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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Mariela Rosero Changuán, Geovanny Tipanluisa y Diego Puente Vallejo

La despenalización del cannabis medicinal es una moneda con dos caras

En una calle larga de Ponciano Alto, Alexis Ponce pasea a Robin Jud, el perro mestizo con aire de golden retriever, que les acompaña a él y a su esposa, Nelly Valbuena, desde que empezó la pandemia. Lleva un paraguas porque llueve en el norte de Quito, Ecuador.

Cuando subimos a su departamento, pareciera que en todo este año no hubiera ‘escampado’ tampoco en su hogar, en donde solo el uso del cannabis les ha permitido encarar los embates del cáncer en etapa terminal de Nelly. Él está desempleado, dedicado al cuidado de su compañera y a este activismo.

A partir de diciembre del 2019, con el empuje de la pareja, la Reforma al Código Orgánico Integral Penal (COIP) pasó al Registro Oficial. En el texto se señala que no será punible la tenencia o posesión de fármacos que contengan el principio activo del cannabis o derivados con fines terapéuticos, paliativos, medicinales o para el ejercicio de la medicina alternativa. Esto, siempre que se demuestre el padecimiento de una enfermedad a través de un diagnóstico profesional.  

Por primera vez, en años, Nelly no participa de una entrevista. Alexis dirige la Asociación de Pacientes en riesgo y familias vulnerables y cuidadoras del Ecuador. Esta fue la primera organización en pelear por el acceso al cannabis medicinal en el país.  

Él, de 57 años, relata que su esposa, de 54, presenta vómito frecuente; además, ha bajado tanto de peso (más de cien libras) que luce frágil y con el cabello cortito y ya no hasta debajo de los hombros, como se ve en unas fotos que comparte. Alexis estira el brazo para tomar un porta retrato doble de una mesita. Él y su esposa aparecen sonriendo, brindando con copas, por su unión.

Esta será —anuncia Alexis, histórico defensor de derechos humanos— mi última entrevista en Ecuador. La pareja escogió el exilio, como llaman a su partida a Colombia, la tierra de Nelly, porque en el país dejaron de contar con tratamiento médico y citas periódicas, desde hace más de un año, en el sistema público de salud. Ella también necesita reencontrarse con su padre, hermanos, hermanas, amigos y amigas y decidir si accede a la eutanasia.

¿Qué ha cambiado a partir de la legalización? Para la Agrupación de pacientes y familiares, comenta Alexis, esta ha sido la ley del tiburón o del más fuerte. Pelearon por una causa, la de la vida, la de la lucha contra el dolor de sus seres queridos, pero en el camino, han sacado provecho los empresarios.

En la pandemia, el cáncer de mama ya hizo metástasis no solo en huesos, hígado y páncreas, sino en más lugares del cuerpo de Nelly, quien se ha desempeñado como profesora universitaria y en los últimos meses, ya sin fuerzas, tuvo que tramitar su jubilación.

El especialista que atendió a Nelly en un hospital privado, le dijo, semanas antes de los últimos días de mayo, algo que ya intuían: que debían iniciar el proceso de despedida… Ella se encuentra muy mal.

El examen que estaba programado para el 2020 se postergó durante dos años, no había reactivos ni más insumos en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). Desde hace más de un año, pacientes, médicos, médicas y directores de hospitales han encendido las alertas por el desabastecimiento que enfrenta el sistema público de salud.

A través del Decreto Ejecutivo 378, emitido en marzo de 2022, se anunció un plan para la externalización de las farmacias. El gobierno de Guillermo Lasso decidió que algunas farmacias privadas calificadas entreguen medicinas a pacientes del sistema público.

En la paralización nacional, que se desarrolló del 13 al 30 de junio, una de las demandas del movimiento indígena fue la asignación presupuestaria para la adquisición de fármacos. Después del fin del paro, Ximena Garzón fue removida del cargo de Ministra de Salud.

Semanas antes, ella salió al paso frente a sus colegas médicos, negando el desabastecimiento. El sistema fue declarado en emergencia y apenas están empezando a trabajar en surtir las bodegas. Hasta el cierre de este reportaje, organizaciones de pacientes reclamaban, pidiéndole a la Conferencia Episcopal Ecuatoriana que interceda.

Antes de despedirse de Ecuador, Alexis Ponce acaricia a su fiel Robin Jud. Desde la habitación principal se escucha a su esposa Nelly Valbuena hablando por teléfono con una amiga. Quito, 23 de mayo 2022. Foto: Mariela Rosero Ch.

La lucha de Nelly, Alexis y más pacientes

Lejos de esta coyuntura, en el 2014, Nelly y Alexis pensaron que debían probar con el cannabis, para conciliar el sueño. Para entonces el dolor en la espalda de la mujer, que llegó de Colombia hace 10 años, en el 2012, para convivir con Alexis, no se aplacaba con la medicina que le recetaban.

