El canto de Ruth Montenegro inicia el mediometraje documental del cual es protagonista. Ella es madre de Valentina Cosíos Montenegro (11 años), quien hace siete años fue encontrada muerta con signos de violencia en la institución Global del Ecuador (Quito); al día de hoy, el feminicidio y la violación que cegaron su vida continúan en la impunidad. Eso lo cuenta Ruth Montenegro, en sus palabras, mientras la cámara de Constanza Puente la sigue. La protagonista comparte los afectos que la siguen uniendo a su hija: el encuentro con lo bello, dice, le recuerda a Valentina y la sostiene en su búsqueda de justicia; este acercamiento sensible quizá sea el mayor acierto del mediometraje, pues es la constante —además de su protagonista— de inicio a fin. Sin embargo, Montenegro no aparece sola: la vemos con otras mujeres en distintos momentos, unos más políticos y otros creativos o de sanación.
Si bien se intuye la importancia de esa historia de Ruth Montenegro —para quienes la desconocían—, el documental queda un poco en deuda con sus espectadoras pues hay mucho material de archivo (sobre todo de activistas feministas y de prensa) que pudo integrarse. Digo intuye porque una investigación documental, con más fuentes orales, daría una idea de la dimensión que tiene la lucha contra la impunidad, la verdad (hasta ahora negada por la institución educativa involucrada) y la memoria en torno al feminicidio de Valentina Cosíos Montenegro. Aun así es valioso el mediometraje por el contexto de impunidad sistemática —y de indolencia— que atraviesa Ecuador.
Apasionada de la locura de la vida. Antes que nada prefiere observar, escuchar y leer. Periodista, correctora de texto y estilo y encuadernadora artesanal. Actualmente es becaria de la maestría en literatura hispanoamericana de El Colegio de San Luis (México).
