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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Karen Toro Aguilar

Una semilla que crece

El trabajo de Isadora Romero 

El jueves 24 de marzo, desde las 6:00 de Ecuador se anunció a los fotógrafos y fotógrafas que ganaron, en cada región, el World Press Photo – WWP, concurso que es considerado el más importante del mundo en el ámbito de la fotografía periodística. Isadora Romero Paz-y-Miño, fotógrafa quiteña, fue nombrada como la ganadora de la región sudamericana en la categoría “Open Format”; esta categoría es nueva y por primera vez en los 67 años que se lleva realizando el concurso se incluyó trabajos que combinan diferentes medios narrativos: video, archivo, exposiciones múltiples, animación, gráficos e intervenciones de diversa índole, es decir, por primera vez se aceptaron trabajos que no representan el clásico periodismo gráfico como única forma válida de narrar las diversas realidades.

Es también la primera ocasión en que se realiza una premiación por regiones, esto en respuesta a que el concurso ha sido cuestionado por ser un reconocimiento que se autodenomina “mundial”, cuando en la mayoría de ocasiones quienes recibían dicho reconocimiento eran fotógrafos del norte global (Europa, Asia y Norteamérica son las regiones con la mayoría de nominaciones y premiaciones según las propias estadísticas del concurso). 

Ejemplo de ello, desde 2012 a 2021 (periodo en que se publican los reportes técnicos del concurso) países como Estados Unidos, Italia y Rusia tuvieron un total de 148 nominaciones y ganadores, mientras que países de la región sudamericana como Brasil, Argentina, Perú, Venezuela, Chile y Colombia suman un total de 20 nominaciones y ganadores, además éstas participaciones pertenecen en un 80% a hombres, 19% mujeres y un 1% que prefiere no identificarse con estos géneros.

Esto es alarmante si contrastamos esa cifra con otro dato: en todo el mundo el 75% de estudiantes de fotografía son mujeres, es decir que las mujeres somos las que más nos formamos académicamente en este ámbito, pero pocas son reconocidas en los grandes premios o pocas logran publicar en los medios de comunicación masivos.

En las estadísticas no figura Ecuador, una vez más parecería que vivimos en una línea imaginaria, pero antes de que empiecen a publicarse los reportes técnicos del WWP, en el año 2010 la fotógrafa ecuatoriana Karla Gachet ganó el tercer lugar en la categoría “Stories” con la historia de Ceci, una bailarina de tango en Buenos Aires; en ese momento las premiaciones eran únicamente globales.

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Isadora cuenta una anécdota muy importante para ella que en un momento de duda sobre su futuro la inspiró a hacer de la fotografía su oficio. Cuando se expusieron las fotografías ganadoras del World Press Photo del año 2010 en el Centro Cultural Metropolitano de Quito, ella recorrió la muestra y se encontró con las fotografías “enormes” de una pareja de bailarines. Ahí vio el nombre y la nacionalidad de la autora: Karla Gachet – Ecuador. 

“Yo vi y dije — ¡Wow es una mujer, es ecuatoriana y está aquí! Capaz algún día yo podría llegar a que esto me pase. — Nunca voy a olvidarlo porque fue súper motivador para mí, me dije: esto es posible”, cuenta Isadora.

En los últimos años Isadora ha trabajado en varios proyectos. Vuelvo a visitar algunos de ellos y encuentro una conexión, en Ra’Yi (2018), Muyu Lab (2020) y el ahora premiado “La sangre es una semilla” (2021), hay un germen que crece y atraviesa estos trabajos. Desde las mujeres guardianas de semillas que luchan contra las dinámicas atroces del agronegocio en Paraguay; los esfuerzos científicos, comunitarios y ancestrales para conservar la agrodiversidad ecuatoriana; Isadora descubrió finalmente que en su familia las simientes también eran muy importantes.

En el 2020 mientras Isadora viajó para realizar su trabajo Muyu Lab, su padre la llevó ya que el transporte se complicaba en el contexto de la pandemia y en una de esas ocasiones él le contó que su bisabuela y su abuelo eran también guardianes de semillas, éste último había llegado a crear algunas especies de papa en un pequeño pueblo de Colombia. 

Fotograma de “La sangre es una semilla”, trabajo ganador en la categoría regional Open Format, WWP 2022, Isadora Romero.

Isadora describe a su padre como un contador de historias maravillosas. Cuando supo sobre el cuidado de las especies de papas por parte de su bisabuela y abuelo, decidió viajar a Colombia, tenía todas las ganas de ir a “meter las manos en la tierra”. Al llegar se encontró con algo diferente a lo que buscaba: ese lado de su familia y ese pueblo no eran “una comunidad resiliente”, la memoria de sus familiares cuidadores de semillas se había perdido, el pueblo que contaba su padre no existía más que en sus recuerdos.

