Skip to main content
Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Daría #LaMaracx

Ninari Chimba Santillán

Mujeres que hacen historia

Ninari nos abre la puerta de su casa ubicada en el barrio San José de Monjas, en el centro sur de la ciudad de Quito. Cuando coordinamos el encuentro, ella nos invitó a almorzar, quería que conociéramos a sus compañeras de trabajo. Su hogar también es el Centro Educativo Comunitario Intercultural Bilingüe Fiscomisional Yachay Wasi, donde reciben clases más de 100 niños y niñas.

El calor que rebotaba en el concreto de la acera se transformó inmediatamente en una refrescante brisa a causa del abundante follaje que rodea las instalaciones del lugar. Saludamos con la madre de Ninari, Laura Santillán, líder educativa de la Escuela, quien nos invitó a conocer las instalaciones mientras la comida se calentaba. Aprovechamos para conocer el huerto agroecológico y la chakra donde Ninari enseña a once wawas con quienes trabaja.

Durante el confinamiento por la pandemia de Covid-19, las clases presenciales se suspendieron y organizaron el pénsum para hacerlas de manera virtual. Ninari sintió que el zoom era insuficiente, así que organizó su calendario para visitar diariamente a cada estudiante. No continuó con el proceso durante mucho tiempo, porque una hora de clase personalizada se convertía en toda una mañana de trabajo, traslado y cuidados. Poco a poco, en los últimos meses, se ha ido regularizando el regreso a la escuelita de manera presencial.

Regresamos al comedor, Karen se sienta junto a Ninari y yo, me ubico cerca a Laura. En la mesa nos acompañan tres personas más: Rubén desde Costa Rica, Nina Illa desde Bolivia y Kiara de Quito, quienes hacen voluntariado en la Escuela. En el ambiente se siente la complicidad de quienes han concluido una jornada de trabajo intensa. Sobre la mesa hay papas cocinadas, una sopa caliente y arroz con quinua para complementar.

Mientras comemos, Ninari nos cuenta que entre las personas indígenas, que se han criado en medio de la ciudad, al igual que ella, es muy difícil desarrollar la habilidad de “hablarle a la tierra, hablarle a las semillitas” pero que agradece a su abuelito y abuelita por haber dado su vida para comprar el terreno donde hoy vive y trabaja. Cuando le pregunto ¿cómo se reconoce?, ella me responde: “primero, soy una Warmi indígena Kichwa Panzaleo y Otavalo”. Tiene 26 años y gran parte de su tiempo lo dedica a componer canciones para las clases, tocar la guitarra y a la enseñanza del kichwa.

Ninari viene de las memorias que comparte con su madre y su abuela. Empezamos charlando acerca de su abuela, Rosa María Simba Lema, quien fue una mujer indígena originaria de Cotopaxi que migró a Quito, no sabía leer, ni escribir, por el racismo fue obligada a dejar de hablar kichwa pero la elocuencia, la capacidad de memorizar y hacer las cuentas, son rasgos con los que Ninari la recuerda. “Siempre que le pedías explicación de algo, ella te respondía en forma de parábolas, como dicen que hablaba Jesús. No te decía bueno, malo, esto sí o esto no. Ella rapidito te contaba que una vez a una mujer… Que un hombre no se que…”, afirma. Y es que mamá Rosita permitía el encuentro, tenía el don del consejo. Ninari nos cuenta que alrededor de ella, se reunía todo el barrio cuando había problemas. “Era como la abogada, resolviendo todo”, dice.

Los ojos de esta joven, mujer indígena se iluminan cuando habla de su abuela, y sus manos interpretan gestos de fuerza para recordar que: “Ella era bien parada, nunca se dejaba por los mestizos. Con el sombrero en alto, pararaste duro, duro, me sabía decir.” Ninari cree que la sabiduría de mamá Rosita solo es posible cuando “te dejas criar por la chakra, y crías la chakra.” Recuerda cómo en una ocasión, una familia mestiza del barrio, que la había maltratado cayó en hambruna y su abuela fue a darles comida. Laura, le reclamó y mamá Rosita dijo: “necesitan comida y ya. También se necesita abono para crecer.”

Pero también recuerda a su abuela materna, María Rosa Santillán Lechón, quién sobrevivió a un intento de feminicidio por parte de su abuelo. Ninari piensa que “poco a poco le habían sustraído la voz.” Cuando hace unos años se realizó un encuentro de abuelitos campesinos en Perú, la familia descubrió que la cédula de identidad que le asignaron a María Rosa le correspondía a otra mujer ya fallecida. Realmente no saben cual es la edad de su abuela, le preguntan y ella responde: “A la Laurita díganle, ella debe saber”.

