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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Jeanneth Cervantes Pesantes

Un minúsculo presidente

En un país desgarrado por la desigualdad. Un hombre minúsculo quiso gobernar. 

Tras muros enormes, protegido por su autoritarismo, se escondía del pueblo que decía representar.

Había una vez, alguna vez, un presidente minúsculo en algún lugar.

Su prepotencia le sobrepasaba en metros al andar.

Hijo de uno de los hombres más ricos siempre tuvo todo a regodear.

Jamás un bus supo tomar, ni el pan y la leche para un desayuno comprar.

En su auto blindado la gente lo veía pasar y tras unas gafas oscuras posaba sin cesar. 

Murallas cubrían su gran mansión, gente armada cuidaba el ego del pequeño señor.

Un espejo era su consejero, ahí su propio reflejo intentaba contemplar.

Solo cumplidos se escuchaban resonar, no admitía crítica audaz.

Entre oropeles se fue a criar y más allá de los muros no podía soportar.

El eco de su voz apenas se escuchaba titubear.

Pobre el hombre minúsculo, renegado y mimado se fue a criar. 

Pobre de él, que ni en belleza ni en estatura lograba cautivar.

Mientras un pueblo sin luz eléctrica fue a quedar. 

A merced del desempleo, la violencia y la pobreza ya no podía aguantar.

Muchas figuras de cartón con su rostro se propuso regalar.

Esperaba que lo admiraran sin rezongar.

La gente lo miraba con desdén, asqueada por su absurdo actuar. 

Pobre hombre mimado no sabe gobernar.

El minúsculo hombre amurallado, se sostenía sin cuestionar.

Hablaba con él mismo, incapaz de escuchar. 

Desde su encierro incapaz:

«¡Terroristas!»  por aquí,

«¡Terroristas!» por allá, se le oía vociferar.

Quería admiración, pero ni su desesperación de videos en tik tok lo podían ayudar.

Tal era su desfachatez que a un país quiso gobernar, sin entender lo que iba a estallar.

Pobre hombre minúsculo malcriado que no puede cautivar.

Un día multitudes de personas empezaban a despertar y lo querían desechar. 

Un país en tinieblas, sin educación, quebrado pie a pie se empezaba a movilizar.

Una juventud de ímpetu se empezó a llenar.

Con su uniforme escolar salieron a protestar para algo al fin cambiar.

Quitaron a la fuerza rejas que les impedían al palacio presidencial pasar.

Lanzaron piedras para poder cruzar.

Esta vez no será, pocos eran aún, pero había un despertar. 

Detuvieron a uno y a dos, los arrastraron por el piso jalando su mochila escolar.

Terroristas por aquí, terroristas por allá los quisieron acusar.

Muchachos, hoy no será, pero en algún momento esto cambiará.

Que los golpes y la represión no les haga dejar de soñar.

Ilustración de @pepailustradora
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Autoras

Jeanneth Cervantes Pesantes

Editora de la revista digital feminista: La Periódica. Asesora de comunicación con enfoque en violencia, género, derechos sexuales y reproductivos. Feminista apasionada por la encrucijada digital.