Bajo todo pronóstico, ha sido muy complicado para mí dibujar en estos días. Soy ilustradora independiente y, desde hace varios años, he trabajado desde mi taller, que está en mi casa. Entiendo la importancia de mantener el aislamiento social en esta emergencia sanitaria en la que nos encontramos, de hacer nuestra parte para contribuir al bien común y no ponernos en riesgo a nosotros ni a los demás.
En otras circunstancias, un día normal para mí no es muy diferente, permanezco en casa todo el día, ilustrando y manteniendo toda mi comunicación con mis clientes y seres queridos de manera virtual. Pero estos días, lo siento todo diferente, tengo la preocupación de no saber qué va a pasar, cuándo podré retomar los proyectos que quedaron en pausa y las conversaciones con potenciales clientes, que en su mayoría pertenecen al ámbito del arte y la cultura.
La situación actual evidencia la falta de seguridad laboral a la que nos enfrentamos las personas que trabajamos en el arte y la cultura; no contar con beneficios de ley, tener que afiliarse voluntariamente a un seguro que muchas veces no funciona, no contar con garantías del Gobierno, etc. Además, me pongo a pensar mucho sobre la injusticia social, porque no todos podemos decir: “me quedo en casa”. Para muchos, quedarse en casa probablemente significa la estabilidad de tu negocio, el sobrevivir el día a día, la comida de hoy.
No puedo dejar de pensar en la gente que no tiene la fortuna de tener una casa, la que está sola en casa, los migrantes sin casa y las que están viajando por tierra, las personas que resultan ser invisibles para los gobiernos, y a mi corazón le da taquicardia. Siento que ya no por trabajo, si no por una necesidad propia, debo seguir creando, ya que lo único que puedo aportar es esto, mi arte, con el deseo de enviar a todes mucha fuerza y amor, donde quiera y como sea que se encuentren.
Primero, es importante darme cuenta que, el poder quedarme en casa es un privilegio, y asumirlo y aportar de alguna manera. Dibujar es algo que debo hacer porque ese es mi aporte, porque necesito hacer catarsis y expresar algo con mi arte; después de todo, para qué hacemos arte si no es para conmover, para comunicar, para acompañar.
El ambiente está mucho más tranquilo, ahora se puede escuchar las aves cantando alrededor de los edificios, hay mucho menos tráfico, el aire está más limpio. Tal vez es hora de darse cuenta y replantearse prioridades en nuestros estilos de vida. Tal vez sea el momento de oír al universo, que pide cuidar nuestra gran casa, la Tierra.