Nelly necesitaba algo más fuerte, que no conseguían (morfina). Así empezaron a pedir hojas de marihuana en redes sociales. Las familias en busca de cura y paliativos frente a enfermedades crónicas son capaces de todo. Si alguien les dice que deben comer un ave rapaz, que vuela en determinado poblado, piensan en intentarlo, enfatiza Alexis.

En el 2014, múltiples llamadas telefónicas y contactos digitales, que luego desvirtualizaron, acercaron a la pareja a los beneficios del cannabis terapéutico. Con el primer gotero de aceite, Nelly increíblemente durmió durante 14 horas, luego de una semana sin cerrar los ojos.

Con esa primera experiencia fueron armando una red de alianzas, que antes y después de la legalización, les han abastecido de dosis para calmar su sufrimiento, en la clandestinidad. Y a la par, la agrupación de pacientes y familias ha tejido lazos, cada vez más fuertes. Se juntaron para luchar contra el dolor. Se han expuesto en medios de comunicación, ya que defienden el derecho a la salud y a una vida sin dolor crónico.

Ocho años después, solo el cannabis le ha permitido aplacar el dolor, que hace que Nelly emita alaridos, como describe con el corazón roto y la voz entrecortada, su compañero y cuidador. Mientras habla, Alexis acaricia a Robin Jud, perro adoptado por esta pareja, que vive con una discapacidad, que le ocasiona una cojera permanente.

En el  caso de Nelly y en el de más pacientes con cáncer en etapa terminal usan un gotero con el aceite de cannabis que supera el límite permitido de tetrahidrocannabinol (THC), principal componente psicoactivo del cannabis. En el país, con la reforma se autorizó hasta 1% de THC.

Alexis y Nelly son, se podría afirmar, quienes han puesto más allá del conocimiento, el cuerpo y la vida, en esta lucha por la legalización del cannabis terapéutico, en Ecuador. La hija de Alexis, Tahis, de 21 años, tiene el síndrome de Angelman. Así que, ella también, con esta planta, ha mejorado sus condiciones de vida y ha dejado dosis altas de un fármaco.

En septiembre del 2019, la pareja, junto con los integrantes de su colectivo, celebraron que la Asamblea Nacional despenalizara el uso de los derivados del cannabis no psicoactivo para fines medicinales y terapéuticos. Luego se sintieron apartados de las discusiones, para  elaborar el reglamento.

En las mesas técnicas, floricultores descubrieron las bondades de cannabis

Casi un año después de la reforma que legalizó el uso del cannabis terapéutico, el 19 de octubre del 2020, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) emitió el reglamento de comercialización y exportación del cannabis no psicoactivo y cáñamo industrial.

En la normativa se establece que hay siete tipos de licencias, para:

  1. Importación y comercialización de semillas de cannabis no psicoactivo o cáñamo, o de esquejes (fragmento de tallo, de hoja o raíz cortado de una planta).
  2. Siembra y producción.
  3. Cultivo.
  4. Cultivo de cáñamo para uso industrial (la fibra sirve para hacer textiles, plásticos biodegradables, etc.).
  5. Procesamiento.
  6. Fitomejoramiento y/o bancos de germoplasma e investigación.
  7. Adquisición de derivados o biomasa o flor de cannabis para la exportación.

Hasta el 14 de junio, el MAG había emitido 100 licencias a escala nacional, mismas que son para la multiplicación y comercialización de semilla, cultivo, procesamiento e investigación.

Las licencias de cultivo y procesamiento también permiten la comercialización y exportación.

Entre pacientes y familiares, la satisfacción por la legalización se ha ido mezclando con cierta desazón. Eso reitera Alexis Ponce y cuando lo hace, pareciera que Charles Chaplin, en una figura de más de 50 cm, nos mirara, desde una repisa. En una de las paredes aparece un cuadro a mano alzada de Don Quijote y Sancho Panza.

Alexis podría ser un don Quijote. En Ecuador es respetado por su lucha en favor de los derechos humanos. La población Lgbtiq no olvida su labor en la despenalización de la homosexualidad en la década de los años noventa, al haber acompañado a las mujeres trans en su lucha. Por eso su voz es respetada; también porque ha estudiado sobre el dolor crónico y los beneficios del cannabis medicinal y ha organizado a pacientes y a sus familias.

Por eso ,tajante apunta Alexis, que pacientes y familias sienten que pelearon para que empresarios dieran con una especie de tesoro, hace apenas tres años.

Klaus Graetzer, presidente de CannAndes, empresa que cuenta con las siete licencias para trabajar con cannabis no psicoactivo en el país. En un muro de su oficina las exhibe. Tabacundo, 28 de mayo 2022. Foto: Mariela Rosero Ch.

