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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Gabriela Toro Aguilar

Desobedecer las fronteras: entrevista a Sonia Guiñansaca

Sonia Guiñansaca (Cuenca, 1989), poeta migrante queer, activista por la justicia social, performer y gestore cultural, nos recibe en la librería Rayuela, al norte de Quito, para conversar sobre su poemario Llakikay harkaykunapash / Nostalgia y fronteras / Nostalgia & Borders. La añoranza de los seres amados que están lejos, la angustia del día a día de vivir sin documentos, la imposibilidad de regresar cuando más se necesita, el desarraigo y la desobediencia a normas opresivas están en la sexta edición del poemario, a cargo de Severo Editorial. Es la primera con traducción al kichwa, de Yana Lucila Lema, y al español, de Anamaría Garzón Mantilla y Giulianna Zambrano Murillo —también autoras del epílogo—. La primera publicación, en inglés, fue una autoedición de Sonia, quien llegó a Estados Unidos a los cinco años de edad. Más que una filiación esa lengua da cuenta del tránsito migrante en su vida. Otros lazos relevantes de le poeta surgen en el libro, como el reconocimiento de su origen kichwa cañari y en las conversaciones que tiende con otras y otres; por ejemplo, algunas mujeres migrantes caribeñas de sus poemas o las citas de las escritoras negras Octavia E. Butler y NoViolet Bulagayo. Nostalgia y fronteras

Detalle de las manos de Sonia Guiñansaca, cada tanto acaricia su nuevo libro. 14 de noviembre de 2023. Quito – Ecuador. Fotografía: Karen Toro A.

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¿Cuál es tu música favorita?

¿Mi música favorita? Depende del día y de cómo estoy. Recientemente Severo me dio acceso privado a una playlist que han hecho para el libro, sale en diciembre. Estaba escuchando Julio Jaramillo, mucha música antigua, pero también de ahora. Por mi papá me gustan las canciones más del pasado y las bachatas, que son tristes. Sí, cualquier música, pero depende de cómo me sienta ese día.

En la conversación salen nombres de músicos chicanos y chicanas o que son hijos e hijas  de migrantes: Marisol “La Marisoul” Hernández (vocalista de Santa Cecilia, grupo mexicano-estadunidense) o los Hermanos Gutiérrez (dúo suizo-ecuatoriano). 

Me gusta la Tokischa, es una cantante dominicana y me gusta porque es joven, hace lo que quiere, sin preocuparse.

Nostalgia y fronteras tiene una particular sonoridad. Beeps de larga distancia, la insistencia de la pronunciación de su apellido para que no lo borren; cadencias que se sincronizan con el sentir de cada poema (ruptura del verso-desarraigo y separación; versos cortos y haikus-experiencias vitales condensadas; continuidad y ritmo acelerado-explotación laboral; finales con remate y rima-denuncia de la hipocresía); versos de JJ (transformados en lágrimas de sus sujetos poéticos) “derramándose” en las paredes de una casa; palabras en español colándose en el inglés; y el anuncio del anhelo de volver a una lengua (la de sus abuelos) que también es nueva: el kichwa.

¿Para ti qué es la lengua?

Es donde empieza mi arte, mi poesía. Crecí en los Estados Unidos, en Nueva York, entonces el Slam Poetry, la poesía oral, es el principio de cómo hice los poemas. [Cuando los escribí] no sabía cómo se iban a ver en las páginas, pero cuando las leo en una performance es más poderoso. Se ven mejor las pausas, donde pongo más el acento, donde está el español, las conversaciones, como en “Calling Cards” (Tarjetas de llamada) cuando estoy hablando con mi abuelita y digo sí, sí, abuelita, prometo que regreso”, hay una pena ahí que sí sale en la página, pero cuando lo hablo [en voz alta] se siente más y he notado cómo desciende y cae la poesía, cuando hago una performance, cuando estamos con otras personas.