Y es que Ninari, ve en su madre Laura, otro camino de sobrevivencia, uno en el cual las mujeres necesitan de su comunidad para sanarse del dolor, de la violencia y del racismo. Nos cuenta cómo su madre rompió el círculo de violencia y encontró la fuerza necesaria en la organización y la lucha social. La rebeldía es una característica del espíritu de Laura. Cuando pequeña, detestaba los vuelos de su blusa, así que decidió cortarlos. Algo que no era bie visto en su comunidad porque representaba la carencia, la pobreza. “A mi nunca me ocultaron que las mujeres vivían violencia, mi mamá, mi abuela me decían clarito”, recuerda Ninari.

Cuando ella siente que se pierde, regresa a ver a su madre, a su padre, a su abuela. Eso le pasó, cuando incursionó en la lucha ecologista y sentía que no se discutía sobre el papel de las mujeres campesinas, pero cuando se acercó a los espacios feministas también sentía que algo “no cuadraba”. Recuerda que no sabía si sentirse bien o mal de ser casi siempre la única mujer indígena en las reuniones, en las asambleas o en las acciones. Y por ello piensa en la facilidad con que el trabajo con la tierra enseña lecciones de vida sobre el ser mujer, sobre cómo se concibe la muerte o sobre la diversidad. Ninari nos cuenta que en la chakra hay muchos colores y rápidamente piensa en la interculturalidad, pero también se puede entender la diversidad sexo genérica regresando a escuchar la cosmovisión andina. «Para algunas compañeras del pueblo karanki he escuchado que es mama imbabura, mientras que para otavalo es tayta imbabura, así de simple nos enseñan los apus, la cosmovisión», afirma.

Hace un tiempo se acercó a las reflexiones del ecofeminismo a través de las letras de Vandana Shiva, física y filósofa india que critica la explotación de los ecosistemas y la relación que existe con la dominación patriarcal sobre las mujeres. “Si no tienes comida, si no tienes agua y no pisas firme en la tierra, ninguna lucha puede sostenerse. Desde la ciudad, la lucha no puede alimentarse. Lo que la colonia nos hizo fue separarnos, y nos toca hacer reparación”, comenta Ninari.

Extracto de entrevista a Ninari Chimba – Diseño sonoro: Jezabel Calero

La luz ha menguado, la tarde cae sobre nosotras. Se escucha a Laura corretear intentando que una de las gallinas fugitivas regrese a su corral. Le pregunto a Ninari: ¿Cómo hacen historia las mujeres? Me responde que:

— Es encariñarse, en nuestro caso como mujeres indígenas, estamos encariñadas a nuestra propia raíz y a nuestras memorias, tanto de dolor como de resistencia. Cogerle cariño a la chakra, después de tanto dolor y borramiento, después de tanto menosprecio.

El encariñamiento es de los procesos más importantes para aprender nuestras lenguas, para aprender sobre la tierra, para asumirse andino… Siento que eso es hacer historia.

A poco de retirarnos, aparece Laura. Trae consigo cera de las abejas que han regresado a la chakra después de una temporada de ausencia. Ella afirma que cuando comenzaron a recibir bastantes visitas, las abejas fueron desapareciendo, pero en tiempos de pandemia han regresado más fuertes. Nos invita a degustar un trocito de cera dulce. Rápidamente encontramos el parecido con la textura del chicle. Ninari nos cuenta que ella no había probado un chupete hasta los 15 años, porque no le hacía falta, si aquí en su casa la abejas les entregaban este manjar. Al paso de unos minutos, la cera se endurece y el dulce se desvanece. Laura nos pide devolver la bolita masticada porque ella juntará los pedacitos, los hervirá y aplanará para devolverlos al enjambre. “Hay que ser recíprocas con las abejas, se les pone de regreso esta cera y así no trabajan tanto”, nos dice.


Este perfil forma parte del especial por el 8 de marzo: “Mujeres que hacen historia” 

Equipo de trabajo para esta historia:

  • Fotografía: Karen Toro A.
  • Texto: Daria #LaMaracx
  • Diseño sonoro: Jezabel Calero
  • Editora: Jeanneth Cervantes
Compartir

Autoras

Daría #LaMaracx

Escribe para no olvidar. Le obsesiona la sexualidad y los hombres. Grindera 24/7 porque el deseo no se reprime.