Skip to main content
Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Gabriela Toro Aguilar

En las urbes están lejos de nuestro dolor

Entrevista a Nayra Chalán

Fotografía de portada: Carolina Zambrano

Nayra Chalán es la vicepresidenta de la Ecuarunari (Ecuador Runakunapak Rikcharimuy, también conocida como la Confederación de los Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador) y desde el fin de semana pasado ha sido una de las dirigentes indígenas que también es vocera del Paro Nacional. Esta gran movilización nacional, convocada por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) desde el lunes 13 de junio, y que continúa en pie de hecho, pone en discusión la grave crisis que atraviesa el país: exponen diez puntos cruciales de la realidad socioeconómica (reducción del precio de los combustibles, focalización de los subsidios, desabastecimiento de la salud, educación intercultural y pública, entre otros).

A sus 31 años muchas personas reconocen a Chalán como una de las voces relevantes de Saraguro (Loja), cantón que ha enfrentado constantes amenazas de mineras. La también comunicadora social ha señalado, desde el inicio del Paro Nacional, las amenazas a los derechos humanos sufridas por las y los manifestantes, el atentado al dirigente Leonidas Iza y las decenas de detenciones arbitrarias. Al cierre de esta entrega (25 de junio), a partir de las declaraciones del presidente Guillermo Lasso, la Alianza por los Derechos Humanos hizo una alerta pública sobre la consumación de crímenes de lesa humanidad, pues hay una alta probabilidad “de la materialización de delitos graves como ejecuciones extrajudiciales, personas heridas, tortura[s] y desapariciones forzadas, considerados como crímenes de lesa humanidad y que constituyen una amenaza para la paz, la seguridad y el bienestar” de la población. De su registro se conocen: 64 vulneraciones a derechos humanos, 5 personas fallecidas, 166 heridas y 108 detenidas.

Archivo Paro Nacional 2022. Fotografía: Karen Toro

En este marco de conmoción social, lleno de discursos racistas, La Periódica entrevistó a Nayra Chalán (el 19 de junio) sobre la participación de las mujeres indígenas en las manifestaciones, sus demandas y otras reflexiones sobre el Paro Nacional.

En muchos lugares del país se ha visto a las mujeres indígenas estar al frente de las manifestaciones. Esto no es nuevo, también lo vimos en el Paro Nacional del 2019, ¿cuál es la situación actual de las mujeres indígenas en este contexto de grave crisis que atraviesa el país?

El problema de la mujer no es solamente una cuestión que tenga que ver con lo étnico, es una cuestión muy generalizada; sin embargo, el tema étnico pesa bastante en una sociedad que discrimina. Pesa con más fuerza en todos estos espacios donde la colonia se acentuó demasiado fuerte y ya con el fin de las haciendas, que es una cuestión reciente para la sierra ecuatoriana, se profundiza toda esa lógica de exclusión, discriminación y explotación al indio.

Vemos ahora que la situación de las mujeres es la que invita a que seamos nosotras las que estemos en primera fila porque las compañeras son las que sienten primero el peso de la crisis que atraviesan las pequeñas economías de las familias, son las que cargan todo el esfuerzo que conlleva sostener una familia y sostener la vida de una misma. En las zonas rurales y en las zonas de los sectores populares la situación económica que viven las compañeras es complicada.

Las mujeres son las que mayormente sostienen la alimentación de todos los territorios que en este momento [domingo 19 de junio] están con medidas de hecho, además son las que sostienen los cuidados. Es cierto que dentro de una familia la mujer es la que se queda sosteniendo la casa, mientras otras mujeres asumen los roles de cuidado y de alimentación en los espacios de movilización y también son las que toman la batuta en varias de las situaciones en las que se avecinan espacios de represión y confrontación con la fuerza pública. Son las que con más firmeza sostienen las decisiones que se han tomado, ellas sostienen sus propias convicciones dentro de los espacios de movilización. Esa es la realidad, quizás no muy visible para todos en los espacios territoriales indígenas. Esa lógica [de invisibilidad del trabajo de las mujeres] del patriarcado y el machismo ha hecho que las mujeres no pongan de manifiesto varias situaciones cotidianas de nuestros espacios territoriales, pero que los espacios de movilización empiezan a reconfigurar.

