La noche del sábado 9 de abril, se llevó a cabo la tercera edición del KikiBallazo en el Centro de Arte Contemporáneo—CAC en la ciudad de Quito. Cientos de personas se dieron cita para presenciar las actuaciones de más de 30 performers en cinco categorías que dan vida a la naciente Cultura BallRoom en Ecuador. Memotecnica, Jordy de los Milagros y Juan Fernando León las organizadoras de la jornada dieron la bienvenida al evento. “Grandes rostros nos acompañan” afirmó Jordy para agradecer la alta concurrencia. Señaló, además, la necesidad de reconocer el legado de las mujeres trans que dieron origen a esta escena tras su expulsión del mundo blanco de las Drag Queens en Estados Unidos en la década de los años sesenta del siglo pasado. Se brindó una breve explicación de las motivaciones para realizar este Kiki a vísperas de la conmemoración de la Semana Santa. Cada categoría de competencia hacía exégesis de la Pasión de Cristo, es decir, de la entrada a Jerusalén, la última cena, el viacrucis, la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret.
La música lo invadió todo. Varias de las participantes se subieron por primera vez en el escenario para desafiar a un puñado de performers que ya acarrean la reputación de asesinas de la pista. La primera categoría de la noche fue Pasarela: Vía Crucis. Una a una, más de diez participantes pisaron fuerte el linóleo dispuesto en el patio techado del CAC. Tacones, botas y hasta zapatillas deportivas se posaron bajo las luces del recinto. Cada participante podía desfilar durante un máximo de 60 segundos para ganarse la atención de las juezas y el clamor del público. Las chants serían las encargadas de animar cada presentación con cantos reiterativos que exaltan o desafían a las participantes. Esta labor recayó sobre la colectiva PachaQueer.
Al finalizar cada caminata las participantes esperan atentas el veredicto del jurado integrado por la artista drag, Gledys Anael — Destiny El Oráculo, la poeta trans Devy Andreina Grijalva y la travestí Daría #LaMaracx. Aquí no hay medias tintas, solo puedes pasar la ronda de eliminación con tres votos a favor. Llama la atención como la presencia del público juega un rol decisivo. Frente a uno de los veredictos el jurado fue abucheado tras eliminar a una joven mujer que desafió el estándar de delgadez asociado directamente con la industria contemporánea de la moda y de las pasarelas europeas. Sin duda se ganó la simpatía de la tribuna popular pero no pasó a la siguiente fase.
La gran ganadora de la noche fue sin duda la Casa de lxs Retorcidxs porque tres de sus integrantes: Angel Graterol -Skeletica, Luigi Rivas y Luis Soturno se alzaron con los trofeos de las categorías de Pasarela, Bizarro y Vogue Femme. Sin embargo, la noche no estuvo exenta del conflicto, elementos esenciales de la escena BallRoom. La participante Bambi Veliz expresó su desacuerdo al ser chopeada —eliminada— de la categoría más esperada, Vogue Femme. Tras una intensa demostración de sus habilidades vogueras desafió a la jueza Devy Andreina y se presentó a la siguiente y última categoría: Freestyle Ascención.
Este episodio ampliamente comentado por las participantes y asistentes del evento es un recordatorio de que la escena BallRoom está hecha por las ocotitas y juzgamundos que pisan la pasarela y arrojan sus cuerpos a este amable circo romano.
Con los ánimos caldeados y la vorágine de la competencia a cuestas, fue el momento ideal para dar paso a dos performances. Primero como salidas del séquito de la diosa Afrodita llegaron al escenario las tres Gracias: Clene La Bruja, Ale Morocho y Jordy de los Milagros. Llevaron a cabo un martirio matrimonial reinterpretando el icónico episodio pseudo lésbico que protagonizaron la noche del 28 de agosto de 2003, en la ceremonia de los MTV Video Music, las cantantes Madonna, Britney Spears y Christina Aguilera.
Finalmente, el dúo criollo de las gemelas Mary-Kate y Ashley Olsen entró en escena. Memotecnica y Jordy de los Milagros desfilaron con largas melenas rubias y outfits de la colección De Los Milagros. Recordándonos que las amigas que se besan son la mejor compañía.
Recuerden mariconcitas chuz, que como señalaba el filósofo Michel Foucault, decirle “si al sexo no es decirle no al poder”. Y si nos reunimos en torno de la fiesta, la algarabía y el jolgorio es porque lo usamos de excusa para entrenar los músculos, lubricar las articulaciones y estar listas para cuando la mecha se encienda en las gasolineras urbanas por el alto costo de la vida. Para cuando alimentemos la hoguera con la inerte celulosa donde reposan las diatribas presidenciales en contra de las mujeres y su autonomía. Que estos encuentros sean la coartada perfecta para el día en que las rejas de los centros de concentración a cielo abierto a los que nos someten, sucumban al ritmo de un eterno purrs, kitty, kitty cat.
