto del embarazo. A este proceso también se lo conoce como aspiración manual endouterina (AMEU).

***

Este trabajo es resultado de la primera edición del año 2021 de la Escuela de Comunicación Feminista – La Ortiga, desarrollada por la Revista Digital Feminista La Periódica con el apoyo de Digital Defenders Partnership.
Compartir

Autoras

Katerine Ch. Jadán.

(Ecuador, 1993) Comunicadora feminista, bailarina de danza del vientre y aprendiz constante de su ciclicidad. El arte le permite organizar la rabia y el activismo acuerparla. Ama los momentos inesperados, los paisajes diversos, contar historias con imágenes, letras, sonidos, movimientos y sentires; y hacer tiktoks empoderantes.