Klaus Graetzer, presidente de CannAndes, la empresa que más ha invertido en el negocio del cannabis en Ecuador, no desmiente del todo la versión de que hace poco conocieron sobre las propiedades de la planta. La primera reunión de las mesas técnicas a las que asistió se realizó en marzo del 2020, cuando empezó la pandemia. Pero reitera que ellos no les están quitando nada a los y las pacientes.  

Su empresa nació en 2020 y ha sido pionera en obtener todas las licencias (siete), para trabajar con cannabis no psicoactivo en el país. Tiene un contrato de inversión por USD 3 millones, hasta el fin de este 2022. El padre de Klaus empezó en el mundo de las flores en 1985.

En ese sentido, Graetzer subraya que CannAndes surgió apalancada en la infraestructura de Ecuagarden, a la que llama hermana mayor. Él fue invitado a las mesas técnicas para discutir sobre el reglamento que permitió que se concretara el uso del cannabis medicinal, de forma legal, luego de la despenalización.

Él acudió como representante de la Asociación Nacional de Productores y Exportadores de Flores del Ecuador (Expoflores). “Cuando me convocaron, no conocía del tema. Ni siquiera había fumado tabaco en mi vida, era zanahoria y crítico, pensando que (el cannabis) no era bueno para la sociedad. Ahora soy un convencido”, recuerda, ubicado entre matas de cannabis, en su propiedad, que queda en Tabacundo, a menos de dos horas de Quito. A los diálogos técnicos invitaron, menciona, a unos 10 gremios, inclusive al camaronero.

En las discusiones en torno al reglamento, Graetzer conoció a quienes hoy son tres de sus cuatro socios en CannAndes. Se trata de Felipe Norton, master grower o ingeniero agrónomo especializado en cannabis, y Alfredo López, a quien llama uno de los padres de esta industria en Ecuador, por su papel en la Asamblea Nacional; anota que incluso le pasaba información a un ex asambleísta. El cuarto socio es Diego Espín, especializado en comunicación.

La despenalización del cannabis para fines terapéuticos y medicinales ocurrió durante el gobierno de Lenin Moreno. Entonces Xavier Lazo era ministro de Agricultura, y Andrés Luque, subsecretario de Producción. Luque es el presidente de la Asociación Ecuatoriana de Industrias de Cannabis (Asecanna).

A Ponce, representante de pacientes y familias que impulsaron la despenalización del cannabis medicinal, eso le genera una preocupación. No le parece correcto que un exfuncionario que tuvo en sus manos la reglamentación, pocos meses después, trabaje con  los empresarios, que obtuvieron licencias.

En el 2020, la Asociación hizo declaraciones públicas por sentirse excluida del proceso de creación de las reglas, incluso insistió en que se debía permitir el autocultivo.

Frente a las críticas, Graetzer responde que la pregunta no le suena bien, pero asegura que conoció a Luque durante la construcción de la normativa. Y que en su gremio buscaban a alguien imparcial, que conociera la norma, para hablar con las autoridades.

“Cuando fue subsecretario, nos invitó a todos los actores, para evitar sacar un Frankenstein. Le ofrecimos el trabajo de manejar la Asecanna porque no tiene ninguna empresa cannábica, no es floricultor. No hay conflicto de intereses, es independiente”.

Además, el presidente de CannAndes sostiene que Luque no dio paso a pedidos de los empresarios como él, que querían que las licencias costaran mucho más y no entre USD 300 y 1.500”.

Consultado sobre si en su calidad de subsecretario benefició a los empresarios cannábicos, con quienes ahora trabaja, Luque negó la posibilidad.

“Esa fue una crítica que hubo y yo te voy a contar cómo fue, porque la recuerdo muy bien. Un mes antes de que se firmara el reglamento, apareció el nombre de Alexis Ponce, que yo no había escuchado nunca”.

Eso es extraño, ya que Ponce ha aparecido en medios de comunicación defendiendo el uso del cannabis, desde hace varios años, con todas las implicaciones. Estuvo en la Asamblea Nacional, mientras se debatía sobre la reforma y también se buscaba incluir el tema en el Código de la Salud, que fue vetado. Una de sus intervenciones más recordadas ocurrió el 28 de mayo del 2019, en el segundo debate de este Código.

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Alexis Ponce – Sesión 592 – Comisión General de la Asamblea Nacional de Ecuador, 28 de mayo 2022.

Ese día se presentó ante el Pleno como esposo de una paciente con cáncer de mama, con metástasis, osteoporosis y artrosis, y como papá de una niña de 18 años con discapacidad intelectual severa, que tuvo sufrimiento fetal al nacer. Y también acudió como representante de una asociación de familias y pacientes con enfermedades catastróficas, dolores crónicos y discapacidades.

En esa línea, Ponce les dijo a las y los legisladores que no llevaba consigo los goteros de aceite de cannabis que usaban entonces miles de familias de manera ilegal. “Comprenderán, toda mamá, papá, hijo o hermano está dispuesto a lo que sea para calmar el dolor de sus seres amados. Queremos que se garantice su legalización y regulación, que nos permita tener un producto de buena calidad y etiquetado para paliar el dolor, el cáncer no tiene ideología, no es de izquierda ni de derecha, el dolor crónico nos une”.