Nosotros reclamamos ese espacio [al frente de las manifestaciones] porque tiene mucho que ver con los cuidados. A nosotras nos interesa que nuestros compañeros no sean masacrados, por eso nos ponemos al frente, porque sabemos que la fuerza represiva piensa dos veces para atacar a una mujer. También está el hecho de la transmisión de todo lo que está sucediendo. Quien lleva a un wawa a una movilización no es un padre, por lo general es una madre la que lo hace y ese es el espacio de transmisión de esta memoria, de este recurso y de esta estrategia que hemos tenido como pueblos indígenas, como pueblos y nacionalidades para seguir resistiendo.

Archivo Paro Nacional 2022. Fotografía: Jeanneth Cervantes

¿Cuáles son las demandas de las mujeres de las bases que usted dirige?, ¿cuáles son sus preocupaciones?

Básicamente, sienten de manera más acentuada todos los problemas que se generan en torno a los diez puntos que están planteados [en el Paro]. Los créditos se dirigen a los varones, las mujeres no son los sujetos de crédito y si acceden a uno tienen muchas más complicaciones para pagarlos. La condonación [de las deudas] haría que muchas de las compañeras sean beneficiarias de una política que aliviane, de alguna manera, la economía; porque, además, varias de ellas [que han hecho] este requerimiento son madres que ejercen su maternidad sin compañía alguna. 

Con la feminización del campo, no solo a nivel del Ecuador, sino que es una tendencia general el que las mujeres sostengan más las actividades del campo, la cuestión de los precios justos para los productos agrícolas beneficiaría a las compañeras.

En el tema minero es evidente porque las compañeras están en esos territorios diciéndole “no a la minería”, por ese mismo vínculo que se tiene con los espacios territoriales, pero además porque es el espacio donde las compañeras sostienen la vida. Si vamos al tema de la salud reproductiva, está descuidado y se ha perdido la noción de la prioridad a la atención y la infraestructura para la atención a la mujer.

Archivo Paro Nacional 2022. Fotografía: Jeanneth Cervantes

La dirigente indígena recuerda el recorte presupuestario que hizo el expresidente Lenin Moreno a la prevención y atención de la violencia de género, la violencia intrafamiliar y la educación sexual, que estaba enfocado en la prevención del embarazo en adolescentes. Este tipo de políticas han sido señaladas por varias organizaciones de derechos humanos, feministas y de mujeres como un gran retroceso en materia de derechos. Hecho que se ha profundizado en los últimos tres gobiernos. Hoy en día, Ecuador cuenta con cifras que superaron el promedio de feminicidios registrados por la Alianza Feminista para el Mapeo de los Feminicidios en el Ecuador: de enero a mayo del 2022 ciento dieciocho mujeres fueron asesinadas por razones de género, cinco de ellas eran mujeres trans y sesenta fueron asesinadas a manos de grupos de delincuencia organizada.

En una rueda de prensa y en algunos discursos de los dirigentes de la Conaie se ha mencionado la problemática del feminicidio, ¿hay alguna propuesta específica?

Diferenciar las necesidades específicas de las mujeres en todo este pliego petitorio quizá es el reto de las organizaciones [convocantes del Paro], pero las mujeres estamos trabajando para poner esta necesidad [de evitar el feminicidio] en los reclamos que se hacen. Si bien es cierto que en su misma estructura [de la Conaie] hay muchos valores conservaduristas, no significa que [estos temas] no consten dentro del pliego petitorio. 

Por ejemplo, y tiene mucho que ver y lo hemos puesto en la Asamblea Nacional, la Ley Orgánica de Tierras Rurales y Territorios Ancestrales reclama que las mujeres seamos propietarias y titulares de un terreno, que las compañeras seamos sujetos de crédito. Aunque, con toda sinceridad, en la organización indígena todavía nos falta crecer bastante [en torno a] lo que sucede con las compañeras mujeres, campesinas, rurales e indígenas de pueblos y nacionalidades. Bueno, el reto de nosotros también es que estemos ahí, para precisamente poder plantear esta situación latente.

Pese a la presencia de la vocería de una dirigente como usted, y que no es nada nuevo, parecería que esa presencia y esa representación de las líderes indígenas es minoritaria.

