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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Nina Gualinga

Nos Pasa a Todas

“No soy un hombre que golpea a mujeres, te pego porque eres una niña malcriada”, decía mientras me pegaba.

Muchos conocerán mi lucha por el medioambiente, pero pocos saben de mi lucha personal. Y ya estoy cansada.

Hace casi dos años, después de años de maltrato, de haber sido amenazada con una escopeta en la cabeza, de haber sufrido una fractura en la espalda por una patada, con las rodillas todavía sangrando, agarré a mi hijo y decidí irme. No podía más. No fueron los golpes ni las veces que daba mi cabeza contra el carro, lo que más dolía, sino las mentiras, la humillación, los celos, la manipulación constante.

Tuve mucho miedo, pero dolió más ver en quien me había convertido. Reconocer lo que viví. Ver los amigos que había perdido. Llegué a dudar de mi verdad. Aún es difícil de creer, pero las cicatrices, los exámenes médicos, la denuncia del 2015, quienes intentaron ayudarme, están allí para recordarme que sí pasó.

Preguntarán ¿cómo alguien como yo puede “permitir esto”? No tengo respuesta. Estoy sanando todavía. Lo que sé es que los monstruos no nacen, se hacen. Y si seguimos preguntado a las mujeres ¿por qué? en vez de cuestionar al que perpetúa violencia, seguiré siendo una cifra más.

Intenté dejar esto atrás, pero él aún quiere controlarme con acusaciones falsas, amenazas, demandas, y utiliza a nuestro hijo y el sistema judicial para continuar su violencia y control sobre mí. Tengo boletas de auxilio y orden de alejamiento pero el sistema judicial Ecuatoriano no me ha dado garantías y me obliga a estar en contacto con él cada 2 semanas —o cuando a él le da la gana. Esto ha empeorado durante la pandemia. Si antes el Estado no precauteló mi seguridad y vida, ahora me siento más expuesta. Tengo nuevas medidas de protección pero no se han hecho efectivas y a pesar de las insistencias no tengo respuestas; cuando las tengo, son revictimizantes.

Hoy no puedo regresar a Ecuador a ver a mi familia, y me duele en el alma.

Las mujeres tenemos derecho a una vida libre de violencia, sea que venga del Estado, los policías, la sociedad, nuestra familia, parejas o ex-parejas. Ya aguanté suficiente. No puedo seguir luchando por la tierra sin luchar por mí.

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Autoras

Nina Gualinga

Nina Gualinga es una joven de origen Kichwa de la Amazonía Ecuatoriana, defensora de Territorios Indígenas y Derechos Humanos.