Sonia a veces hace pausas. Me dice que piensa en español y en inglés. Para elle leer sus poemas en un libro es un acto más personal que tiene un efecto distinto, pero no opuesto, a las lecturas públicas. Lo íntimo y lo colectivo se disponen para conocer las vidas de personas que migran y que, por distintas políticas migratorias, les deniegan un estatus regular que reconozca todos sus derechos.

He notado que de la mayoría de artistas con quienes me relaciono, con quienes trabajo y que somos un movimiento, otrxs artistas indocumentadxs que han pasado por experiencias de migración en Chile, México o Nigeria, nuestro arte trasciende el tiempo. Nos movemos al futuro, al presente. En nuestro arte la experiencia de la migración no se limita a la página, no es suficiente. Entonces, todo eso junto, la página, la performance, la creatividad, la imaginación, todo es complementario. Es parte del proceso y de la creación.

La nostalgia es un movimiento hacia el pasado, añora lo amado, lo trae al presente desde su ausencia. La voz poética nos lo recuerda en varios textos, por ejemplo en “Lo que no te dicen cuando migras”: «Las polaroids viejas nunca van a ser suficientes / Te quedas siguiendo el trazo de la silueta de tus abuelos / Lo que sea que quede de ellos / O lo que sea que el tiempo no haya borrado // Cuántos años han pasado / 5, 10, 20/ han pasado 20 / 20 // En esos 20 años te han pedido que ocultes tu acento / Cose tu lengua / Para que no rueden las erres / Enderézate / Para que el Jesús blanco te acepte / Para que los abogados te ayuden / Arráncate las raíces de tu casa de abajo de las uñas / Córtate la trenza». En otros poemas, en cambio, hay una emergencia del presente que reivindica la belleza de los cuerpos de quienes migran y que están fuera de los cánones. También hay el deseo de otro porvenir.

Detalle de uno de los poemas en kichwa de su libro Nostalgia y Fronteras. 14 de noviembre de 2023. Quito – Ecuador. Fotografía: Karen Toro A.
¿Qué es el tiempo?

Lo primero que se me viene a la mente es que el tiempo es algo que se me ha robado por la migración, el tiempo que hubiese tenido con mis abuelitos y que no lo tuve, el tiempo robado por estar pensando qué va a ser del futuro cuando estaba indocumentada. El tiempo también es un lugar que no es exacto, es algo en lo que estoy siempre en el medio por ser migrante. Existir en el tiempo. Por ser una persona no binaria queer, el tiempo es un regalo, porque la mayoría de nuestra comunidad no vive después de los 40 o los 30 años. Entonces es algo precioso, es un privilegio. Ahora me enfoco en vivir el tiempo muy bien porque no sabemos qué va a pasar; todavía estamos en una pandemia, es un tiempo crítico, con el cambio del clima, lo que pasa contra la comunidad LGBT, especialmente en los Estados Unidos, lo que está pasando en Palestina. Entonces el tiempo es un regalo y es especial.

¿Crees que los duelos se transforman?

Ah, sí. Se transforma en sueños, en tu cuerpo, lo sientes en tu estómago, lo sientes en tu espíritu. Cuando estás caminando, está ahí, te habla a la oreja o llega cuando estás comiendo; como estar en los Estados Unidos y ves las frutas que no has comido y regresas y está ahí ese dolor. “¡Oh, mira la granadilla, cuánto tiempo ha pasado!”. Se siente cuando estás bailando y empiezas a llorar y dices “¿pero por qué?”, sudas y sale todo ese dolor. Sí se transforma, está en tu cuerpo y en lo que te rodea.

Lo que rodea, lo que existe en el mundo y que tiene materia. La vida que palpita. Sonia Guiñansaca, su voz poética, le da peso y afecto a lo material: aparecen árboles, cables telefónicos y personas con nombres. Pese al desarraigo hay vínculos. En el libro no tienen espacio lo etéreo ni lo que borra la presencia fundamental de lxs migrantes; incluso las páginas están ocupadas según la disposición del ritmo de cada poema y también hay fotos del archivo familiar de le poeta.

