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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Jeanneth Cervantes Pesantes

25 de noviembre: ¡Y no están todas!

Ni una menos, vivas nos queremos fue la consigna con la que arrancó la movilización convocada en la ciudad de Quito, a las 10:00, del pasado 25 de noviembre de 2023, Día Internacional para la Erradicación de la Violencia hacia las mujeres.

Cientos de personas se sumaron este año a la marcha que partió desde el Arco de la Circasiana en el Parque El Ejido, para demandar el cese de la violencia machista. 277 mujeres han sido víctimas de feminicidio desde el 1 de enero al 15 de noviembre de 2023, al menos 150 feminicidios están relacionados con sistemas criminales, 113 feminicidios son de carácter íntimo y 14 son transfeminicidios, según datos de la Alianza Feminista para el Mapeo de los Femi(ni)cidios en Ecuador.

Desde la tipificación del femicidio en 2014, se han registrado al menos 1.659 mujeres, niñas y adolescentes víctimas de feminicidios en Ecuador. Al menos 153 hijos e hijas han quedado en orfandad como consecuencia de estas muertes violentas por razones de género.

Señor, señora no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente.

Durante la movilización en la capital, una tela extensa cayó por sobre el puente del Guambra en muestra de solidaridad por el genocidio que vive el pueblo Palestino. “¡Viva la Intifada! Palestina será liberada”, “Contra el invasor colonialista, resistencia feminista” se leía en la larga tela que recibió a la marcha al pasar por la avenida Patria y 10 de Agosto, en el centro norte de Quito.

Mujeres de la colectiva Sordas Feministas interpretaron en lengua de señas cada una de las consignas que resonaron durante la movilización. 25 de noviembre de 2023. Quito. Fotografía: Vanessa Terán.

Izq. Una activista sostiene una bengala en la movilización del 25 de noviembre, en Quito. Fotografía: Karen Toro. / Der. Una persona trans baila en la movilización del 25 de noviembre, en Quito. Fotografía: Vanessa Terán.

Retrato de una mujer que participó de la movilización del 25 de noviembre, en Quito. Fotografía: Karen Toro.

Varias fueron las convocatorias que circularon invitando a la marcha, unas usando el emblema “Vivas Nos Queremos” que articula al movimiento regional, otras “contra la guerra, los transfeminicidios y el racismo”. A pesar de que sus gráficas y colores fueron distintos todas tenían la misma finalidad: aglutinar el símbolo de lucha que se sostiene cada 25 de noviembre, la demanda de justicia para las víctimas de feminicidio.

Anabel Campos, madre de Valeria Vargas, Ruth Montenegro, madre de Valentina Cosíos, Elizabeth Otavalo, madre de María Belén Bernal, Elizabeth Loor, madre de Maribel Loor… Fueron algunos de los rostros que se vieron durante la marcha cargando fotografías de las suyas y demandando que se haga justicia en sus historias. Los nombres de Josselyn y Letty Cando también se escucharon entre las consignas de la marcha que avanzó por la Calle Guayaquil hacia la Plaza de Santo Domingo.

Una tela verde y morada hecha por el colectivo Bordando la ternura, cosida en retazos, llevaba tejidos los nombres de las víctimas de feminicidio que se cuentan casi a diario.

Carteles con fondo en color morado, sostenidos por personas que asistieron a la marcha, denunciaban que el extractivismo también ejerce violencia hacia las mujeres. Los rostros y los nombres de defensoras de la tierra y territorios se leían: Esther Landeta, Josefina Tunki, Alicia Cahuiya, Gabriela Fraga

Elizabeth Loor grita a la policía en reclamo por el feminicidio de su hija Maribel Loor, durante la movilización del 25 de noviembre, en Quito. Fotografía: Karen Toro.

Izq. Policías mujeres cierran el paso de la movilización que quería ingresar a la Plaza Grande. / Der. Mujeres reclaman a la policía por impedir el paso hacia el Palacio de Gobierno. 25 de noviembre de 2023. Quito. Fotografías: Karen Toro.

Malony Chávez, sostiene una bandera trans durante la movilización del 25 de noviembre, a su paso por la Plaza del Teatro, punto clave en el ejercicio del trabajo sexual trans en Quito. Fotografía: Vanessa Terán.
Retrato de Kmila, mujer trans y trabajadora sexual en la movilización del 25 de noviembre, en Quito. Fotografía: Karen Toro.

Otra de las denuncias que fue evidente durante la movilización del sábado 25 de noviembre es la relacionada con la situación de las trabajadoras sexuales trans, la exposición de sus vidas, la precarización y la violencia a la que se enfrentan. Kmila, es integrante de la  Asociación y Sindicato de Trabajadoras Sexuales Trans de Quito, quienes han denunciado la constante extorsión y amenazas contra su integridad por parte de la Policía; nos comentó que esperan que el Gobierno de Daniel Noboa, reconozca el trabajo sexual como lo que es, trabajo. “No reconocerlo, negarlo, es violencia” afirmó. 

La movilización concluyó en la Plaza de Santo Domingo, un espiral formado con pétalos de flores se veía en el piso, de a poco iban llegando quienes se convocaron a la marcha y colocaron algunas de las fotografías de las víctimas de feminicidio dentro del círculo, resonaban las consignas con menos intensidad, mientras la batukada que acompañó la marcha se escuchaba con más fuerza. 

Mujeres de diferentes organizaciones en el acto de cierre de la movilización del 25 de noviembre, en Quito. Fotografía: Karen Toro.

Fueron distintas voces, consignas y demandas las que se aglutinaron en la movilización del 25 de noviembre en Quito. Una movilización que se da después de la salida de Guillermo Lasso, como Presidente de Ecuador y la reciente posesión de Daniel Noboa. Una movilización que demanda que las organizaciones de mujeres, de derechos humanos y feministas exijan una rendición de cuentas al Gobierno saliente y reclamen, al tiempo, recursos y personal capacitado, con una perspectiva crítica y de derechos humanos, para que el año seis meses de Gobierno de Noboa en algo responda a la situación de impunidad y violencia hacia las mujeres, niñas y personas trans. Pocas son las lecturas acerca de cómo el discurso de seguridad, la guerra interna para “combatir” al crimen organizado y el narcotráfico están usando de escudo a las mujeres, niñas y mujeres trans; cómo en medio de esta guerra se están usurpando sus vidas, sometiéndolas a situación de trata, explotación sexual e incluso muerte. “Mujeres como botín” en una guerra en la que los únicos beneficiados son quienes tienen en sus manos las armas y el poder.

La movilización del 25 de noviembre debe seguir creciendo desde y con las demandas de las mujeres empobrecidas, de las mujeres negras, de las indígenas, de las trabajadoras sexuales, de las sindicalistas, de las sobrevivientes… y especialmente de las familiares de víctimas de feminicidio que demandan justicia y reclaman que las historias de las suyas no se repitan, pero que especialmente exigen que la impunidad no rompa la memoria.

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Autoras

Jeanneth Cervantes Pesantes

Editora de la revista digital feminista: La Periódica. Asesora de comunicación con enfoque en violencia, género, derechos sexuales y reproductivos. Feminista apasionada por la encrucijada digital.