
| María Paula Granda Vega
Para esta segunda vuelta electoral, debemos hacernos cargo: Noboa NUNCA MÁS – extrema derecha NUNCA MÁS
En una espera lenta y por momentos agónica, Ecuador se aproxima a la segunda vuelta presidencial el 13 de abril. Estar lejos de dónde las papas queman —posición por demás cómoda, en un contexto político como el actual— permite tener otras reflexiones, que quizá, estando dentro, no serían posibles. Desde aquí, con el anhelo de tener un país al que poder volver, es preciso insistir en que Noboa NO es una opción para pensar en recuperar una vida digna, de libertades, de justicia, de equidad para la mayoría de quienes habitan lo que todavía reconocemos como Ecuador.
No hace falta ahondar en lo decepcionante que ha sido escuchar lo que ya conocemos de la candidata Luisa González representante de un ala del ‘progresismo’ conservador, anti-derechos de las mujeres y diversidades sexogenéricas, extractivista, curuchupa y ya desde finales del mandato de Correa, cuando comenzaron las deportaciones de ciudadanos cubanos, un poco (o mucho) xenófoba. Tampoco es necesario insistir en que Luisa no es de izquierda o que el verdadero camino de la izquierda revolucionaria no es la búsqueda del poder del estado y tantos etc. que no paramos de leer por parte de quienes promueven el voto nulo.
Lo urgente hoy es, con un poco de humildad y autocrítica, reconocer que desde ningún sector de lo que conocemos como izquierda política, electoral y no electoral, lo que incluye no solo a los clásicos partidos políticos, movimientos obreros, el movimiento indígena, sino también a los movimientos de mujeres, feministas, transfeministas, LGBTI, ecologistas y otros, que no hemos sido capaces de construir una alternativa que hoy sea viable para el resto de la sociedad y para detener el desangre del país.
Ante esta realidad, no queda más que darle el voto crítico a Luisa González que es la única que, en este contexto, puede impedir que el proyecto necropolítico autoritario de Daniel Noboa continue, se lleve todo por delante y empeñe lo poco que todavía queda de soberanía y riqueza nacional a su familia, sus empresas, y las potencias del norte global.
De la misma forma, es imperativo que esas otras voces de los partidos políticos montadas en un ego descomunal, siguiendo el ejemplo de Rafael Correa, que se han dedicado a infantilizar a quienes señalan las contradicciones profundas, errores garrafales, corrupción y posturas preocupantes que atentan contra derechos fundamentales expresadas por la candidata González, hagan silencio o, por lo menos, exijan rectificaciones mínimas de su opción electoral y dialoguen respetuosamente con sectores que legítimamente cuestionan al autodenominado progresismo.
De una u otra manera, a menos de un mes de la segunda vuelta electoral, todas las fuerzas deben estar concentradas no en deslegitimar a quienes hoy apoyan el voto nulo, sino en demostrar la inoperancia conscientemente escogida de Daniel Noboa, que en todos los aspectos de su gobierno ha fracasado, llevando al Ecuador a situaciones límite, donde, como siempre, las personas más afectadas son las comunidades en situación de vulnerabilidad económica y social, en su mayoría racializadas y excluidas históricamente.
En este año y medio de gobierno de Daniel Noboa, el ‘nuevo Ecuador’ se ha convertido en uno de los países más inseguros del mundo. De acuerdo con el informe 2024 de la organización Insight Crime, Ecuador lidera la lista de los países más violentos de América Latina. En los primeros 50 días del 2025 en nuestro territorio se han cometido 1300 asesinatos, lo que equivaldría a uno por cada hora.
La pobreza y desigualdad ha aumentado. Para finales de 2024, según datos del INEC, la pobreza y extrema pobreza aumentaron 2 y 2,9 puntos porcentuales respectivamente en comparación con 2023, siendo las tasas más altas registradas desde la pandemia de COVID en 2019. Aunque el INEC ha considerado que estas variaciones interanuales como “poco significativas”, la tendencia es preocupante mientras los negocios del candidato-presidente y su familia están boyantes.
Asimismo, el autoritarismo del mandatario y su plan fénix fallido ha promovido abusos permanentes de las fuerzas armadas que hoy nos hace contar innumerables desapariciones forzadas, tortura y ejecuciones extrajudicales, en total impunidad. En efecto, desde la declaración de conflicto armado interno por el gobierno de Daniel Noboa en enero de 2024, el colectivo de Geografía Crítica de Ecuador, mapeó que en el periodo de un año se han cometido 35 casos de abusos policiales y militares; 20 casos de desapariciones forzadas y 11 casos de ejecuciones extrajudiciales, incluidas las ya confirmadas de Saúl, Steven, Nehemías y Josué, los denominados niños de las Malvinas.