Pese a que Ponce estuvo activo en los debates, Luque no había oído hablar de él. A meses de aprobar la reglamentación, asegura, le llegó el mensaje de que, “Ponce estaba publicando en grupos que esto era un negociado. Que el Ministro y yo teníamos todo vendido a nuestros amigos, que íbamos a cobrar USD 100.000 por licencia y que todo era para grandes industrias”.

En la entrevista, Luque anotó que no sabía cómo ubicarlo, no encontró e-mails de él, pero lo contactó. Hablaron un par de veces. Él, señala, objetaba las dos hectáreas que requiere una empresa, para obtener una licencia. Una persona (Graetzer) tramitaba las licencias y le dijo que le daba dos hectáreas (en comodato). “El tipo no quiso saber nada. Entonces, no es lo mismo ser activista que querer ser empresario”.

Salud no registra recetas con productos con más del 1% de THC

En Ecuador, desde el 15 de marzo del 2021, a través del Acuerdo Ministerial 0148, de la Cartera de Salud, se expidió el Reglamento para el uso terapéutico, prescripción y dispensación del cannabis medicinal y productos farmacéuticos que contienen cannabinoides.

Según el Ministerio de Salud Pública (MSP), los preparados con cannabis no psicoactivo deben tener menos del 1% de THC  (la sustancia psicoactiva) y serán prescritos mediante una receta médica blanca común (como la llama el MSP y se conoce entre los médicos). Mientras que, los productos con 1% o más de THC, solo podrán ser prescritos con receta médica especial, que se  usa para los fármacos estupefacientes y psicotrópicos.

En esta normativa se establece que la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa) “Doctor Leopoldo Izquieta Pérez“ controlará la dispensación de productos farmacéuticos, que contienen cannabis o cannabinoides en farmacias privadas y la Agencia de  Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud y Medicina Prepagada (Acess) vigilará la prescripción en las farmacias  de los establecimientos de salud públicos y privados.

De acuerdo con datos del Acces, en el país, 2 134 profesionales de la salud pueden recetar fármacos con 1% o más de THC, que se usa para los compuestos con estupefacientes y psicotrópicos.

Arcsa no cuenta con medicamentos sujetos a fiscalización registrados, con una concentración de THC igual o superior al 1%. Por lo tanto, según el MSP, no han inscrito a personas naturales y jurídicas que realicen el reporte de estas moléculas.

“Una vez que contemos con este tipo de medicamentos registrados, las  personas que realicen las actividades de producción, importación, exportación, comercialización, distribución y dispensación tendrán la obligación de realizar el reporte, de conformidad con la normativa técnica sanitaria vigente”.

Las autoridades de la Arcsa han registrado que en el país se venden productos con cannabis no psicoactivo en 756 farmacias y 147 establecimientos de expendio de productos naturales procesados de uso medicinal.

Por lo que, según los testimonios de pacientes y lo dicho por las autoridades, queda en evidencia que quienes requieren dosis de cannabis con porcentajes más altos, aún deben recurrir a la clandestinidad.

Sin embargo, en el reglamento, el MSP reconoce un listado de males, para los que se debiera administrar los medicamentos sujetos a fiscalización, que contienen cannabinoides y una concentración de THC igual o superior al 1%.

Así, se indica que se prescribirán a pacientes con síndrome de anorexia-caquexia y otros síntomas encontrados en el entorno de cuidados paliativos, en la fase final de la vida asociada al VIH, cáncer y otras patologías.

También se les recetará para el tratamiento de náuseas y vómitos asociados a la quimioterapia, tratamiento complementario para el alivio sintomático de la espasticidad (petrificación de los músculos) y dolor en pacientes con esclerosis múltiple; para alivio del dolor crónico no oncológico en pacientes adultos; tratamiento analgésico complementario en pacientes con cáncer que experimentan dolor de moderado a severo.

“Nosotros seguimos en la ilegalidad, opuestos a la visión policiaca, que tuvieron el Gobierno, los legisladores y empresarios. Para un cáncer como el de mi mujer, que pega alaridos, nosotros usamos más del 50% de THC”, enfatiza Alexis, quien repite que la Asociación no cree en la ley del 1%, la ley de empresarios, la de las dos hectáreas de la tierra como requisito. “Nosotros no tenemos ni tierra para que nos sepulten”.

¿No teme irrespetar la normativa?, le preguntamos y contesta que siempre han peleado por amor y contra el dolor que afecta a quienes aman. “Estamos dispuestos a hacer de todo. Los derechos están por encima de la ley”.

