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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Alba Crespo Rubio

Danilo Manzano

La patologización de la homosexualidad es lo que vino después de la despenalización. Tal como lo explica Danilo Manzano, comunicador y activista LGBTI, “no fue despenalizada por una razón de derechos humanos, sino porque se creía que la homosexualidad era una enfermedad contagiosa”. “Se descriminalizó (…), pero pasamos a ser enfermos”, resume. Y eso permite que se hagan clínicas de “deshomosexualización”, en las que se tortura y denigra a las personas LGBTI, bajo un disfraz de servicio de salud mental.

Él vivió en carne propia esa patologización. No pasó por ninguna clínica, pero cuando tuvo 15 años y decidió compartir con su familia que es gay, y la reacción fue llevarlo a varios psicólogos. Ninguno de los terapeutas les dijo lo que esperaban oír: “les decían que no era yo el que estaba mal, sino ellos”, recuerda Danilo. Entonces recurrieron a las Iglesias, y no una, a varias. Cuenta que “ya no podía hacer deporte, salir, ir a fiestas, hablar por teléfono…”.

“Yo creo que las personas LGBTI no vivimos la adolescencia como la viven otras personas” declara contundentemente. Y continúa: “si lo que más bonito que te pasa en la adolescencia es empezar a amar a otras personas y eso te es impedido, entonces lo demás no existe”. Aún saber que era “diferente” “desde siempre”, es en su pubertad cuando los sentimientos y el deseo sexual se pusiera a flor de piel, y el hecho de no haber podido hablar sobre su homosexualidad ni manifestarla libremente, a causa del entorno hostil (un colegio católico, una familia muy conservadora, un papá muy machista), se convirtió para Danilo en “una bomba de tiempo”, una acumulación de sentimientos contenidos. Su manera de escapar de eso fue irse de casa antes de cumplir los 18 años.

A pesar de que sostiene que se sacó la homosexualidad del Código Penal para ponerla en el listado de enfermedades contagiosas y curables, Danilo está convencido de la fuerza que tuvieron los movimientos LGBTI para conseguir la derogación del artículo 516. Él mismo se ha convertido en una de las personas más visibles de las luchas que continúan con el trabajo por la conquista de la igualdad para esta comunidad.

También es consciente de todos los avances que hay hasta la fecha en términos de libertades y derechos. “Existía un escuadrón que perseguía a personas homosexuales o trans, existían redadas en los bares o establecimientos donde se sabía que ellxs acudían, y eso ya no es así”, pero reivindica la necesidad de visibilizar una penalización social muy arraigada que se manifiesta en el bullying que en ocasiones lleva al suicido, la discriminación y estigmatización, y hasta los asesinatos por odio y las desapariciones, no se han erradicado.

“Es chévere tener una ley tan progresista en algunos aspectos, y que se vaya avanzando”, dice, “pero mientras la sociedad no entienda a la homosexualidad como algo natural y normal, no sirve de mucho”. Por eso pone énfasis en las dos líneas que el activismo debería seguir, según él: una que incida en la política pública, en la conquista de derechos, y otra que trabaje en la sensibilización. “Son procesos a largo plazo”, admite, pero necesarios. Para Danilo el feminismo es esencial en los dos aspectos, tiene que “atravesar todo -academia, sociedad, familia-”, para que todxs tengan los derechos garantizados, no solo identitarios, sino para una vida digna y con calidad.

Especial completo aquí.

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Autoras

Alba Crespo Rubio

Feminista y Periodista.