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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Pedro Gutiérrez Guevara

Ellas deciden

Este reportaje se publicó originalmente el 03 de mayo de 2022 en la web de La Suprema Estación 96.1 y en las redes sociales de Sin Etiquetas 96.1

“Cierta ocasión, el famoso travesti llamado Priscila 

con zapatos altos de color blanco y una vestimenta 

elegante para la noche de trabajo se mantuvo parada 

y en posición indiferente. No hizo caso de los gritos 

lanzados por el guía penitenciario para que asumiera 

una actitud de sumisión.”

Purita Pelayo

Ser una persona privada de libertad en Ecuador al día de hoy no es la única sanción empleada para castigar. ¿Cuáles son esas otras sanciones?, ¿la experiencia de habitar la cárcel es igual para hombres y para mujeres?, ¿qué es ser mujer trans y habitar un pabellón masculino? 

Plumas en los pabellones masculinos de Turi

En julio del año 2021, a partir  de una investigación académica mantuve una entrevista con Francis, Arce y Klever, las y el representante de la Asociación LGBTIQ+ Caminos de Libertad. Desde esa fecha hemos mantenido contacto vía correo electrónico. Este colectivo fue fundado por Isis Naomi, Arce, Kléver, Yamileth, Andrea, entre otras personas el 09 de febrero de 2017 dentro del pabellón masculino de Turi. Caminos de Libertad mantiene una lucha política bajo la consigna de velar por los derechos de sus integrantes: acceso a salud integral, trabajo, reconocimiento pleno de su identidad de género. 

Klever tiene 59 años de edad, es un hombre gay, el tercer y actual presidente de la Asociación, ingeniero en marketing. Actualmente está  a la expectativa de su investidura en la carrera de Derecho que cursó en la cárcel. “Orgullosamente pasivo”.

Nos encontramos en la cabina de radio que funciona en el área educativa del Centro de privación de libertad (CPL), un lugar insonorizado y con micrófonos desde donde se transmiten los programas Las Guerreras de Lilith y Voces del Alma. Klever desde el inicio del encuentro saca el maletín, papeles de su trabajo y una pluma para tomar nota. Cuenta que  cuando alguien del exterior viene, le gusta que le dejen sus datos de contacto. Comenta orgulloso que actualmente dentro del grupo de diversidad hay 37 integrantes, que al principio no llegaban ni a 15 personas. Añade: “Hay compañeras que han salido libres, hay otras que nuevamente han regresado a la cárcel. Nadie está obligado a pertenecer al grupo de diversidad de género, esa es la voluntad propia de cada una. La que quiere se involucra y nosotros les damos la acogida”.

De acuerdo al Servicio Nacional de Atención Integral a Adultos y Adolescentes Infractores (SNAI), el CPL Turi, en 2019 registraba una población de 2.207 personas. El Diagnóstico del Sistema Penitenciario del Ecuador realizado de manera colaborativa entre Kaleidos – Centro de Etnografía Interdisciplinaria de la Universidad de Cuenca y la Universidad de las Américas señala que para abril de 2021 la población carcelaria en el Ecuador era de 39.040 personas privadas de libertad, de las cuales 36.474 (93,43%) correspondían a hombres y mujeres trans y 2.566 (6,57%) a mujeres, una vez eliminados los registros con información de identificación duplicada, ya que el subregistro es una realidad que entorpece la gestión de datos y servicios penitenciarios.

La estadística señala que el 99,65% de las personas que habitan los pabellones masculinos se reconocen como hombres heterosexuales y el 0.24% como personas LGBTIQ+. Los datos desagregados permiten observar que, de estas 86 personas LGBTIQ+, el 17,44% son bisexuales, 46,51% homosexuales, 19,77% transexuales —que se debe leer como mujeres trans— y el 16,28% se reconocen dentro del término paraguas “LGBTIQ+”.