Sonia Guiñansaca luce flores y distintas plantas en sus tatuajes y su teléfono. 14 de noviembre de 2023. Quito – Ecuador. Fotografía: Karen Toro A.
¿Por qué pusiste tus fotos en el libro?

Siempre han representado algo que me ayuda a recordar a mi familia, es como decir “yo existo, nadie me va a sacar de la historia, nadie va a borrar a mi familia, al apellido Guiñansaca, mis abuelos existían aunque sea en la memoria. Somos reales”. Aunque algunos poemas son tristes tuve una niñez cuando vine a los Estados Unidos, estaba con mi mami, contenta. Las cosas son complicadas y quería que las fotos nos mostraran. En las discusiones sobre migración somos escritos en los reportes como números, “¿cuánta gente es indocumentada? Oh, tal número, ¿cuánto pagan de impuestos?”. Pero nunca cuentan las historias detrás de todos esos reportes, detrás del tema de migración hay personas y había personas antes de irse, tenían nombres, historias, apodos. Es importante para humanizar que haya algo más aparte de los poemas. No son invenciones, es algo real que tiene que ver con personas; [señala las fotos que divide al libro entre su traducción al kichwa y la que está en español] a veces están felices, otras veces no.

Karina Marín (escritora, crítica literaria e investigadora ecuatoriano-uruguaya) en su ensayo Sostener la mirada. Apuntes para una ética de la discapacidad dice que hay que hacer aparecer los cuerpos que han sido privados de estar en el espacio público, debemos dejarnos afectar por su presencia, “[n]ingún cuerpo debería dejarnos indiferentes. A pesar de lo que lleguemos a sentir ante ellos, con emociones que pueden ir del miedo al asco, consentir la afectación es el único camino de (re)conocimiento.” Los poemas de Sonia Guiñansaca —cuya primera publicación fue en 2016— hacen aparecer los cuerpos prietos, indígenas y sexodisidentes de migrantes indocumentadxs. Conforme leemos podemos imaginar sus manos, sus pies, los zapatos que se quitan después del trabajo, el maquillaje que usan. Aparece lo bello.

Detalle de las manos de Sonia Guiñansaca, mientras muestra fotos de su archivo familiar impresas en el libro. 14 de noviembre de 2023. Quito – Ecuador. Fotografía: Karen Toro A.
¿Cómo definirías la belleza?

Te doy ejemplos. La belleza viene de ti mismx, [depende] de como quieras definirla. Para mí la belleza es algo natural, es estar con la naturaleza. Otro ejemplo: está en una persona que se maquilla, que sale a la calle como quiere verse, eso es poder y belleza. También está en algo que es tierno. La belleza se ve en las relaciones con tus amigos, amigues. La belleza es de diferentes formas. Por diferentes razones, por racismo, algunas veces pensamos que lo bello está en ser blanco o flaco, no queer sino ser cis-heterosexual, tiene que ser alguien rico; pero la mayoría de la veces está en frente, en nuestra comunidad, en las reflexiones, en nuestros tatuajes, nuestros abuelitos con sus arrugas o los pelos que ya están haciéndose blancos. Esa belleza, como las manos de mis padres que están duras porque han trabajado [mucho]. Veo belleza en muchas cosas.

El poemario está abierto sobre la mesa, Sonia a veces acaricia el libro, otras veces sus manos se mueven para responder o también acompañan a las pausas. El libro está distribuido de tal manera que el kichwa es la lengua privilegiada; los poemas en la segunda lengua oficial del Ecuador componen la primera parte, luego —a la mitad del poemario— están las fotos familiares y le sigue la traducción simultánea del inglés al español.

¿Cómo te sientes al leer los poemas en kichwa?