En algunas caminatas con su padre, desde y hacía la finca donde él creció, Isadora llevó la que fue la primera cámara de él cargada con película vencida, disparó dos rollos que posteriormente se velaron. Después de sentir varias frustraciones porque no encontró la historia esperada, Isadora supo rendirse y abrazar eso que era real: una historia de violencia (atravesada por el conflicto armado en Colombia) que marcó a su familia y que significó también el exilio de su padre; ahí se reconcilió con esas imágenes extrañas y veladas que había hecho, además decidió hacer fotografías un poco toscas, con luces duras y flashes, era la manera que encontró para procesar toda esa información que estaba recibiendo por primera vez y que su padre jamás le había contado.

Finalmente se dió cuenta que la única manera de narrar esa historia que solo existía en la memoria de su padre era contarla con él, ya que en definitiva “así es la memoria, estas cosas que recuerda mi padre también están intervenidas por sus propias emociones”, comenta la fotógrafa.

Isadora también resalta la importancia de haber trabajado la edición final de este proyecto con su colega Michelle Gachet (realizadora audiovisual y hermana de Karla Gachet), “fue un lindo proceso que tuvimos las dos de ir deshilachando cada cosa, buscándole la forma y el formato […] fue un espacio hermético, hermoso, creativo y contenedor de poder generar la pieza final”.

En una parte de La Sangre es una Semilla escuchamos la voz de Isadora que nos dice: “esta papa narrada es un homenaje a la memoria suspendida y a las varias formas de resistir”, le pregunto entonces ¿cuáles son algunas formas de resistir? 

“El poder de la memoria en lo oral, la oralidad fue el lugar de resistencia que yo encontré en mi familia, porque no había ningún otro, pero es tremendamente poderoso porque si no se habla de estas cosas que existían, si no se habla de cómo nos afecta en el presente, si no se conservan éstas memorias es mucho más fácil que se borre, que desaparezca. Yo siento que lo poco que ha logrado resistir, lo ha hecho porque se ha conversado de ello […] creo que esa ha sido la forma de que resista por generaciones un montón de información que es súper valiosa.”

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No quise desaprovechar la oportunidad de conversar con Isadora antes de que emprendiera su viaje de varias semanas, por otro proyecto fotográfico. Y es que en Ecuador poco ha sonado este reconocimiento que es tan importante para quienes desde la imagen narramos, contamos y existimos. Mi sorpresa fue que este galardón no ha tenido el impacto que esperaba, pues también soy fotógrafa mujer y lograr visibilidad y difusión de nuestros trabajos es una tarea permanente.

¿Hay una historia de la fotografía en Ecuador? Dos mujeres de origen ecuatoriano han recibido este reconocimiento, si existiera una historia de la fotografía ecuatoriana dos nombres de mujeres se escribirian en ella al haber ganado este premio, y ¿cómo pocas personas están hablando de esto?

No hay cifras sobre la participación de las fotógrafas en los medios locales y en las instancias de formación nacionales, pero una mirada rápida a las portadas de los medios nos permiten tomar el pulso. Conozco innumerables anécdotas de amigas y colegas, así como experiencias propias, donde nuestro trabajo ha sido pisoteado, algunas veces, robado en otras y menospreciado muchas; espero de corazón que logros como el de Isadora nos inviten a reflexionar sobre el lugar que merece el trabajo de las fotógrafas en el ecosistema de medios ecuatoriano. 

Le pregunté a Isadora qué piensa sobre la representación del trabajo de fotógrafas en los medios ecuatorianos, ella afirma que hay grandes problemas en eso porque no dejan de reproducir discursos visuales caducos y repetitivos. Y aunque faltan muchos espacios de difusión y proyección, nosotras mismas estamos creando nuestros propios espacios y esto es maravilloso; quizá  también tengamos que empezar a escribir nuestra propia historia.

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Autoras

Karen Toro Aguilar

Fotógrafa profesional, artista y docente. Su trabajo fotográfico y artístico explora temas de derechos humanos, migración, educación y género. Premio Jorge Mantilla Ortega en la categoría de Fotoperiodismo 2020 y Becaria del Fondo de Emergencia para Periodistas de la National Geographic Society 2020 (Fluxus Foto). Artista seleccionada para el programa MUFF/Caminos Conjuntos 2020-2022 del Centro de Fotografía de Montevideo (Uruguay) y finalista de la IV Edición del Premio Brasil de Arte Emergente 2019.