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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Jeanneth Cervantes Pesantes

Pepa

Mujeres que hacen historia

Un camino largo de hormigas rojas de distintos tamaños aparece a nuestro paso apenas llegamos a la casa en Tulipe. Recuerdo que mi abuela solía decir que no hay que molestar al hormiguero porque donde se enojan no queda escapatoria. Seguimos la fila de hormigas que se dividían en la entrada del terreno de la casa hacía tres sitios distintos. Sin razón alguna, se apropiaron del ingreso. Dicen que son símbolos de fuerza, de unión, algo místico para este encuentro con Pepa Ilustradora.

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Pepa tenía tres años de edad, llevaba una mochila en su espalda, imitando a sus dos hermanas mayores que ya asistían a la escuela. Pao, quien es mayor por ocho años, tenía revistas de Condorito, con las que solía jugar a hacer distintos personajes y reinterpretarlos. 

Pao enseñaba a Pepa a hacer algunos de los dibujos. “Yo los aprendía y los aprendía tan bien, que luego iba a mi escuela y les enseñaba a mis amigas. Eso era lindo, porque había repasado tantas veces los dibujos que hasta la profe tenía curiosidad por hacerlos. Años más tarde, las niñas que estaban con esa misma profesora comentaban que les mostraba los dibujos que yo le había enseñado a hacer”. Así inicia la historia de Pepa ilustradora, entre dibujos, lápices y travesuras. Una suma de historias, de colores plasmados en cientos de ilustraciones. Cada una es un mundo, cada una es una representación de su apuesta política, si algo conmueve su corazón de inmediato se convierte en formas.

Su pasión por el dibujo es herencia de su mamá. Recuerda que veía con mucha atención cómo su madre hacía figuras de mazapán. “Me encantaba verla hacer flores, canastas y ver las herramientas, los colores que utilizaba; ver cómo era tan diestra, tan talentosa”, comenta Pepa. 

Esta actividad fue parte del ingreso económico que aportaba mamá a la casa. Pepa cuenta que le envolvía la admiración al ver que alguien tan cercana, hacía “cosas maravillosas solo con sus manos”. Esta fue su inspiración, no solo en el ámbito artístico, sino también en lo que significa ser mujer. Cuenta que su madre pasó de hacer trabajo doméstico no remunerado en casa a tener su propia empresa. “Ha sido un ejemplo clarísimo de lucha”, afirma Pepa.

Las técnicas que usa Pepa para sus trabajos son principalmente manuales, le gusta  experimentar con distintos tipos de materiales y nos cuenta que fue inspiración de su madre también, porque era verla mezclar y usar distintos elementos en cada creación. “Recuerdo mucho los insumos que usaba mi mami, recuerdo clarísimo, es como que estuviera viéndola, cómo hacía las flores, qué colores y los pinceles que utilizaba», nos describe apasionadamente. 

La tierra

Esta vez, no estuvimos en su taller, esta vez nos llevó a uno de sus lugares más íntimos, al noroccidente de la provincia de Pichincha, a Tulipe. Este espacio se ha convertido en su lugar de encuentro. Aquí ha vuelto a la tierra, a sembrar y a aprender del cultivo; y es que el clima cálido húmedo de la zona permite que se dé plátano, tomate de árbol, albahaca, fréjol… y un sinfín de alimentos.

Nos lleva a conocer las plantas que está esperando que crezcan: una mata de plátano, las de yuca que aún no dan fruto, plantas ornamentales que están sobre un camino en zigzag para llegar a la casa. Con afecto, va tocando las hojas de cada planta que está alrededor, aguardando que pronto crezcan.

El clima no ha sido muy amigable estos días y esperamos que no llueva a nuestro regreso, porque hay varios derrumbes en la carretera; mientras conversamos de esto una leve llovizna empieza a caer. Recorremos los alrededores de la casa y nos muestra los estragos de las lluvias constantes de estos meses. Varios retoños de albahaca y fréjol murieron… Confía en que la papaya pronto dé su fruto. Su voz se torna dulce cada vez que nos cuenta que espera cosechar el fruto de la siembra y es que las plantas y su cercanía con la tierra se han vuelto en su motor constante.