… Muy emocionada. [Sonia se contiene]. He llorado toda la semana, pero, sí, me siento muy contenta. Nuestro punto era… poner al kichwa primero, ¡que las lenguas coloniales, el español y el inglés, se vayan atrás! Ese era el punto central y poner al frente a mi comunidad Kichwa-Cañari. Aunque conozco algunas palabritas y no puedo entenderlos o leerlos [a los poemas], me siento muy contenta. Este fin de semana estuvimos en Cañar, tuvimos una celebración, la comunidad de allí hablaba kichwa y notar que pudieron abrir el libro, sin leerlo en español o en inglés, o alguien traduciéndoles, sino ellos mismos [en kichwa] fue muy especial. ¡También es político! Quiero pensar que si mis abuelitos estarían vivos ellos pudieran abrir las páginas y leerlo en su lengua.

Sonia Guiñansaca durante la entrevista con motivo del lanzamiento de su nuevo libro. 14 de noviembre de 2023. Quito – Ecuador. Fotografía: Karen Toro A.

El kichwa es enunciado como una lengua deseada, Nostalgia y fronteras cierra con “Runa in translation”, “Runa en traducción”, la voz poética nos dice: “Anhelo escribir este poema en kichwa / hablo un español quebrado / el inglés con un fuerte acento neoyorquino / me pregunto si mi lengua algún día sanará de este quiebre”. Al deseo, entonces, lo acompaña una transformación y lxs lectores presenciamos ese movimiento. El dolor, la crueldad, la injusticia y la discriminación pueblan las páginas del poemario pero al mismo tiempo sus sujetos deciden, actúan y disienten; sus historias tienen matices. A todo eso, no se puede olvidar, le antecede el “quiebre”.

La audiencia del libro especialmente es las personas que están en este lado; en mi experiencia, amigos, familiares o comunidades de acá, cuando me hablan de los Estados Unidos o de cuando sus familias migran, no saben lo que está pasando allá [en los Estados Unidos], solo dicen “se fueron allá”, pero ¿qué pasa “allá”? Esta es una oportunidad para mostrar que no es suave; es difícil. Están trabajando por el sueño americano, pero también hay racismo, hay muchas cosas y entonces esas historias [las de los poemas] son la oportunidad de dar a conocer a la comunidad, acá en Ecuador y que tiene una relación diferente con la migración, la experiencia de los migrantes. Así ese dolor se hace más real.

También [es necesario] cambiar la idea de que la migración es nuestra culpa, es del Estado, es la política global, porque la migración no solo es esa relación entre los Estados Unidos y Sur o Centroamérica. Está pasando entre los países de Suramérica, de Colombia, Venezuela, Ecuador, Cuba, a las personas que son refugiadas de otros países y vienen de Haití o los palestinos. Todo, la migración, el desplazamiento, es un tema global y no es culpa de las comunidades. Nadie escoge ir a sufrir, entonces contar las historias personales es importante porque aunque no tuvimos papeles, cuando éramos migrantes indocumentados, seguimos teniendo agencia, todavía tenemos voz, amor, no solo somos tragedia, somos complejos; no solo somos migrantes, somos parejas, somos padres, madres, abuelos.

Sonia Guiñansaca fundó y gestiona una residencia para artistas indocumentadxs queer en Nueva York, House of Alegría o Casa de Alegría.

¿Cómo se hace una comunidad?

En la poesía o en el arte siempre se ve a un poeta de una manera individual, pero la verdad, los mejores artistas o las artistas que están en forma son parte de comunidades, tienen valores, nunca están solos. La comunidad es muchas cosas: hay diferentes comunidades, de artistas, colegas, personas que son de Ecuador, queer. La comunidad para mí no solo se basa en la identidad, sino de nuestros principios: creer en la justicia social, tener en común querer la naturaleza, creer que todas las personas tienen agencia, dar amor y tener principios como el amor y el respeto.

Al final del libro nos dices que tus poemas surgen de una urgencia.

