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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Nicole Morales

Natasha y la historia que teje Azulinaciones

“Estoy profundamente emocionada”, dice Natasha Salguero con la voz entrecortada. Esas fueron las primeras palabras que pronunció luego de escuchar una tierna lluvia de versos cariñosos que elogiaron su obra. Un texto que se publicó hace tres décadas, pero que sigue vigente por abordar un tema que actualmente es bastante debatido: el aborto.

Los primeros bosquejos de este relato los escribió Guadalupe Cóndor, ese era el seudónimo que utilizó Natasha cuando era redactora en la revista Nueva. “Aborto, el salario del miedo” fue como tituló a ese pequeño escrito que dio el primer empujón a Azulinaciones, la novela que la convertiría en la primera mujer ecuatoriana en ganar el Premio Nacional de Literatura Aurelio Espinosa Pólit en esa categoría, en 1989.

“Encontré que era un tema bien complicado y bien fuerte, pero que era un fenómeno que ocurre muchísimo en nuestra sociedad y en todos los estratos sociales, porque yo hice cerca de 100 entrevistas sobre el tema. (…) ¿Cómo concretar esas visiones? ¿Cómo concretar esos personajes?, en una época que la mayoría de ustedes ni se imagina que existe”, relató Natasha ante la mirada de decenas de espectadores que se dieron cita el 8 de septiembre de 2022 para el relanzamiento de este trabajo literario, en la sala Benjamín Carrión de la Casa de la Cultura.

En el libro, acompañamos a Graciela, de 19 años de edad, en varios acontecimientos que conforman su proceso de crecimiento. “Transita varios momentos, el enamoramiento, la fascinación erótica, el fuego de la exploración sápita, la cárcel, el embarazo no esperado ni acompañado, el aborto, la culpa, el miedo, la salida de la casa paterna, el encuentro consigo misma para emprender finalmente un nuevo comienzo”, señala Alicia Ortega, catedrática literaria, que brinda unas palabras a Natasha y delinea, con su mirada, la vida de la protagonista de la obra.

La escritora Valeria Estrella, quien también hizo una intervención durante el relanzamiento del libro, reflexionó sobre la realidad del aborto en la época cuando Azulinaciones recién vio la luz, y cómo se percibe esta temática en la actualidad, luego de 30 años desde su publicación. “Quizá ahora se habla más, pero siguen existiendo las mismas problemáticas. Este capítulo retrata una violencia médica brutal que sigue existiendo. Siguen habiendo clínicas clandestinas, mujeres que no encuentran los medios para abortar, sigue criminalizado. Entonces, es como que el tiempo no ha pasado, se ha detenido, y es algo por lo que hay que seguir luchando, por los derechos de las mujeres”.

La narrativa de esta escena en particular nos invita a “sostener el libro de otra manera”, señala Alicia, pues la construcción de la experiencia del aborto llevada a la literatura se narra al interior de dos columnas. “La escritura literaria se esfuerza por imitar el lenguaje de otros registros discursivos para hacer posible que tenga lugar en las páginas la aparición en este caso, de un embarazo no esperado”.

“Es un capítulo sumamente fuerte y yo creo que todos deberían leerlo; el sufrimiento, el abandono masculino, el abandono del Estado, el abandono de la familia. La mujer se encuentra completamente sola asumiendo esta situación. Una situación que le llena de culpa, de una culpa que proviene, se puede decir, de percepciones judeocristianas, de una sociedad que le está imponiendo valores a la mujer, ideales. Es algo fuerte, totalmente, y es un tema que debe seguirse tratando y por eso creo que ahora hay una nueva generación que necesita leer a Natasha Salguero”, expresó Valeria.

“Lo bonito es que la novela es súper joven. Está tratando temas vigentes. (…) Y cuando habla aquí Valeria y dice que se siente comunicada con el libro, me parece maravilloso, me parece como una suerte de haber sido una especie de canal de todas estas cosas, de estas inquietudes, de estas bellezas y estas cosas tristísimas también de la vida”, reflexionó la autora mientras se le escapaba una lágrima al ver su alma removida por las palabras antes dichas por Valeria Estrella.

Natasha confesó: “He recibido muchísimas satisfacciones con esta novela”, pero también indica que, “como toda obra, siempre hay gente que le gusta y gente que no le gusta, porque así es todo lo que hacemos en la vida”. Entonces, rememoró cuando Manuel Corrales se refirió a la novela en los años 90. “Me asombró, porque siendo un padre jesuita, yo pensé que no le iba a gustar la novela. Él, en su discurso, decía: ‘una novela alucinante de Natasha Salguero´”.

Aunque pudiera parecer una novela triste, Azulinaciones es todo lo contrario. Se asemeja más a una avalancha de emociones donde prevalece lo jocoso y espontáneo. Así como en su relato, Natasha nos hace reír al transportarnos a la época cuando construyó su texto. “Era otro mundo, el mundo de la prehistoria porque no había Internet, tampoco nadie se hacía colocar siliconas. Yo realmente ya soy vintage”, se llena el teatro con una sola voz de carcajadas al unísono.

La forma de narración de los hechos también es un elemento característico de la obra de Salguero. “Escribir como hablamos. Nada fácil, porque cuando hablamos escribimos en el aire en vibrátil y espontánea improvisación”, expresa Alicia Ortega, catedrática literaria. Y agrega: “En el lenguaje Azulinaciones es preciso inventar una escritura capaz de decir aquello que la norma lingüística y social históricamente ha proscrito. Aquello que ha sido desterrado de la lengua, silenciado y atorado entre los dientes o hecho nudo en la garganta sin poder hacerse palabra”.

Natasha mencionó que este ensayo se construyó palabra por palabra hasta formar un enjambre de reflexiones. “Es un tejido bastante denso, si se quiere referencial, semiótico, pero a la vez es bien sencillo. Escribí esta novela como cuando haces un collar que vas enhebrando cada cuenta hasta que queda listo. Porque cada capítulo se sostiene en sí mismo, porque es una pequeña narración, una refracción, un pequeño cuento, un ensayo también”, manifestó.

Al finalizar el encuentro, se realizó una intervención musical de Wilson Pico y Jorge Pico Salazar. De igual manera, el hijo de Natasha, Equis, se presentó con una muestra de Hip Hop que complementó las muestras de cariño y admiración hacia la escritora de Azulinaciones. Una noche para rememorar un legado que replantea la norma lingüística, desoye los arquetipos sociales y magnifica las formas del desacato en un mundo que aún criminaliza las decisiones de las mujeres.

“Creo que es hora de volver a agradecer a la vida, a todos ustedes, en especial quiénes me acompañan y me han incentivado para que se publique de nuevo. Ahora espero tener nuevos lectores, lectoras. Justamente abrí uno de esos capítulos y a mí me dio mucha risa, otro me hizo llorar”, concluyó Natasha.

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Autoras

Nicole Morales

Periodista titulada por la Universidad Católica del Ecuador. En su trayectoria ha tratado temas de género, ambiente y derechos humanos. Trabajó en varios medios de comunicación nacionales. También, es activista por los derechos de las mujeres y la naturaleza.