La pandemia fue el punto de partida para este reencuentro con la tierra. Empezó, cuenta ella, a ser más consciente de dónde vienen sus alimentos, de la importancia de la naturaleza, del aire, del espacio. Ahora comparte su tiempo con el aprendizaje constante de la siembra, la cosecha y el cuidado de la tierra. Intenta, al menos, una vez a la semana visitar su el terreno. “Esta ha sido una tarea de paciencia con lo que se siembra, verlo crecer y saber que solo lo podrás comer cuando esté listo para cosechar, antes, no”, afirma Pepa.

Migrar y empezar a crear…

A sus 24 años de edad salió de Ecuador a mochilear, junto a su pareja y terminó viviendo en Buenos Aires durante dos años (2012-2014). En ese momento Pepa era diseñadora gráfica, aún no sabía que la ilustración le apasionaría, a pesar de que le encantaba dibujar, aquí iniciaría su descubrimiento sobre quién era y qué es lo que quería. 

En esos años, aún no nacía Pepa como tal. Antes de iniciar con su descubrimiento en la ilustración era María José. ¿Quién es María José?

Es la persona que fue armando a Pepa. Desde los aciertos y los desaciertos. Maria José era una niña tímida que observaba y soñaba. A pesar de no ser tan fácil crecer y entender algunas cosas, sin Maria José no existiría mi amada Pepa. Porque ahora me amo. Afirma la ilustradora.

Para ella Argentina es 100% dibujo, significó un antes y un después. Se fue María José y regresó otra mujer. “Pepa se comienza a construir desde el momento en el que abraza su pasión por dibujar», cuenta. Tenía 25 años, no tenía dinero, ni estabilidad laboral  “no sabía que iba a pasar de mi vida, pero fue clave perderme, no tener nada, no saber nada, para poder encontrarme y encontrar el dibujo”, cuenta.

Nos interrumpen…

— Hola, Barbitas —perdón, ya viene el otro perro— Ya te han bañado, ¡qué bueno! (susurra mientras acaricia a Barbas).

Barbitas es el perro que vive en la casa de Tulipe, pero pasa mucho tiempo en el pueblo. Él llegó a sus vidas hace cinco años, mientras Danny, la pareja de Pepa, paseaba a Ziggy, el perro que la acompaña a todos sus viajes y aventuras.

Retomamos la conversación.

Sanar a través del dibujo

Supo que la ilustración era lo que quería hacer, cuando se dio cuenta que dibujar la sanaba, cuenta que no fue un acto consciente. En aquel tiempo no se reconocía aún en el feminismo, leía temas relacionados con la violencia de género y con cada noticia sentía el dolor de la impotencia. 

Cuando regresó a Ecuador, Pepa necesitó canalizar esa emoción que seguía latente cada vez que escuchaba situaciones de violencia de género. “Aunque suene trillado, pero de verdad, si lastiman a una, nos están lastimando a todas”, afirma. 

Sentía esa violencia que era ejercida a otras personas, sobre ella misma se “sentía terrible, lloraba y no sabía por dónde sacarlo”. No sabía qué hacer con esas emociones, así que empezó a dibujar. “Dibujaba y subía a las redes sociales y creo que eso también resonaba en la gente; y ya no era mío, si no ya era de todos, de todas las mujeres que nos sentíamos afectadas con eso”, comenta. 

Pepa iba dibujando en honor a, en memoria de, dibujaba sanando. “Dibujaba desde la forma más amorosa”, cuenta. Pero en este proceso de hacer del pincel una forma de expresar, de mostrar cada una de sus sentidas emociones se dio cuenta que no era únicamente para el mundo, sino para ella misma. “Ni siquiera sabía que era para mí, pensaba que era una forma de hacer honor y memoria a las personas que ya no estaban o a las que sufrían violencia, pero al final me estaba ayudando a mí, porque también me reconozco como una sobreviviente de violencia”, relata. 

