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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Karol E. Noroña

Hasta encontrarte, Giovanna

Qué sonrisa, Giovanna. Sus manos —pequeñitas, curiosas— juegan con el cabello de Yanera, su madre. Ella la sostiene entre sus brazos, cuidando que su vestido blanco permanezca intacto. Ambas ríen; confabulan en la felicidad de los momentos que van haciendo la bitácora de la memoria, los recuerdos que de a poco se convierten en semblanza. En el fondo, un árbol grande y la luz de un atardecer que está por llegar. Yanera sonríe, sonríe tanto, porque siempre elige la alegría. Es —de alguna forma— su alegato ante la vida, plasmado en ese mismo rostro que he visto durante ya varios años. Está también en su voz, la que forcejea contra el olvido y retumba desde hace más de una década frente a la impavidez del Gobierno ecuatoriano.

Esa fotografía es ahora una reliquia para Yanera. Lo es para toda madre coraje que exige el regreso de su hija: rememorar para nombrar; nombrar para convertir la ausencia en latido vivo. Cada día, Yanera grita por Giovanna Pérez Constante, desaparecida el 4 de diciembre de 2010, en Ambato. Aunque el caso fue admitido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en mayo de 2020, no hay respuestas. El organismo internacional solicitó información para conocer qué acciones desplegó el Estado para encontrarla, pero, hasta este martes 27 de julio de 2021, afirma Yanera, la respuesta ha sido el silencio.

Yanera Constante y su hija Giovanna Pérez Constante. Archivo familiar de Yanera Constante

La investigación de la desaparición de Giovanna suma 58 expedientes —100 hojas cada uno— y ha llegado a la mesa de 10 fiscales y 14 agentes policiales. Pese a que Yanera ha entregado varias pruebas e indicios, además que ha venido exigiendo que encuentren a Andrés L., principal sospechoso, no hay avances; continúa en indagación previa, la fase inicial del proceso legal.

Tanta potencia, tantos pasos caminados por la falta de celeridad, cambios de fiscales y agentes investigativos, ausencia de pericias y diligencias. Pero no se cansa, porque la batalla contra el Estado es esa: una y otra vez recordarle que las negligencias institucionales en el caso han confluido para que en su casa todavía haya un cuarto vacío.

¿Qué significa para una madre buscar a su hija en un país que olvida y silencia?, pregunto a Yanera. Estamos en Ambato y nuevamente ella —junto con su familia— ha salido a las calles para mostrar un cartel gigante con el rostro de Giovanna en el centro de la ciudad y pintar un mural. Su hija cumplió 30 años el 23 de junio de 2021 y, como cada año, realiza un evento especial para conmemorar su nacimiento y también para ratificar su denuncia.

En Ambato, el caso de desaparición de Giovanna es emblemático por la lucha sostenida de su madre. Yanera se ha encargado de pegar decenas de carteles en las paredes que amablemente le ceden personas que se sensibilizan con su caso, para visibilizar su historia. Es funcionaria de una institución pública y ha tenido que cumplir con su trabajo diario, mientras busca incesantemente a su hija. La pandemia no la frenó, porque en el encierro la ausencia pesa más y ella, al igual que su segunda familia, la Asociación de Familiares y Amigos de Personas Desaparecidas (Asfadec), no dejó de salir a los plantones de cada miércoles como resistencia ante la impunidad.

En casa, la memoria está intacta; abraza y cobija. Yanera habla de ‘Pepa’ —así llaman a Giovanna en su entorno íntimo— con mucha emoción. Desentraña recuerdos de su hija, una joven con mirada amplia y cabello ondulado, y comparte su álbum familiar que, más que eso, es una compilación de momentos de impacto que cuenta una historia por sí sola.

Giovanna de pequeña en un carrito chocón. Archivo familiar de Yanera Constante.