Sí, y yo lo hice. Lo [auto]publiqué porque en ese tiempo, y todavía ahora, no había recursos ni apoyo a lxs artistas migrantes, específicamente indocumentadxs; por eso hice House of Alegría o Casa de Alegría. La mayoría de esos poemas los escribí en mis veintes. Los últimos como “Runa in translation” los escribí ya en mis treinta. Esa fue una época, y todavía sigue, en la que no había espacios para migrantes indocumentadxs, no binarixs, de color. Hay mucha gente talentosa, tienen historias bellísimas y potentes, pero lo que falta es el apoyo.

Uno de tus haikus dice: “Su reflejo prieto / Limpiado de poesía / Esto es una borradura”. Un cuerpo, un arte y una historia que se rompe. ¿Qué pasó ahí?

Con otros poetas indocumentados fuimos de los primeros que frontalmente ocupamos espacio, como en documentales y muchos proyectos. Lo que noté es que incluso en esos espacios, a las mujeres, a los no binarios como yo, fuimos borrados de esa historia, como en la literatura y en la poesía. También pasa que en los Estados Unidos hay racismo; hay migrantes que son blancos, hay migrantes que son de Ecuador o latinoamericanos que son blancos y han tenido acceso a oportunidades. Para mí eso era importante de hacer notar, que como cuerpo prieto en el espacio de la poesía, de la literatura, donde estaba yo, en los Estados Unidos, fui borrada de la historia de la lucha por los derechos de lxs escritores indocumentadxs y su legado. Hubo un hombre que estuvo solo por reconocimiento o dinero, pese a que éramos muchxs personas queer ymujeres que hacíamos mucho del trabajo, de ahí viene. Es todo eso, pero también de la interpretación, es un haiku.

Retrato de Sonia Guiñansaca en la librería Rayuela. 14 de noviembre de 2023. Quito – Ecuador. Fotografía: Karen Toro A.
Desde tu experiencia ¿crees que ya son visibles las comunidades prietas, de color, las mujeres trabajadoras, lxs niñxs indocumentadxs?

Primero, ¿para quién es la visibilización?, ¿ante quién queremos ser visibilizados y para qué? Porque somos visibles entre nosotros y eso tiene más valor. En mi día a día lo más importante es estar en la comunidad y pensar qué está pasando ahí y no poner en el centro a las personas que no son de comunidad, porque si nos centramos en ellos no estamos viviendo nuestra vida. Entonces, ¿para quién es la visibilidad? [Por ejemplo], pienso en la gente indocumentada; en el 2001 la visibilización de los migrantes fue [algo] duro por lo que pasó en las Torres Gemelas. Eso nos impactó, especialmente en Nueva York, y sobre todo a los musulmanes y a las personas de color; se pasaron leyes que nos impactaron mucho, nos atacaban. En ese aspecto, no queríamos visibilización.

En la época de 2007 a 2013 hubo esa generación de personas indocumentadas, en específico los jóvenes indocumentados de mi generación; salimos públicamente como indocumentados e hicimos acciones. Ahora me digo ¡wow!, teníamos mucha fortaleza para hacer lo que hicimos, pero era importante y la visibilización era importante porque paró esa dinámica de que para ayudar a los migrantes tienen que ser otras personas quienes hablan por y para nosotros. Y no. Nosotros podemos contar nuestras propias historias, por tener la experiencia de la migración sabemos qué leyes faltan. La lucha, el liderazgo, tiene que venir de la comunidad. En esa época era importante ser muy visible como indocumentado, pero con el peligro de ser deportado, de estar en la cárcel y [la preocupación] de qué podía pasar con tu familia, porque tú no estás sola, en tu familia hay más indocumentados y tu activismo les puede impactar. Pero esa forma de visibilizar ayudó a mover el debate sobre la migración y quiénes luchan por ella.