La ilustradora 

¿Quién es Pepa?, pregunto mientras vamos acomodando nuevamente el micrófono. 

— Pepa es una persona que no es María José (su nombre de nacimiento). Es alguien que creció, pero después se volvió a rebautizar. Pepa es alguien a quien le encanta crear, le encanta dibujar y ahora encontró parte de su pasión en las plantas, en la agricultura; y también que se reconoce completamente desde el feminismo, en donde ha encontrado muy buenas amigas, es también, alguien que está dispuesta a seguir aprendiendo.

¿De dónde viene?, es  nuestra siguiente pregunta

— Pepa viene de momentos oscuros, donde logró encontrar también la fuerza y la libertad para pelear por lo que ella quería. Pepa no nació dibujando ni buscando la felicidad. Eso fue luego. Encontró tristezas y cosas fuertes que le hicieron entender qué era lo que quería y empezó a dibujar. Ahí se abrió el camino para Pepa: ilustrando.

Aún son varias las luchas que Pepa considera necesarias en la sociedad, pero también como ilustradora. Una es la situación de violencia hacia las mujeres, sobre las huellas que deja en el tejido social,en el cuerpo y la vida de las mujeres; pero también sabe que hay una lucha que debe seguir sosteniendo dentro del ámbito de la ilustración y es “que escuchen nuestra voz”. El arte no puede existir en solitario, nos dice, al tiempo que afirma de manera contundente que “no estamos la una en contra de las otras”. 

Cuando inició sus primeros pasos en la ilustración, pensaba que era negativo tener algunas emociones, con el tiempo se ha dado cuenta que esa sensibilidad, el sentir y convertirlo en trazos es una “herramienta muy poderosa”,cuenta, porque ilustra desde esa emoción, desde “el corazón”.

Y a partir de esa misma emoción con la que crea cada una de sus ilustraciones y desde donde ha hecho una trinchera feminista, pregunto a Pepa: ¿cómo hacen historia las mujeres ilustradoras?

— Hacemos historia porque nos estamos amigando, nos estamos haciendo compañeras. Hacemos colectivas, salidas a pintar, cosas que vienen desde el colectivo. Creo que eso es hacer historia: dejar de pensar que la lucha es en solitario. La lucha es con pincel en mano.

El pincel y la tierra parecen elementos ajenos, distantes, pero para la ilustradora, en esa diferencia, en sus usos y resultados, ambos le generan la misma sensación: “a veces se trabaja en solitario, pero siempre es para el colectivo”, afirma. 

A futuro se ve trabajando en la tierra, sembrando muchos árboles, pintando, ilustrando y amando (amándose).

El bosque húmedo es un lugar mágico, acoge a una infinidad de especies y una infinidad de historias, entre ellas la historia de Pepa, sus deseos profundos y sus sueños de futuro. Le preguntamos para cerrar este diálogo: si tuviese que elegir una planta o un árbol que se encuentra en el terreno que rodea la casa, ¿cuál sería? Sin dudarlo nos responde:

— Un matapalo o aguacatillo.

Nos cuenta de manera risueña, que sería uno de éstos árboles endémicos porque conservan el bosque húmedo y que además son el hogar de aves y orquídeas.Quizás esto último, resume la esencia de Pepa Ilustradora, quien va encontrando en la ilustración, en la magia de la creatividad, formas de sanar, de generar vínculos, de transformar y cuestionar.

Extracto de entrevista a Pepa Ilustradora
Diseño sonoro: Jezabel Calero

Este perfil forma parte del especial por el 8 de marzo: “Mujeres que hacen historia” 

Equipo de trabajo para esta historia:

  • Fotografía: Karen Toro A.
  • Texto: Jeanneth Cervantes Pesantes
  • Diseño sonoro: Jezabel Calero
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Autoras

Jeanneth Cervantes Pesantes

Editora de la revista digital feminista: La Periódica. Asesora de comunicación con enfoque en violencia, género, derechos sexuales y reproductivos. Feminista apasionada por la encrucijada digital.