A su esposa Nelly, en una clínica privada, le acaban de dar “un bombardeo de opiáceos”. Alexis cuenta que en la madrugada, hace un par de meses, ella emitía unos gritos espantosos de dolor y el médico de guardia no supo qué hacer. Él decidió tomar un taxi hacia su departamento y traer el gotero con aceite de cannabis, con THC superior al 1%, para calmarla.

Por eso, hay un dato que ningún miembro de la Asociación de Pacientes en riesgo y familias vulnerables y cuidadoras del Ecuador brinda. No responden quiénes son sus proveedores de goteros con más del 1% de THC. Señalan que deben cuidarlos porque nadie más que ellos les ayuda a combatir el insomnio oncológico y el dolor crónico, por ejemplo.

La Policía Nacional de Investigaciones Antidrogas no ha dejado de hacer controles. Su jefe Fausto Íñiguez dice que entre el 2019 y junio del 2022 en el país han sido aprehendidas 1301 plantas de cannabis que eran cultivadas en viviendas. Solo en el primer semestre del 2022 se han hallado 48 plantas.

Íñiguez comenta que durante los operativos encuentran casos en que el cannabis es cultivado para uso personal, pero también hay quienes les aseguran que lo consumen para controlar alguna enfermedad. “Incluso presentan certificados médicos, pero en el país no está autorizado el autocultivo y los casos se judicializan, por tenencia ilegal de sustancias sujetas a fiscalización”.

Entre el 2019 y el primer semestre del 2022, la Policía Antidrogas ha detenido en todo el país a 96 personas que tenían plantas de cannabis en sus viviendas. 

En un intento por conocer más sobre los compuestos de cannabis medicinal, buscamos a dos de los proveedores de la Asociación de pacientes y familiares, que exigieron la reserva de sus identidades. Coincidieron en que llevan al menos dos décadas trabajando con plantas medicinales de todo tipo, una de ellas el cannabis. Ellos elaboran goteros con hasta 90% de THC.

Las y los pacientes de la Asociación, entre otros, sienten gratitud; hay una relación de confianza con ellos, son más que una ‘farmacia’, se juegan por la salud y el bienestar de las personas enfermas, dicen y evitan dar detalles de precios; reiteran que hacer dinero no es su objetivo. Ellos han investigado por años los usos de las hierbas medicinales, repiten.

Los proveedores recuerdan a Raphael Mechoulam, científico israelita que descubrió el potencial del THC, al lograr aislar ese componente activo de la planta. Ellos entregan aceites, tinturas madre y hasta cremas.

La ingeniera Jennifer Herrera revisa un frasco de crudo de CBD en el laboratorio de extracción. 28 de mayo 2022. Tabacundo. Foto: Diego Puente

Como anécdota, uno de los pacientes relata el caso de la esposa de un hombre con cáncer de cráneo en fase terminal. Usó cannabis con alta concentración de THC para erradicar el dolor. Creen que las universidades no conocen tanto sobre su efectividad, como estos proveedores. Para este reportaje buscamos a un par de profesionales químicos y dijeron que falta mucha investigación sobre la concentración de THC, no conocían sobre porcentajes altos.

Lola Monje es auditora. En su casa en Chimbo, Chimborazo, muestra sus exámenes. Tiene una decena de dolencias como artritis rematoidea (enfermedad autoinmune) y fibromialgia. Los episodios de dolor le impedían dormir. 

Desde hace siete años, por pedido de su hijo mayor y tras consultar con su médico, optó por tomar cannabis medicinal con todos sus componentes, incluso THC con un porcentaje mayor al 1%. Al inicio, tuvo miedo por sus creencias religiosas y su falta de información al respecto. Sus crisis de dolor disminuyeron en intensidad y frecuencia. Actualmente toma cinco pastillas por sus patologías (incluido un tratamiento contra la tuberculosis) tras ser afectada recientemente por la bacteria kleibsela oxytoca. Hace siete años tomaba 25.

Lola Monje revisa sus exámenes médicos en la sala de su casa. 3 de julio, Chimbo. Foto: Diego Puente

Verónica consume cannabis con THC al 15%. Vive en una zona residencial de Latacunga, en Cotopaxi. Sabe que su medicina alternativa, como la llama, llega de forma clandestina. Por eso no quiere dar su nombre completo. “Luego me siguen un juicio y no vale la pena”.

Ella empezó a consumirlo desde hace dos años para calmar los dolores crónicos. Toma una gota por la mañana y otra por la tarde. Por cada frasco paga USD 20. En Internet se oferta la misma medicina a USD 100, comenta.

“No me fío mucho. Hay muchas estafas. Te pueden vender aceite de oliva. Ellos se hacen el dinero y tú no tienes un tratamiento efectivo. Además no puedes reclamar a nadie”. Con las gotas ha logrado dormir ocho horas seguidas. Antes, pasaba en vela y descansaba máximo dos horas [diarias], por cansancio extremo.

