El pasado sábado 21 de junio, en horas de la mañana el centro norte de la capital se convirtió en el escenario de la marcha-desfile por el Orgullo LGBTIQ+. La propuesta fue impulsada por la asociación Silueta X, organización que nació y trabaja principalmente en la ciudad de Guayaquil. Sus integrantes han migrado progresivamente hacia la ciudad de Quito en los últimos años y consigo han traído diversas propuestas de activismo para disputar el espacio con las organizaciones locales. La organización cuenta con varias alianzas en la ciudad, activistas de larga data que se alinean a la izquierda bolivariana, pocos pero aún existen. Es así como esta movilización, que fue liderada por la reconocida activista y figura política Diane Rodríguez (primera mujer transgénero en ocupar un curul en la Asamblea Nacional de la mano del partido Alianza País entre 2017 y 2021) convocó a un millar de personas que partieron desde el redondel de la Plaza Artigas por la Av. 12 de octubre y más adelante, la Av. Gran Colombia hacia el parque Itchimbía atravesando el popular barrio de El Dorado en el centro de la ciudad.
Con una modesta carroza decorada con el motivo del arcoiris, un dj, su consola y un pequeño grupo de personas elegebete bailando —algunas muy reconocidas por su presencia en redes sociales, como la modelo y animadora La Brandon— la movilización avanzó lentamente durante tres horas. A excepción de la música techno, house y el neoperreo que se escuchaba a través de los parlantes y amplificadores, fue una marcha muy silenciosa y callada. Como si de una procesión se tratara. Es común que durante las manifestaciones públicas y la toma de las calles por diversos colectivos, los gritos, las consignas y los cánticos contra el poder, la iglesia, la sociedad cómplice de las violencias y demás actores de la hegemonía, retumben entre las voces de las participantes. Esta vez no. Y parecía un consenso tácito pero acordado.


Banderas, sombrillas y agua embotellada formaron parte de la mercancía que se ofrecía a la venta durante la movilización. 21 de junio de 2025. Quito. Fotos: Daría
Sin embargo, quienes protagonizaron buena parte de la jornada y el registro fotográfico, fueron las decenas de hombres y mujeres de sectores populares que se dedican al comercio ambulante, ofrecían "banderas de todos los géneros", botellas con agua que llevaban una etiqueta arcoiris, sombrillas multicolor, camisetas y pañuelos. Pero no fueron las únicas, entre quienes salieron a desfilar también se armaban puestos improvisados de venta de postres, camisetas personalizadas, pequeños adhesivos y hasta muñecos Ternurines (juguetes caracterizados por su apariencia de tiernos animales, popularizados en Japón).
Frente a la ausencia de consignas, los carteles de cartón con frases motivacionales a favor de la visibilidad de las personas elegebete (principalmente apelando al amor guei, lésbico y bisexual), adaptaciones contextualizadas de memes populares (para nombrar el derecho a la identidad y expresión de género de las personas trans, incluidas las infancias) y hasta anuncios de "recolección de besos" ocuparon la visibilidad que en otras ocasiones se le suele dar a los mensajes antigubernamentales escritos sobre esas siluetas de cartón del presidente de turno. Parece ser que hoy todo se resuelve con un meme.
A la cabeza de la marcha por delante de la carroza que puso a bailar a cientos, pero sin liderar, se encontraba la destacada y a este paso histórica activista Nebraska León Montenegro quien nos regaló una sonrisa mientras cargaba la lona de la movilización. Ella integra ese mítico grupo de mujeres trans —algunas trabajadoras sexuales, estilistas, cocineras y quien sabe que más— que participó activamente de la campaña por la Despenalización de la homosexualidad en el año 1997. A día de hoy, estas sobrevivientes a la violencia y exterminio de las redadas policiales, escuadrones militares y grupúsculos neonazis continúan demandando una respuesta célere a la denuncia por graves violaciones de los derechos humanos que interpusieron ante la Fiscalía General del Estado el 17 de mayo de 2019, muchas de estas activistas han muerto en el camino —María Jacinta Almeida, Pachi Brigitte Cuellar, La Pepa— sin ver actos de reparación simbólica ni económica, sin siquiera escuchar el reconocimiento estatal de las atrocidades cometidas contra ellas.

La "seguridad" fue otro de los puntos relevantes de la movilización, si bien no era un convoy muy cuantioso, decenas de gendarmes —hombres y mujeres— escoltaron toda la movilización hasta llegar a la puerta del parque Itchimbía en la cima de la colina. El tumulto se tuvo que agolpar ante las rejas del parque dado que el personal de seguridad en conjunto con los policías procedieron a realizar un cacheo uno a uno para el ingreso de las personas que se dirigían al festival artístico. Durante el recorrido ya se oía entre quienes marchaban que estaban prohibidos los desnudos corporales, el consumo de alcohol o cualquier sustancia. Claramente varios muchachos jóvenes que hornearon "brownies mágicos" y los ofrecían abiertamente se saltaron esta ridícula prohibición de la organización.

Finalmente, durante toda la jornada era difícil saber si el policía de adelante estaba "trabajando" o también marchando puesto que su semblante relajado y carne distendida, sus ojos que bailaban de cuerpo en cuerpo y sus apretados pantalones se confundían entre los atuendos de la masa. ¿Quién diría que hasta hace tan solo 30 años el enemigo estaba más claro?
Autoras

Daría
-
daria@laperiodica.net
-