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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Jeanneth Cervantes Pesantes

Nadie muere para siempre

A la edad de 45 años, falleció en Cuenca el activista Patricio Coellar, conocido como ‘Pachi’. La Periódica rinde homenaje a unx de lxs luchadorxs por los derechos de la comunidad LGBTI.

El activista Patricio Coellar, conocido en 1997 como ‘Brigitte’ y actualmente como ‘Pachi’ o ‘Petunia’, falleció en Cuenca el pasado 12 de agosto de 2020. Vivió la penalización de la homosexualidad y, en dicho contexto, su detención, abuso y violación en los calabozos de Investigación del Delito (OID) de la capital azuaya, fueron el puntapié inicial para que varios sectores sociales LGBTI se organizaran, con el fin de demandar la inconstitucionalidad del Artículo 516, inciso primero del antiguo Código Penal, que criminalizaba la homosexualidad en Ecuador y que estuvo vigente hasta noviembre de 1997.

El 14 de junio de 1997, en el Abanicos Bar, ubicado en las calles Vargas Machuca y Juan Jaramillo, en Cuenca, se celebraba la fiesta y elección del Reinado Gay, evento en el que Brigitte fue reconocida como la Reina de la Noche, hasta que miembros de la Policía Nacional entraron y  amedrentaron a quienes estaban presentes.  El 16 de junio del mismo año, el diario El Tiempo, mencionaba que fueron detenidas 63 personas, de acuerdo al intendente de Policía, Diego Crespo, pero el miércoles 18 de junio el mismo Diario afirmaba que fueron detenidas 10 personas adultas y menores de edad que “protagonizaban escándalos”.

En ese entonces, era habitual que los uniformados invadieran sin previo aviso los sitios donde creían que se llevaban a cabo reuniones con participación de personas lesbianas, gais y trans y este caso no fue la excepción. Pedro Gutiérrez, activista LGBTIQ+ cuencano, comenta que “generalmente las batidas, persecuciones o investigaciones se realizaban a partir de las denuncias de vecinxs por ‘escándalo’ y por la represión de una institución punitiva y heteronormativa como es la policía”. 

El Código Penal de la época amparaba la violencia policial contra las personas LGBTI pues, hasta noviembre de 1997, la homosexualidad era penalizada en Ecuador, bajo el inciso 1 del Artículo 516, que establecía que: “en los casos de homosexualismo, que no constituyan violación, los dos correos serán reprimidos con reclusión mayor de cuatro a ocho años”.

Durante este apremio, liderado por el ex intendente Diego Crespo, se violentó a quienes estuvieron en el Centro de Detención Provisional (CDP). La Policía permitió y fue participe del abuso sexual y ridiculización contra quienes participaron en el reinado, especialmente, contra la reina Brigitte. 

Pachi fue la reina gay de Cuenca en junio de 1997. Fotografía: Bethania Belarde y Juan Manuel Ruales.

Los contenidos de los medios de comunicación de la época llamaban la atención con titulares como ‘Clausuran antro de homosexuales’ y su referencia al escándalo que provocó en las autoridades, pues “no recordaban que antes haya pasado una cosa semejante en Cuenca y lamentan que ocurran atentados a la moral”. Esto demostraba la situación de desprotección en la que las personas LGBTI se encontraban en esos años.

El diario El Tiempo de Cuenca, con fecha 26 de junio de 1997, recogió información sobre lo que ocurrió en las cárceles de la Oficina de Investigación del Delito (OID): “En el calabozo, uno de ellos (refiriéndose a Brigitte) fue violado mientras su compañero convulsionaba en medio de frecuentes ataques de epilepsia. Los agentes de policía que se encontraban de turno se limitaban a observar y a vender preservativos a 5.000 sucres cada uno (…) ‘Yo iba vestido de mujer, no me permitieron que me cambie de ropa, nos ingresaron a un calabozo donde estaban presuntos delincuentes, uno de ellos me violó’, eso es lo único que recuerda ‘Pachi’, luego, perdió la conciencia (…). Cuando despertó, encontró a su amigo en medio de un ataque epiléptico. Solicitó que lo saquen, pero los policías se negaron. ‘Déjenle que se muera, un maricón menos, mucho mejor’, dijo uno de los uniformados”.

En un relato más reciente, para el documental Caudal, ‘Pachi’ recordaba este suceso: “Fui preso y fui violado en el OID, un CDP. Nos reuníamos en un bar llamado Abanicos. Ese era nuestro lugar de diversión y en eso se nos ocurrió concursar para Miss Gay Cuenca en aquella época. Hubo cuatro candidatos, nos pusimos a concursar, de los cuales salí ganando, pero el momento que yo gané el reinado pasamos al salón para festejar. Llegó el intendente haciendo batidas, me llevó a mí y a 63 personas más que estaban atrás de mí, nos encerraron en un cuarto en donde estaba mucha gente que eran delincuentes, choferes, gente que no tenía documentos”.

Este hecho fue la gota que derramó el vaso para que distintos sectores de la comunidad LGBTI, que llevaban ya tiempo defendiéndose de los abusos policiales amparados en la Ley, presentaran, en septiembre de 1997, ante el Tribunal Constitucional una acción de inconstitucionalidad para eliminar el inciso que penalizaba la homosexualidad. El 25 de noviembre de ese mismo año, dicha instancia aceptó la demanda formulada, declarando la inconstitucionalidad y suspendiendo totalmente sus efectos.  El 27 de noviembre entró en vigencia con la publicación en el registro oficial.

Pachi se dedicó varios años a la peluquería. Fue en su peluquería en donde le conocimos. Fotografía: Bethania Velarde y Juan Manuel Ruales.

¿Qué nos resta?

La muerte de ‘Pachi’ nos recuerda que aún el Estado y la sociedad ecuatoriana están en deuda con las personas LGBTI, una deuda que debe ser saldada con la reparación a quienes sobrevivieron a la violencia de Estado, durante la penalización y a quienes aún continúan expuestxs a morir por la violencia y el impedimento de acceso a los derechos básicos, como salud, empleo, vivienda, jubilación y educación, entre otros. Esta es la segunda muerte de una activista que sobrevivió a la violencia de Estado y luchó por la despenalización de la homosexualidad durante la década de los 90 en Ecuador, en lo que va de 2020. 

Vamos con la memoria herida, llevamos a cuesta el rastro de nuestrxs muertxs, esperando que a cada paso que damos su huella sea también imborrable, porque si en algo se han empeñado es en anular sus vidas, olvidarlas y abandonarlas. Seguimos demandando que se haga justicia y reparación, porque las muertes de quienes han sobrevivido a la hostilidad y represión de un sistema que se empeñó en discriminar no caigan en saco roto y terminen por aceptar que a quienes se nos dobla la patita merecemos un pedazo de cielo para volar libres y sin miedo. Nos quedamos con las palabras que mencionaste durante tu reinado Pachi: “Nadie muere para siempre” y seguro así será, porque vivirás en esos destellos de libertad que florecen en cada mariquita con el ala rota. 

Hasta siempre Pachi.  Fotografía: Bethania Velarde y Juan Manuel Ruales.

Nota: Las imágenes usadas para el artículo son parte del proyecto documental “La loca que derramó el vaso”.

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Autoras

Jeanneth Cervantes Pesantes

Editora de la revista digital feminista: La Periódica. Asesora de comunicación con enfoque en violencia, género, derechos sexuales y reproductivos. Feminista apasionada por la encrucijada digital.