Voces y testimonios de personas que viven con dolor crónico y usan cannabis medicinal como tratamiento alternativo en Ecuador.

Con esas y otras experiencias, Ponce asegura que nunca darán datos sobre sus proveedores: “Que nos lleven presos a nosotros, imagínese lo que les pasaría a quienes nos proveen en nuestro país en donde manda la DEA (Administración de Control de Drogas en EE.UU.)”.

La agrupación ha firmado convenios con proveedores de goteros con menos del 1% de THC. A los socios les entregan el producto a un precio especial de USD 20; los productores les dan un dólar por cada compra. De esta forma, pueden subvencionar a quienes no cuentan con recursos.

El doctor Oscar Navarrete, neurocirujano, especialista en el tratamiento del dolor, ha estudiado el uso del cannabis de tipo medicinal. Confirma que se recomienda para combatir dolores crónicos de difícil manejo, como Parkinson, epilepsia refractaria y cáncer en etapa terminal, si el paciente ha superado varias fases del tratamiento, en las que le han aplicado opioides de diferentes rangos.

En el organismo —dice— tenemos 300 veces más receptores cannabinoides, que opioides; éstos se encuentran en las células nerviosas, en el cerebro. Para esos casos, considera, en el país se debería permitir el uso de cannabis terapéutico con una concentración de entre 1 y 5% de THC. Ha conocido, comenta, a pacientes que usan fórmulas con 2% de THC, adquiridas de forma clandestina.

Al doctor Navarrete le parece necesario que el o la paciente haya agotado otro tipo de métodos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda, subraya, comenzar con algún analgésico, avanzar con opioides de baja cantidad y gran acción (tramadol y morfina).

El dolor —explica— puede ser agudo, subagudo y crónico; en el último caso, a los pacientes se les ha aplicado otros tratamientos durante tres meses sin tener efectos positivos, más bien el malestar se ha exacerbado. Por ejemplo, una lumbalgia que se agrava y provoca que la persona ya no pueda caminar.

En esa línea, el especialista subraya que en este tipo de enfermedades que menciona, el cannabis es otro más de los tratamientos, no se puede dejar a la persona sin el resto de sus medicamentos.

El negocio es exportar

Klaus Graetzer admite que hasta hace algo más de tres años, no conocía de las propiedades del cannabis medicinal. Sin embargo, se puede decir que en poco tiempo ha hecho un ‘diplomado’ en el tema. Durante la entrevista brinda datos, pone ejemplos y habla de su expectativa sobre este negocio.

Dos trabajadores de CannAndes retiran la fibra de la planta que será procesada. 28 de mayo. Tabacundo. Foto: Diego Puente

Para que se entienda la diferencia entre la concentración de THC de menos del 1% y superior a ese límite en el cannabis, pide pensar en el grado de alcohol de una bebida, en jugo de uva y vino, dice. El THC es el cannabinoide psicoactivo de la planta.  

“La marihuana sigue siendo ilegal en Ecuador, si el preparado tiene más de 1% de THC hay más efecto de psicoactividad, vuelo. Esa es una discusión más polémica, que tiene que ver con el uso recreacional, en la que el país no ha entrado. Además nos hemos blindado del narcotráfico”, recalca.

Pilar Estrada, trabajadora de CannAndes, camina en medio de plantas de cannabis con cogollos listos para cultivarse. 28 de mayo. Tabacundo. Foto: Diego Puente.

Graetzer y algunas de las personas que trabajan en la finca de Tabacundo usan chalecos con el logo de su empresa, en la espalda (una hoja de la planta y en el centro una montaña). En la charla pone ejemplos, en Europa —anota— solo está permitido el 0,3% de THC, mucho menos que en Ecuador.

En Estados Unidos el porcentaje autorizado es el mismo. “Para que alguien ‘vuele’ debería tener 5%”, dice.

Este empresario considera que CannAndes está abriendo el camino para otros. El MAG —apunta— brinda siete posibles líneas de negocios y ellos obtuvieron las siete licencias. Él sostiene que a futuro la línea industrial dará frutos; cree que en 10 años podrán hacer fibra para fabricar ropa y más textiles y plásticos biodegradables.

Por ahora, ya han importado semillas, cultivado, procesado, producido y comercializado productos como jabones, shampoo y goteros de aceite, entre otros, registrados en Arcsa. Anunció que otros siete más tendrán permiso próximamente.

Ximena Tacán y una compañera hacen porros con CBD, un compuesto no psicoactivo del cannabis. 28 de mayo 2022. Tabacundo. Foto: Diego Puente

Una de sus contrataciones, antes de la despenalización, elaboraba preparados en la clandestinidad. Cada semana les tiene sorpresas. Por ejemplo, en estos días, nos hizo probar unas galletas, y la semana pasada, cerveza con cannabis.

Como si fuera un especialista, Graetzer conversa sobre los tipos de cannabinoides de la planta. Le parece que hablar de THC y de CBD es reducir a bitcoins la discusión en torno a las criptomonedas.