A la par de que se pretende privatizar sectores estratégicos, ceder bases militares a Donald Trump en Galápagos, profundizar la extracción petrolera y minera, poniendo en riesgo a la naturaleza, que en nuestra Constitución, es sujeta de derechos, comunidades enteras en todas las regiones del país están abandonadas a su suerte, enfrentando, como en el caso de Esmeraldas, los desastres ambientales provocados por la irresponsabilidad en la gestión de empresas petroleras, así como las pérdidas humanas de jóvenes, niños, y adultos en la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado.
Cambiar el rumbo del país no es algo que se podrá hacer de la noche a la mañana y tampoco Luisa González es una garantía absoluta. En todo lo cuestionable de sus posturas ideológicas y prácticas políticas nefastas de muchos de sus coidearios, es menos peor que un niño rico, misógino, violento, autoritario, que ha pisoteado la Constitución más de una vez y representa a una derecha antidemocrática, enmarcada en una propuesta necropolítica que recorre el mundo pasando la motosierra por los derechos de jubilados, de la educación pública, de campesinos y campesinas, trabajadores y de las grandes mayorías empobrecidas del mundo.
Es responsabilidad de todxs quienes vamos a votar y queremos que las niñas y niños, jóvenes tengan un presente y futuro fuera del infierno actual; que en el país exista justicia social y ambiental y sea un lugar de oportunidades, evitar a toda costa que Noboa vuelva a gobernar. Sobre todo, es responsabilidad nuestra, de quienes creemos en otra izquierda, lejos de las versiones distorsionadas existentes, hacernos cargo y construir, ahora sí, aprendiendo de nuestros errores, otras posibilidades de real transformación de nuestro país.
Los partidos políticos y movimientos sociales de izquierda y los que dicen ser progresistas, más allá de eslóganes vacíos y lavados de cara al denominarse feministas o poner a mujeres en las direcciones de sus espacios o tener protocolos de violencia política, que en la práctica son un saludo a la bandera, tienen que reflexionar profundamente por qué hoy la candidata que va a enfrentar a la extrema derecha, por convencimiento personal y porque no ha tenido otra opción para crecer en su movimiento político, ha tenido que alinearse y disciplinarse para encajar en el status quo conservador.
¿Hasta qué punto, las dirigencias partidarias y de las diversas organizaciones del campo popular y la militancia misma han seguido reproduciendo prácticas políticas e ideológicas que no permiten la real transformación de las mismas estructuras de estos espacios para que sean verdaderamente democráticos y no violentos ni racistas o sexistas o LGBTI fóbicos? Tanto es así que desde diversos sectores, al final, la “brillante” conclusión es que el error de las izquierdas ha sido asumir las agendas ecologistas infantiles y transfeministas radicales, dejando por fuera “lo verdaderamente importante”. Este discurso que se repite sin ambages a puerta cerrada de los partidos y en redes sociales por diversos intelectuales también es parte de la ola regresiva en derechos y libertades que hoy enfrentamos.
En esta misma línea, hacerse cargo- hacernos cargo, también implica que dentro de los sectores que están fuera de los partidos y los movimientos sociales históricos como el índigena, campesino o de trabajadores, más allá del justo reclamo a estos sectores, también planteemos cuestionamientos al cómo hemos construido hasta aquí y muchas veces hemos mirado el quehacer político como algo ajeno y con desprecio, cuando es en ese marco, al final, donde es necesario, también, dar la batalla. Por otro lado, es necesario repensar en qué estamos fallando al momento de dialogar con el resto, y hasta qué punto no hemos dinamitado puentes y perspectivas colectivas de fortalecimiento y crecimiento de una tendencia y un proyecto alternativo a los existentes.
En definitiva, este 13 de abril es nuestra obligación votar por Luisa González, pero para que en verdad sea un Noboa NUNCA MÁS, y una extrema derecha, NUNCA MÁS, debemos asumir lo que nos toca; trabajar y caminar hacia acuerdos que se sostengan en el tiempo y logren posicionar y generar posibilidades concretas, factibles para la sociedad ecuatoriana y quienes viven en nuestro país con un horizonte donde nuestro anticapitalismo, antirracismo, anticolonialismo, antiextractivismo tengan sentido y se traduzcan para el resto de la sociedad en una vida mejor.
Autoras