A Giovanna le encanta el movimiento. Cuando era niña amaba conducir un ‘carrito chocón’ para sumarse a ese juego que en Ecuador significa la adrenalina: un vehículo pequeño en el que se destruye toda ley para divertirse mientras uno se encuentra con otro. En una fotografía, su melena permite ver una sonrisa que le cubre el rostro mientras sus manos sujetan uno de los volantes. Viajaba, le gustaba el mar de la mano de Yanera y su padre Mauro. Aunque la relación de pareja no funcionó, ahora se apoyan como amigos para continuar la búsqueda de su hija.

Los primeros baños en casa, las presentaciones de baile, las fiestas de cumpleaños, el pastel, los días de estudio, los juegos en familia, los primeros logros escolares, las cenas de navidad. Las imágenes son un registro de la vida y una niñez feliz.

Giovanna fue la primera hija de Yanera y la primera nieta de la familia. “La cuidamos siempre, era la niña de nuestros ojos, intrépida, no le tenía miedo a nada, le gustaban los retos”, recuerda. Cuando llegó Denisse, su segunda hija, las aventuras y los viajes crecieron.

Baños de Agua Santa, por ejemplo, se convirtió en uno de sus lugares especiales. Lanzarse del parapente de la ciudad era el reto que disfrutaba Giovanna, además de las tardes en la rueda moscovita. El tiempo de diversión era de calidad, sí, y los días de estudio también. Logró ser abanderada de la escuela Santo Domingo de Guzmán, ubicada en Ambato, para luego pasar por las aulas del colegio Hispanoamericano. Era una adolescente que quería comerse el mundo y prepararse para servir a la comunidad. Quería ser funcionaria pública como su madre. Entonces, decidió apostar por una carrera de Administración de Negocios en la Universidad Técnica de Ambato. Giovanna estaba cursando el tercer semestre en la ‘Facultad’ cuando fue desaparecida.

En diciembre de 2010 la música y las reuniones anunciaban el fin de la década; el ambiente festivo se sentía a escala nacional. Yanera cuenta que Giovanna no salía de casa constantemente y cuando lo hacía era junto a su familia. El viernes 3 de diciembre, recuerda, le pidió permiso para ir a una reunión de cumpleaños de un amigo suyo. “Fue con su prima y su mejor amiga. Ahí fue que conoció por primera vez a Andrés L., el principal sospechoso de la desaparición de mi hija y quien hasta ahora no ha sido localizado”, relata.

La tarde de aquel viernes, Andrés L. intercambió su número con Giovanna durante la reunión y volvió a contactarla el sábado 4 de diciembre.

Fue un día regular. Giovanna salió de casa en la mañana hacia la Unidad Educativa Rodríguez Albornoz, donde estudiaba su hermana Denisse. A las 16:30, llamó a su madre. “Giovannita me comentó que un joven, Andrés L., a quien había conocido el día anterior en esa fiesta, la invitó al cine. Me preguntó si podía ir y le di permiso. Esa fue la última vez que hablé con mi hija”, reclama.

Dos horas después, a las 18:30, Yanera llamó a Giovanna, pero no tuvo respuesta; el teléfono celular estaba apagado. No era normal que su hija no contestara, pero asumió que, como estaba en el cine, no podía hablar. “Volví a llamar a las 19:00, luego a las 19:30, después a las 20:00, pero nada. Nos alarmamos, estábamos muy preocupados y esa misma noche salimos en búsqueda de Giovanna”, señala.

Más de 100 veces llamaron al 101, la línea de emergencia que funcionaba en aquella época en Ecuador. Ella y Mauro acudieron a la Policía, a hospitales, a la morgue; llamaron a sus mejores amigas, a sus primas. Sin embargo, no hubo respuestas sobre el paradero de su hija.

Yanera intentó denunciar la desaparición de su hija ese mismo día, pero Fiscalía no la receptó, pues solo podía admitirse después de 48 horas, pese a que las primeras 24 horas son clave durante el proceso de búsqueda de una persona desaparecida.

El lunes 6 de diciembre, Yanera y Mauro lograron formalizar la denuncia en la Fiscalía con la esperanza de que encontraran a Giovanna. Pero  —cuestiona Yanera— no vieron eficacia y había silencio, así que decidieron comenzar por su cuenta.