“El cannabis en el cuerpo funciona como director de orquesta, regula todas tus funciones para que estés mejor, pero si alguien se rompe una pierna, no nos engañemos, el cannabis medicinal no lo sanará; no se trata de una cura mágica”, comenta. Y enseguida avanza en su explicación: “así como tenemos sistema respiratorio y reproductivo, hay un sistema endocannabinoide.”

CannAndes cuenta con un local en la González Suárez, en donde vende productos de otras firmas. Además han apoyado la apertura de un centro especializado, apalancado en la Federación Médica Cannábica, que está en su círculo. 

Él cuestiona las críticas de Alexis Ponce y la Asociación porque le parece que no es difícil reunir USD 350 a 1.500, para sacar las licencias. “Es un monto manejable, si mañana quiero trabajar en un taxi, ese cupo me cuesta USD 10.000. Así que el costo de las licencias no es un limitante”. Tampoco que se diga que hay que cultivar dos hectáreas en cinco años.

Para él, como industrial, repite, dos hectáreas es muy poco. CannAndes cuenta con licencia para cultivar 50 hectáreas para este negocio; 20 de ellas para industrializar el cáñamo, en la Costa. Ahora el costo de operación de su empresa es de USD 35.000 mensuales, pero no han generado ni 5.000 en ventas.

Un porro realizado con CBD en CannAndes. 28 de mayo 2022. Tabacundo. Foto: Diego Puente.

Los socios esperan que CannAndes crezca en un año más. No tienen la mira en el mercado local, ellos buscan exportar. “No existen floricultores que se dediquen a producir para el mercado ecuatoriano; igual ocurre con los bananeros. Tenemos clientes que nos piden toneladas, en Suiza y Estados Unidos”. 

Como Ecuagarden exportan sus flores a más de 80 países. “El mercado local compra un ramito en La Floresta, unos 25 tallos por USD 1,50, son seis centavos el tallo, pero el costo de producción son 28 centavos. En el exterior nos compran a 35 centavos”, detalla y mientras avanza entre las matas, encargados de los cultivos lo saludan, muchos lo conocen desde que era niño.

Pilar Estrada, trabajadora de CannAndes, camina en medio de plantas de cannabis con cogollos listos para cultivarse. 28 de mayo. Tabacundo. Foto: Diego Puente.

En febrero, CannAndes envió su primera carga de exportación a un cliente en Suiza, fueron 10 kilos de cogollos (flor de la planta). No existe un vuelo directo, desde Quito, así que la carguera escogió uno con escala en México. Allí, un perro de Antinarcóticos ubicó el paquete y por ello fue retenido en la Aduana.

Según Graetzer, Cancillería ha intervenido. Pero lo más seguro es que esa carga sea destruida. Esperan probar rutas para llevar materia prima a Brasil, Alemania y Estados Unidos.

Anthony está mejor

La asociación presidida por Alexis, que existe formalmente desde el 2018, reúne a 380 pacientes, 295 familias, más una nueva integrante, que vive en Colombia y sufre epilepsia. Aunque la mayoría se ubica en Ecuador, también tienen socios en Bélgica, Alemania, España y Argentina.

María Antonieta Terán y su hijo Anthony Marín, de 13 años, son parte de la agrupación. Anthony nació de 30 semanas y dos días (un alumbramiento debiera ocurrir entre la semana 37 y la 42). Al preguntarle el diagnóstico de su hijo, la madre enumera una larga lista de males, que empiezan con parálisis cerebral y siguen con microcefalia, atrofia cerebral severa, síndrome de Down y síndrome de Lennox Gastaut, que le ocasiona epilepsia.

Además, Anthony enfrenta miopía severa, hipotonía muscular (músculos rígidos), hipoacusia (escucha solo con oído izquierdo) y afecciones en la tiroides.

Antonieta pareciera acostumbrada a que los extraños se asombren al conocer sobre lo difícil de la condición de su hijo. Al ser maestra, habla de forma pausada, como quien intenta explicar el cuadro completo.

Anthony nació con el esternón fuera de su lugar, displasia en las dos caderas, escoliosis en grado severo, el pie derecho equino y la rótula del pie derecho salida. Y, por las altas dosis de medicamentos que tomó antes de dar con el cannabis, desarrolló gastritis por la medicación. Tiene úlceras gástricas, también presenta retención urinaria y estreñimiento.

En su casa, ubicada en la Villa Flora, un popular barrio del sur de Quito, acaricia la cabeza de su hijo, mientras recuerda que soportaban 45 convulsiones por día. Gracias a Dios, señala, por medio de la Asociación de pacientes vulnerables, consiguieron el gotero de cannabis medicinal.