No es lo mismo que un hombre asuma estos espacios [de dirigencia nacional y vocerías] a que lo hagan las compañeras. Cuando hemos trabajado para que una compañera se sume a un espacio comunitario, a las dirigencias o hasta a los espacios a nivel nacional vemos que hay una triple carga la que deben sostener y esto es lo que, en muchas ocasiones, me lo han dicho, hace imposible que las compañeras puedan involucrarse. Tienen la carga laboral, los cuidados y la militancia dentro de las organizaciones. Y la tercera carga, para asumirla bien, tendría que anular las otras dos y eso es lo que generalmente hacen los compañeros al momento de entrar a las organizaciones, pero no sucede lo mismo con las compañeras.

Hay que decir que esto no solo pasa en las organizaciones indígenas y tampoco solo en las de la izquierda. Está normalizado que nosotras tengamos los cuidados de los wawas y el sostenimiento del hogar. Sabemos que todo esto del patriarcado no tiene nada que ver con lo biológico, sino que tiene que ver con una construcción social muy arraigada. Básicamente, eso no abre la posibilidad de que las compañeras puedan estar en esos espacios [de vocería a nivel nacional].

Archivo Paro Nacional 2022. Fotografía: Ana María Buitrón

¿Hay diálogos con las organizaciones feministas y de mujeres sobre los problemas específicos que afectan a las mujeres? ¿La Conaie o la Ecuarunari han pensado en un horizonte de diálogo con estas otras organizaciones?

Para nosotros es fuerte el trabajo del sostenimiento de una estructura bastante compleja, que tiene una diversidad de criterios que hay que saber cómo gestionar; eso requiere de mucho tiempo. En ese sentido, nosotros sí nos hemos centrado en potencializar nuestras estructuras organizativas para garantizar que podamos llevar este espacio de movilización de una manera reivindicativa. Eso ha disminuido la posibilidad de poder sentar una interrelación bastante estrecha entre las organizaciones. 

Hemos dicho que cada quien tiene que poner su lucha en este proceso. No podemos encabezar una diversidad de sectores que también tienen sus demandas puestas en ese pliego petitorio y que también son parte de este gran proyecto de llegar con los diez puntos triunfantes.

No somos solamente el sector étnico, el indígena. Personalmente creo que las organizaciones también deben asumir su carga histórica de lo que está sucediendo. No es falta de voluntad, sino que creemos que, evidentemente, todos los sectores sociales deben asumir sus cargos. Nosotros tenemos de por sí un trabajo muy duro. En lo personal llevo al menos desde el primero de junio cuidando espacios territoriales 24 horas 7 días a la semana.

Nayra, ¿qué nos puede decir como dirigenta saraguro respecto al extractivismo como política del gobierno de Guillermo Lasso? Sabemos de las concesiones mineras y petroleras, denunciadas por comunas y organizaciones campesinas, que se extienden a todo el país, incluido el espacio marítimo.

Primero, hay que aclarar que el gobierno de turno ha hecho lo mismo que los tres gobiernos anteriores. Nosotros quisiéramos que entiendan el porqué de la radicalidad de nuestra lucha. Decir “no a la minería” no es porque no queramos desarrollo, no queramos fuentes de trabajo, como prometen las empresas mineras. Es porque sabemos que la minería no es una posibilidad a largo plazo.

La minería es una inversión de una sola cosecha, no es posible dos o más cosechas, como sí pasa en la agricultura. En ese sentido, para nosotros la minería no es una opción de vida. Vemos cuál es el mecanismo de llegada de las mineras, no llegan vacíos ni solos. Ahora que estuvimos en [la cordillera de] Fierro Urco* (cuya influencia hídrica es decisiva para El Oro, Loja, Azuay, Morona Santiago y Zamora Chinchipe), vimos cómo llegan con guardia privada armada, drones, perros amaestrados y tienen prácticas intimidatorias. Se apropian de las vías que antes eran comunitarias para exigir derechos sobre esas.

Hay intimidaciones, dividen a las comunidades, compran conciencias y nos enfrentan entre comuneros. [La defensa anti-minera] Tiene que ver con una cosa fundamental, quienes vivimos en el campo no tenemos otra opción de vida. No tenemos una casa en las grandes ciudades para irnos a vivir después de que entren las mineras a nuestros territorios. Entonces el reclamo es firme porque ese es nuestro único hogar. Aprovecho para solidarizarme mucho con la pareja de adultos mayores que fueron desalojados en Tundayme (Pangui, Zamora Chinchipe), ¿a dónde van a ir los dos compañeros adultos mayores que hicieron toda su vida en este espacio territorial?