La primera persona a quien la familia buscó para preguntarle qué había ocurrido con Giovanna fue Andrés L. Estaba pálido, dice Yanera. “Desde el primer momento se puso nervioso. Según él, solo le había llamado una vez. Luego, para tratar de excusarse, dijo que mi hija sí era bonita, pero nada más, porque incluso él tenía novia durante esos años”, recuerda. Era mentira.

Yanera descubrió por su propia cuenta —a través de registros de llamadas del celular de Giovanna— que Andrés L. envió más de 13 mensajes y llamó cuatro veces a su hija ese día. “Logramos recopilar datos y direcciones. También recibimos información de personas que dijeron haber visto a mi hija cerca de la casa de Andrés L. La verdad es que fuimos nosotros quienes investigamos porque si esperábamos a la Policía no había tal. Todo lo entregamos a Fiscalía para que continúen la investigación con celeridad, pero de nada sirvió. No hicieron nada”, reclama.

La Fiscalía de Soluciones Rápidas, dice Yanera, citó dos veces a Andrés L. para que rindiera su versión voluntaria en el proceso de investigación de la desaparición de Giovanna. Sin embargo, él decidió no asistir.

Ella exigió más de una vez que lo vincularan al caso. No sucedió. Ocho días después de que la familia perdiera el rastro de Giovanna, Andrés L. desapareció el 12 de diciembre de ese año y su familia lo reportó en Fiscalía. Pero las sospechas fueron creciendo para Yanera. “Había un secretismo, un hermetismo. Hablé incluso con su madre y su padre (de Andrés L.) y me dijeron que, como eran adultos mayores, era su hija mayor quien se encargaba de eso. Nosotros pensamos que ellos lo están ocultando porque, en lugar de motivar su búsqueda, no hacen nada. No han dado entrevistas, no difunden su fotografía, nunca se movieron con la angustia con la que las familias lo hacemos a diario”, explica.

Antes de desaparecer, Andrés L., afirma Yanera, cerró su cuenta de Facebook e incluso “se despidió de su novia a través de una canción y le indicó que pregunte por él a su familia después de cuatro años. Pensamos que coincide, porque él fue visto en Ambato en el 2014, aunque cambió su aspecto físico para no ser identificado”, revela.

Yanera ha presionado a las autoridades para que busquen a Andrés L., pidió que lo incluyan en la lista de ‘Los Más Buscados’ por la Policía Nacional de Ecuador. Ella también exigió que se realizaran allanamientos en su vivienda para buscar indicios. No se hicieron, sino hasta después de nueve años de haber sido denunciada la desaparición de Giovanna. Su madre, además, reclamó que “los fiscales violaron el principio de reserva en el caso de mi hija. Ellos notificaban a terceras partes que no eran parte procesal de la investigación, como lo hicieron con el abogado de la familia de Andrés L.”. La familia denunció esa falta ante Fiscalía en 2018 y el Consejo de la Judicatura inició un sumario administrativo en contra de 17 funcionarios entre fiscales y secretarios que pasaron por el caso.

El 28 de noviembre del 2019, el fiscal Segundo Chaluis, a cargo de la investigación, dispuso un allanamiento en la casa donde residía Andrés L. en 2010. La diligencia convocó a agentes de la Policía Nacional, Criminalística y el Grupo de Operaciones Especiales. Para Yanera no tenía mucho sentido, ¿qué pruebas de valor iban a encontrarse en un inmueble casi deshabitado?

“La familia de Andrés L. ni siquiera vive en Ecuador. De a poco se fueron yendo. Lo que hicieron fue una burla, ir después de nueve años, cuando ya no hay nada”, protesta.

A más del silencio, la familia de Giovanna se ha enfrentado a la mentira estatal. En la memoria de Yanera está intacta una reunión que el expresidente Rafael Correa y el exministro del Interior (ahora Ministerio de Gobierno), José Serrano, mantuvieron con los familiares de personas desaparecidas en 2013.