María Antonieta Terán despierta a su  su hijo Anthony Marín con besos y enseguida le da dos gotitas de cannabis. En la noche, la dosis se repite. Él nació con síndrome de Down, epilepsia, parálisis cerebral y una larga lista de enfermedades. Su madre no se rinde. Quito, junio. Foto: Geovanny Tipanluisa.

Así, desde el 2017, las crisis de epilepsia han disminuido significativamente. Las convulsiones ahora se presentan una o dos veces por semana, pero son leves. Anthony toma dos gotitas en la mañana y dos en la noche.

También han disminuido las dosis de medicamentos para combatir la epilepsia. Antes de utilizar el cannabis debían darle 18 ml de Valcote y ahora toma 5 ml. Eso ha permitido que ya no tenga tantos problemas de gastritis.

Cada día, Antonieta, como otras madres de niños y niñas que viven con discapacidad y enfermedades crónicas en Ecuador, debe sortear dificultades. En el 2015, luego de 26 años de trabajar asalariadamente, tuvo que renunciar.

Anthony fue operado por un problema en el fémur, por una misión de médicos, proveniente de Estados Unidos. Su niño salió enyesando desde el cuello hasta la punta del pie.

No consiguió que alguien se encargara de cuidarlo. Desde entonces viven en la casa de la abuela; el padre también apoya económicamente, aunque no tiene una relación con su hijo.

En Ecuador, el autocultivo de cannabis, solicitado por familias de pacientes, se debatió en la Asamblea. Y, según el Ministerio de Salud Pública (MSP), también ellos lo han analizado. Pero aseguran que no se han podido establecer directrices concretas ya que su regulación exige del cumplimiento de los convenios internacionales en materia de drogas, así como las leyes ecuatorianas: Código Orgánico Integral Penal, la Ley Orgánica de la Salud y la Ley Orgánica de Drogas.

El MSP confirma que el cannabis y sus derivados se han utilizado con fines medicinales por más de 5.000 años en diversas culturas del mundo. También conocen que en diciembre del 2020, la Organización de las Naciones Unidas retiró al cannabis de las listas de sustancias estupefacientes y psicotrópicas, reconociendo su potencial terapéutico.

Sin embargo, advierten, que en esa fecha también la ONU comprometió a los países a limitar el cultivo, producción y uso de estupefacientes, para fines médicos, para impedir el tráfico y el uso ilícito.

En Ecuador, el Código Penal sanciona la siembra, cosecha y cultivo de plantas para la producción de sustancias estupefacientes y psicotrópicas, con fines de comercialización, con uno a tres años de prisión. 

A los empresarios como Klaus Graetzer les parece que hay que ir paso a paso y no avanzar hacia altas concentraciones de THC, ya que eso dificultaría los controles. Espera que el Gobierno no cambie las reglas de juego, ya que este es un negocio que crecerá en unos años, dice.

Alexis Ponce, ya desde Bogotá, se siente agobiado por la salud de su esposa Nelly. Cuenta que las enfermeras del hospital en donde se atiende la visitan en el departamento y no han rechazado el complemento de cannabis medicinal que le ayuda desde el 2014.

Robin Jud, un perro dorado, pasa casi todo el día junto a la cama de Nelly. Hace poco dieron con una mujer que trata a los animales que viven con dolor crónico con este producto, así que Alexis busca ampliar los contactos de la Asociación de pacientes en riesgo y familias vulnerables y cuidadoras del Ecuador.

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Este especial periodístico fue producido con apoyo del Fondo para Investigaciones y Nuevas Narrativas sobre Drogas, de la Fundación Gabo y Open Society Foundations.

Autora y coautores

Mariela Rosero Changuán

Periodista desde hace 23 años. Me concentro en los temas sociales, con enfoque de derechos. Necesito escribir, más que comer; y abrazar a mi hijo, mucho más que respirar. Mi escuela fue EL COMERCIO.

Geovanny Tipanluisa

24 años de experiencia en periodismo. Ex editor de las secciones Sociedad y Judicial de Diario El Comercio. Ex articulista de este medio de comunicación con cobertura nacional. Conferencista de temas de seguridad ciudadana, temática judicial y Fuerzas Armadas. Moderador. Condujo el programa familiar Somos todo oídos, que se transmite por radio Platinum.

Diego Puente Vallejo

31 años, de Quito. Es periodista de política y seguridad. Actualmente se desempeña como productor del programa de investigación de Visión 360 en Ecuavisa. Por siete años trabajó en el diario El Comercio de Quito. Ahí abordó temas de seguridad, manifestaciones, represión, migración irregular. Ganó el premio Jorge Mantilla Ortega en el 2021 en la categoría fotoperiodismo por su trabajo “Los que se van”. En España obtuvo el título de máster en Teoría Política y Cultura Democrática en la Universidad Complutense de Madrid y es licenciado en periodismo por la Universidad de Las Américas.

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Autoras

Mariela Rosero Changuán, Geovanny Tipanluisa y Diego Puente Vallejo