Entonces, ¿por qué las mujeres trans figuran dentro del registro de hombres? ¿Qué es la identidad de género: transgénero y cisgénero? Las personas trans son aquellas que no se autodeterminan desde una correspondencia entre el sexo biológico que les asignaron al nacer (intersex, hombre, mujer) y su género percibido (masculino, femenino, no binario), las demás son personas cisgénero. Por otra parte, la categoría orientación sexual sirve para identificar como una persona construye sus relaciones sexo/afectivas en relación con sus parejas.

Entonces, ¿cómo se refleja la data del (cis)tema* de gestión penitenciaria en relación a la identidad de género y orientación sexual de las mujeres trans? La misma se sistematiza a través del uso de la variable “género o LGBTIQ+” en el (cis)tema de gestión penitenciaria para registrar a las personas de los pabellones masculinos parte de varios errores. A pesar de leerse como un avance. 

En primer lugar, la orientación sexual (bisexual, homosexual, representadas por las letras G y B) y la identidad de género (transexual, representada por la letra T) no son términos equiparables. Segundo, se debe homologar la variable transexual (T) a la categoría de mujeres trans. Mismas que constan en la data carcelaria masculina porque al momento del ingreso al CPL tienen registrados en sus documentos de identidad, nombres y género masculino, sin embargo, esta categoría deja por fuera la autopercepción de las personas transgéneros, travestis y trans no binarias. Tercero, el uso de la categoría LGBTIQ+ para individualizar la vivencia de la identidad de género y orientación sexual de las personas es imprecisa, por ejemplo: al incluir la letra L (lesbiana) dentro de la categoría LGBTIQ+ solo tendría sentido si se refiere al caso de una mujer trans que también se reconoce como lesbiana, reflexión que no se refleja con el actual proceder de mal uso de variables en la data.

La corona y unas tijeras

La Directiva de la Asociación Caminos de Libertad siempre está integrada por una Reina de belleza, la eligen cada año en el mes de junio por el Día del Orgullo LGBTIQ. En el año 2021, fue electa Francis, mujer trans de 43 años de edad, oriunda de Guayaquil. Mientras Klever me cuenta sobre el reinado, no puedo evitar pensar ¿cuántas compañeras trans han pasado por esta cárcel?, ¿cuántas han estado más de una vez?, ¿cuántas han decidido estar en el pabellón masculino y no en el pabellón femenino? Tras este primer acercamiento resulta “lógico y/o natural” saber que un hombre gay vive en el pabellón masculino, pero también mujeres trans habitan esas mismas paredes. 

El ingreso y distribución al recinto carcelario (pabellón masculino/femenino) es determinado a partir del dato sexo (hombre/mujer) o género (masculino/femenino) que consta en la cédula de identidad de las personas privadas de libertad. Para entender la vivencia diferenciada que tienen personas trans dentro de la distribución, es importante conocer que a partir de 2016 entra en vigencia la Ley Orgánica de Gestión de la Identidad y Datos Civiles que regula el cambio de nombres y de género de las personas trans, sin embargo, este procedimiento exige como requisito la presentación de dos testigos que acrediten que la persona solicitante ha vivido con su identidad trans por dos años y hasta abril de 2021, solo se permitía el procedimiento en cuatro sedes del Registro Civil en Quito, Guayaquil, Cuenca y Manta. Además, esta ley no cumple con los estándares de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, instancia que determina que el cambio debe basarse “únicamente en el consentimiento libre e informado”.  Esta es una política que genera un doble estandar de cedulación, uno para personas cisgénero y otras para trans, es una política cisnormativa.

Durante la conversación con la Asociación, Francis llama mi atención y es que su parecido con la cantante popular, Sharon la Hechicera es evidente: sus uñas largas con manicure francés, un jean ajustado, una blusa blanca, dos aretes en cada oreja, un maquillaje sobrio y su cabellera rubia resaltan. Le pregunto a Francis sobre su identidad de género y si ha cambiado sus datos personales en la cédula: “estuve en trámites del cambio de mi identidad, de mi nombre masculino a femenino, fui al registro civil, incluso pregunté el costo, como era una chica visada (se refiere a que tenía una visa estadounidense) debía hacer mis trámites desde Estados Unidos para cambiar mi identidad. Pero, como ya caí detenida, perdí mi visa”, cuenta. La identidad de género es una manifestación de la personalidad de cada persona. De ahí la importancia en cuanto a la protección y garantía, su falta de reconocimiento vulnera los derechos a la libertad, autonomía personal y dignidad, así como a los principios de igualdad y no discriminación.