—José Serrano me dijo: ‘Sabemos que ese chico es el responsable. Estamos cerca, mi señora. Solo estamos esperando que el diablo se les duerma’.

—¿Y qué hizo para detenerlo?, consulté.

—Nada, incluso los agentes y fiscales me confesaban: ‘Sabemos que la familia miente, que le están escondiendo, pero no podemos hacer nada’, ¿cómo pueden engañarnos de esa manera?

Buscar justicia en Ecuador es golpearse contra una puerta de metal que duele, pero en cuyo fondo solo hay vacío. Frente a la falta de efectividad de las instituciones estatales, Giovanna acudió, como muchas personas que han sido víctimas de violaciones a sus derechos en Ecuador, a instancias internacionales. En septiembre del 2018, Yanera denunció a Ecuador ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El organismo admitió el trámite del caso el 19 de mayo de 2020. En un oficio, suscrito por Marisol Blanchard, secretaria ejecutiva adjunta de la entidad para peticiones y casos, se detalló que el Estado tenía cuatro meses improrrogables para remitir información sobre las acciones que se desarrollaron para localizar a Giovanna durante la última década. El plazo venció en septiembre de 2020. Sin embargo, han pasado más de ocho meses, y no ha habido respuesta. “Sigo esperando, pero aunque el Estado mande 10.000 fojas, el resultado final es que han pasado más de 10 años y siete meses y seguimos sin Giovanna”, reclama.

Cada día, Yanera difunde la fotografía de su hija y Andrés L. en redes sociales. A veces su salud se resquebraja, pero en su voz hay siempre la potencia para continuar gritando por Giovanna y por las miles de personas desaparecidas en Ecuador. Analizando los datos del Ministerio de Gobierno —que debe llevar el registro por ley—, se establece que son 1 608 casos, 1 039 hombres y 569 mujeres, en indagación previa, hasta el 25 de abril del 2021. Sin embargo, las cifras gubernamentales varían tanto, que en Asfadec se reclama que 4 400 personas hacen falta en sus hogares.

Retrato de Giovanna Pérez Constante. Archivo familiar de Yanera Constante.

Imaginar qué hacer ante una desaparición es solo una aproximación. Madres como Yanera evocan la memoria de sus hijas para no olvidar. En plazas, plantones, manifestaciones, actos públicos, repiten sus nombres para que la justicia no sea más un discurso de sobremesa y, en esos instantes que amplifican sus voces resonantes, sueñan con el día del reencuentro. Hasta que suceda, Yanera nos ha compartido una pequeña carta para que —en el lugar en el que se encuentre Giovanna— sus letras la abracen:

Un 23 de junio de 1991, Dios me dio la dicha y la bendición de ser madre por primera vez. Llegó tu cumpleaños número 30, pero no estás a nuestro lado. Te desaparecieron desde el 4 de diciembre de 2010. No tuvimos un pastel, un festejo, ni una comida especial para que compartieras tu cumpleaños con tu familia. 

Lucharemos y continuaremos denunciando que el Estado es el responsable de tu desaparición por acción u omisión, y que por su negligencia, inoperancia, ineptitud e indolencia por más de 10 años y siete meses, continúas desaparecida. No se ha hecho justicia y tu desaparición continúa en total impunidad. 

Quiero decirte que tu familia, amigos y organizaciones seguiremos en las calles gritando tu nombre y exigiendo que te encuentren, que toda la verdad salga a la luz y se haga justicia. 

Quiero pedirle a Dios que te bendiga, te cuide y te proteja y decirte, hijita, gracias por todos los momentos que pudimos compartir. Te amo con todo mi corazón y mi alma”.

Tu madre Yanera le escribe a tu sonrisa todos los días, para que sepas que te buscan, hasta encontrarte, Giovanna.

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Autoras

Karol E. Noroña

(Ecuador, 1994). Periodista andina. Cuenta historias sobre los derechos de las mujeres, las familias que reclaman justicia, los delitos vinculados al crimen organizado en el país y la lucha de quienes no dejan de buscar a sus desaparecidos ante la inoperancia estatal.