Sabemos que hay que valorar a la gente queer, migrante, pero lo que está pasando es que se tokeniza [de tokenismo] a la comunidad, escogen lo mejor y las presentan al mundo; esa visibilidad solo cuenta una historia y no hace compleja a la historia migrante y eso es importante. No solo somos [los] migrantes buenos que se muestran para pasar mejores leyes. Somos [personas] complejas, no hay “buena migrante o mala migrante”, somos humanos, pecamos, bailamos, somos buenas o malas parejas. He notado que la visibilización ahora algunas veces se enfoca en tokenizar porciones de la comunidad para una meta, pero eso deshumaniza.

Hay literatura sobre niñas, niños y niñes indocumentados que cruzan el Río Bravo, hay un discurso sobre ellxs, pero también una realidad.

Sí, ¿y quién tiene el derecho de contar esas historias? He notado en mucha literatura que quienes cuentan, hacen arte o toman fotos, lo hacen sin pedir permiso o sin [medir] las consecuencias. Hay momentos muy íntimos que son capturados [en obras así]; eso, en mi comunidad, como artista, no [lo] practicamos, siempre tiene que haber permiso. Si no tenemos relaciones con esa comunidad, entonces no es el momento de contar esa historia, primero debemos hacer una relación, porque hay consecuencias. Hay historias que pueden estar aquí [señala el libro], pero no las voy a contar, respeto a mi tío, a mi tía, a mi abuela, a mi papá. Es importante quién cuenta las historias, por qué y para qué, qué sabe de ellas. Muchas personas que escriben historias de migrantes ganan premios y eso no regresa nunca a la comunidad, [mientras tanto] esa persona se hace un “gran artista”. Ese es el modo [de hacer] que nos enseñaron a nosotros y a los artistas también. Pero yo y toda mi comunidad decimos [que esa] no tiene que ser la práctica o la manera, como en un libro, que no vamos a decir su nombre, que se hizo de una manera extractiva.

El poema “Sin Título 5” está dedicado “para la criaturas no acompañadas en El Paso / #migrantchildenarechildren”. Zapatos de Power Ranger, botellas de leche y pies pequeños están en un desierto o tras las rejas. Es muy difícil no conmoverse ante una de las realidades más dolorosas de nuestro hoy: la criminalización y los vejámenes (sea de instituciones legales u organizaciones para-estatales) contra niñas, niños y niñes no acompañadxs y que cruzan fronteras.

Retrato de Sonia Guiñansaca. 14 de noviembre de 2023. Quito – Ecuador. Fotografía: Karen Toro A.
Sonia, ¿qué hace que se deshumanice a los niños, niñas y niñes que están pasando las fronteras?

El imaginario contra la gente migrante es perverso. Los gobernantes y la gente más rica, los empresarios, han creado esa idea de que las personas migrantes no son personas. Y lo vemos más cuando hablan de los niños. ¿Por qué no son niños? Necesitan sus infancias; como ahora en Palestina hay niños que están muriendo y no los ven como niños. Los reporteros, los gobernadores, los políticos hablan de ellos como que no importasen, como “daños colaterales”. Y no, son personas chiquitas, tienen aspiraciones, están pensando en sus juguetes. No podemos olvidar eso. Recuerdo a una niña pequeña, también indígena de Ecuador, que estaba cruzando [la frontera] y fue detenida. Y se colgó… Vemos fotos, historias, vemos a los niños con su juguetitos cruzando [las fronteras] y ¿cómo no nos damos cuenta de que son humanos?

¿La poesía puede transformar a la gente?

Sí, sí. La poesía, el arte, transforma a la gente, cambia la mente de las personas, toca el corazón y eso es algo muy poderoso porque impacta en los cambios de justicia. Necesitamos del arte, la poesía, la música, la fotografía, todo eso es muy importante para que la lucha sea más grande.

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Autoras

Gabriela Toro Aguilar

Apasionada de la locura de la vida. Antes que nada prefiere observar, escuchar y leer. Periodista, correctora de texto y estilo y encuadernadora artesanal. Actualmente es becaria de la maestría en literatura hispanoamericana de El Colegio de San Luis (México).