Continúo la conversación con Francis, le pregunto: ¿cómo sustentas tu vida en la cárcel? Con una mirada pícara me responde: “soy una estilista profesional”. El oficio lo aprendió cuando vivía en libertad. Durante varios años tuvo su peluquería y estética en el sector de San Sebastián en el Centro histórico de Cuenca. Ahora, ella recorre las instalaciones del Turi, dentro del pabellón de hombres ofreciendo cortes de cabello, pedicure y manicure, además es de las pocas personas privadas de libertad que se mueve entre pabellones tanto de mínima, mediana y máxima seguridad y al pabellón femenino donde da clases de estilismo, belleza, cortes, maquillaje. Recalca, “soy muy pedida por mi carisma”. 

Francis, en su lucha contra la burocracia carcelaria que es hacer trámites, darles seguimiento, hablar con funcionarios y el Director de la cárcel, reconoce que el ir de pabellón y pabellón es algo positivo para seguir haciendo lo que le gusta.; “Tengo todas mis herramientas. Gracias a Dios las autoridades me han facilitado esa ayuda, no llamemos un privilegio porque nadie tenemos privilegios acá”. Y con entusiasmo termina: “Yo nací con esto de que me encanta estar maquilladita y arreglar a las personas, mantenerlas bien pulcras, bonitas, entonces eso quiero inyectar acá a los chicos”.

A Francis se le enciende su mirada cada vez que narra el poder ser ella, trabajar, habitar la cárcel y el pabellón masculino. Le pregunto si alguna vez solicitó que le cambien al pabellón de mujeres o si está bien ahí. Francis apunta: “No, yo me encuentro bien acá. Siempre me han mantenido respeto, porque tú sabes: el respeto genera respeto. Usted sabe que no todos somos monedita de oro para caerles bien a las personas, entonces hay que saber manejarlo, yo he sabido ubicar bien las cositas; entonces personas que son súper gratas, chévere acá, personas que son tóxicas, allá. Vivir mi vida tranquila, relajada y con trabajo, nada más”. 

La cárcel como espacio hipermasculino y cisnormativo, tiene prejuicios, muchos de los hombres privados de libertad, a partir de la ignorancia y misoginia asumen que ser una personas trans y ser un hombre gay es lo mismo. Francis añade: “Muchas personas piensan de que ya porque somos un grupo LGBTI -como nos dicen vulgarmente, un gay-, sí ha habido un poquito de rechazo de personas equis.Todavía tienen el machismo impregnado en su piel y sienten el pavor de acercarse a un gay, una persona trans, una travesti; a mí me ha pasado y estamos en un lugar así, pero bueno hay que saber sobrellevar las cosas”.

***

Tras ocho meses desde nuestro último encuentro retomamos el contacto, esta vez de manera virtual. Volvemos a hablar sobre identidad de género con Francis, sobre su experiencia al ingresar a la cárcel como mujer trans. Me dice, “OMG, pensé que no iba a ser admitida, pero mira ahora tengo mi espacio (…) Soy considerada como una mujer más, una mujer trans siempre lo he dicho y lo diré: ¡Soy una trans!” Y añade: “Las autoridades e inspectores me tratan como mujer en el penal. Los compañeros me tratan como Francis, yo me he ganado mi autoestima y nombre, por ser un gran ser humano, además soy la reina de Turi, la reina del grupo LGBTI”.

De la conversación salieron otras formas conexas de vulneración al derecho de identidad de género.“Lo más importante para una trans o un gay es acceder al beneficio de hormonización. Cuando llegué al CDP (Centro de Detención Provisional) me planteé seguir mi proceso, pero me dijeron que no, que no es permitido. Me gustaría que se haga ese proyecto, la hormonización ayuda a nuestra piel, uñas, voz”, afirma. 