A veces siento que en las urbes hay cierto desconocimiento, cierta lejanía del dolor [que vivimos]. No tienen claro de dónde viene el agua, eso nos lleva a estas confrontaciones. Por eso también tenemos que unirnos con compañeros de las ciudades, porque unidos somos más.

Archivo Paro Nacional 2022. Fotografía: Jeanneth Cervantes

A mediados de mayo Nayra Chalán denunció en su perfil de Tuiter las declaraciones misóginas de Jairo Montaño, precandidato a la alcaldía de Saraguro (Loja) para 2023, quien dijo: “no hay una dama en este cantón que no sea prostituta, que no sea zorra, puta” . Al respecto, y con el contexto tan complejo de feminicidios al alza en el país y las amenazas de mineras a comuneras y comuneros, preguntamos cuál es la opinión de la dirigente.

Para muchas personas es difícil asumir una posición, porque las figuras políticas llevan tras de sí un acumulado de adherencias y respaldos, decir algo es confrontar con esas otras adherencias. Personalmente rechazo toda necesidad de utilizar estos calificativos en el contexto que sea. No hay necesidad de condenar una actitud con este tipo de palabras que no aportan para nada al debate político. Si uno quiere condenar la violencia política contra las mujeres entonces tiene que condenarla tal cual.

Lo más alarmante es que no solo sucede en el contexto político, lo que pasa es que tiene más posibilidades de ser evidenciado, pero esta realidad sucede en los hogares. No creo que hay mujeres que se hayan salvado de que sus parejas les hayan dicho “puta, zorra, prostituta”. Esto pasa en el lenguaje común, entonces más allá de que es verdad que es repudiable que las figuras políticas usen este tipo de lenguaje en un escenario, creo que hay que comenzar a desnaturalizar estos vocabularios y estos lenguajes que menoscaban la integridad y el mismo amor propio de las mujeres. Por eso me atrevo a decir que por más que haya un lenguaje de avanzadas de actores políticos, la realidad más doméstica [de estos] quizá no es coherente con su discurso.

¿Qué reflexiones le amerita el discurso racista exacerbado de estos momentos?

Es complejo y realmente doloroso. No todo sucede en los medios de comunicación, este tipo de declaraciones también vienen de varios personajes de la opinión pública. Lo más lamentable es que todavía se sostiene una estructura discriminatoria, por supuesto, con un tinte muy racial. Porque, al final, seguimos siendo los indígenas quienes somos los menos beneficiados, pese a que nuestra contribución con el Estado, como estructura, es permanente; incluso subsidiando los costos de nuestros propios productos agrícolas. Hacemos un gran aporte desde las comunidades indígenas y campesinas, sin embargo, al momento del acceso a los derechos es limitado.

Realmente yo aguantaría una discriminación, pero lo que no estoy dispuesta a aguantar es justamente que, a mis hijos, a mi hija se le anule el derecho a estar en un espacio, una institución educativa, por el hecho de no cumplir con ciertos requerimientos que un estado nacional exige como norma general. Cuando sabemos que la situación económica, social y política de este país tiene muchos tintes y que no todos tenemos las condiciones para tener un mismo nivel académico, un mismo nivel de posibilidades económicas para ser respetados en el ejercicio de derechos.

Archivo Paro Nacional 2022. Fotografía: Karen Toro

 Nayra, por favor, unas últimas palabras.

Quisiera elevar un saludo de fraternidad y de solidaridad a todas las compañeras que estamos movilizadas, que están sosteniendo todos los espacios. El trabajo que cada una pone aquí es absolutamente valioso, por más que sea un minuto de nuestro tiempo y concentración que dedicamos a lo que está sucediendo en este país, eso ya es valioso para esta lucha. Y reconocemos todos los aportes que las compañeras mujeres están haciendo, también reconocemos los aportes de las abuelas que están cuidando de nuestros wawas mientras nosotros también estamos en estos espacios de movilización, ellas son las que están con nosotras. Reconocemos también a las compañeras de las diversidades sexuales que están ahí, humanizadas y solidarias con todas las luchas que atravesamos. En este construir un país justo nos hemos encontrado con muchas fronteras, muchas murallas, pero estamos dispuestas a juntarnos para derribarlas.

Compartir

Autoras

Gabriela Toro Aguilar

Apasionada de la locura de la vida. Antes que nada prefiere observar, escuchar y leer. Periodista, correctora de texto y estilo y encuadernadora artesanal. Actualmente es becaria de la maestría en literatura hispanoamericana de El Colegio de San Luis (México).