Recordando a Arce, la costurera oficial de Turi, fundadora y vicepresidenta de la Asociación, quien ahora ya goza de libertad, menciona otra de las necesidades, esta vez sobre el ingreso de insumos: “necesitamos nos ayuden a mantener, a las que somos trans, con nuestro maquillaje, con nuestra ropita de mujer, nuestros jeans, brasieres, taquitos, o sea al menos en mi caso, a mí me encanta estar siempre lúcida. También para los gays se debería poder ingresarles su ropita de varoncito o sus aseos, sus toallas, sus cremas. A veces nos restringen, por ejemplo, llegan nuestras cosas y porque nos ven el nombre de varón o sea no pueden ingresar entonces desde ahí ya viene el rechazo, directa, conscientemente o inconscientemente. Me pregunto: ¿por qué? Porque dicen que es un gay, es un hombre como le voy a pasar cosas de mujer”. 

Arce recalca con énfasis: “Nosotras queremos igualdad, yo sé que estamos aquí en un Centro de Rehabilitación pero somos seres humanos que vivimos, lloramos, palpamos, danzamos, hacemos todo lo que una persona heterosexual hace, sino que a veces nos quieren restringir y decir:  no, esto no es para ustedes, ustedes están en un centro de hombres y tienen que usar ropa de hombre”. Y es que la libertad estética y la forma como se construye la expresión de género son derechos humanos y por lo tanto deben ser garantizados.

Nos queda… identificar la cisnormatividad y dejar el paternalismo

En Turi las mujeres trans han posicionado el uso de sus pronombres y nombres autopercibidos y la garantía de ejercer una libertad estética (ropa, accesorios y maquillajes) para poder manifestar su expresión de género. La cárcel es un espacio de confinamiento obligatorio y no se escapa de operar bajo una cultura cisexista que tiene como consecuencia la exclusión y es un ejemplo de la restringida política sexual de la identidad que permite o impide el ejercicio de los derechos. El contexto de encierro de Turi se piensa y divide a partir de un régimen binario en donde el castigo no es solo la condena, sino la confusa e improvisada política de registro estadístico que es dispersa y poco confiable respecto al ingreso de las personas privadas de libertad: llevar mal la data estadística de ingreso, no respetar sus pronombres, tener problemas en el ingreso de insumos. Francis marca algo que tensiona el discurso de cierto activismo identitario donde mujeres cisgénero y trans piensan que lo “mejor” es que las mujeres trans estén en los pabellones de mujeres, a pesar de nunca haber estado o conocido a una mujer trans en la cárcel.

Ilustración: Cristina Merchán

La prevención de las violencias contras las personas trans pasa también por despojarnos de interpretaciones y tutelas cisnormativas sobre los diversos proyectos de vida que tienen las mujeres trans en la cárcel. Como personas cisgénero no sabemos lo que es mejor o menos peligroso para una persona trans, peor aún, no podemos olvidar la capacidad que tienen  las mujeres trans paratomar decisiones libres y voluntarias que le dan sentido a sus vidas. Hacer lo contrario resulta cisexista, término acuñado por la escritora trans Julia Serrano, usado por primera vez en 2007. Serrano define el cisexismo como la creencia de que los géneros de las personas trans son inferiores o menos auténticos que los de las personas cis. A decir de Francis, ser una mujer trans es ser múltiples posibilidades, pero por sobre todo poder decidir: quién ser, dónde estar, en qué trabajar, qué soñar. Ser trans es libertad. Ellas deciden.

Este trabajo periodístico es el resultado del curso Periodismo para prevenir violencias contra las mujeres impulsado por el programa PreViMujer de la Cooperación Alemana, implementado por la GIZ, y por la Carrera de Comunicación de la Universidad Politécnica Salesiana.
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Autoras

Pedro Gutiérrez Guevara

Abogade y mediadore. Productore del programa radial Sin Etiquetas 96.1. Co-fundadore de Kuska Estudio Jurídico. Miembrx de la Alianza Contra las Prisiones.