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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Mariela Rosero Changuán

Carina Vance sorteó el acoso al ingresar en la política

Carina Vance sonríe y al principio se niega a decirme los nombres de los perros que viven con ella y su pareja Karen Barba, en Yaruquí, parroquia rural de Quito. La exministra de Salud (cargo que ocupó por casi cuatro años) tiene buen sentido del humor, así que me parece que la idea de que era muy seria se debe al rostro que recuerdo de ruedas de prensa y al tono de las cartas de rectificación, que leí años atrás. «Todo apuntas», me increpa y otra vez se ríe. Finalmente me cuenta que al husky le pusieron Comandante Hugo Rafael Chávez Frías (como el expresidente venezolano). Y a la otra criolla, que Karen y su suegra rescataron, la bautizaron como Aparecida del Calvario (por las circunstancias y el lugar en donde la hallaron).

Al Café Galletti, de la avenida González Suárez en Quito, aparece en jeans, camiseta negra debajo de una camisa blanca con las mangas dobladas hasta los codos y zapatos negros con cordones, que usualmente intercala con calzado deportivo. Usa varios aretes de botón y argollas pequeñas, más unos lentes de marco negro, que no le restan protagonismo a sus ojos verdes.

Su cabello cortito, incluso peinado con gel, completa una apariencia que en el mundo binario se encasilla en lo masculino. Aunque en realidad si se pudiera definir su estilo sería: relajado e informal, lo que le permite lucir cómoda. Eso sí, aclara, hay dos prendas que jamás volverá a llevar: falda, la última vez que usó una fue en el Liceo Internacional, y no se ha puesto un vestido desde su graduación; las ve como disfraces.

Archivo de Carina Vance.

Su expresión de género -apunta- le ha provocado ataques no solo verbales sino físicos. Carina fue descubriendo que era una chica lesbiana cuando aún en Ecuador, la homosexualidad estaba criminalizada (antes del 27 de noviembre de 1997). Tiene 45 años y hasta ahora evita riesgos innecesarios, como el resto de esta comunidad.

¿Oye, vos eres hombre o mujer? Esa es la pregunta con la que seguido acosan a Carina Vance, a través de redes sociales. En enero del 2012, en su presentación como Ministra de Salud, le contó a la prensa que era una mujer lesbiana. Su orientación sexual fue parte de titulares y así se volvió más visible, antes dirigió Causana, colectiva lésbica feminista.

A los 13 años se mudó a Inglaterra, mientras su madre, Cecilia Mafla, estudiaba una maestría en lingüística. En un colegio de ese país apenas alcanzó a dar unos pasos fuera del ‘clóset’, como simbólicamente se denomina a ese lugar, en donde, por seguridad, muchas personas Lgbtiq+ guardan su orientación sexual, identidad de género y su inconformidad con un universo binario.

Esa temporada marcó la vida de la primera mujer abiertamente lesbiana en integrar un gabinete presidencial en Ecuador. Años antes, en el 2009, Sandra Álvarez llegó a la Asamblea Nacional como suplente de Paco Velasco, y en el 2017, una mujer trans, Diane Rodríguez, también fue alterna.

Como si se tratara de escenas de una película de terror, que no quiere recordar, Carina ha bloqueado gran parte de lo que vivió a los 13. Viajaba en un bus de dos pisos con su novia, cuando al ver que subía un grupo de jóvenes de unos 20 años, se soltaron las manos. La vibra que sintieron les hizo pensar en protegerse pero fue demasiado tarde.

La exministra, que además dirigió el Instituto Suramericano de Gobierno en Salud de Unasur, cuenta que uno de los atacantes se ubicó detrás de ellas. Les gritó lesbianas y tantos insultos, que en un intento de enfrentarlo con dignidad, se dio la vuelta para decirle basta. Fue un error, el tipo de unos 20 años era el doble de alto así que fácilmente extendió su puño, la noqueó y por minutos eternos sostuvo sus manos.

Al llegar a la parada, la novia tomó un camino y Carina avanzó a casa, en medio de patadas, gritos y escupitajos. Una chica del grupo proponía a sus amigos que le dieran un beso a la víctima, para que conociera lo que es un hombre. Escuchaba a muchos, en la calle, decir ‘oh my god’ y no hacer nada. Una mujer trató de defenderla, pero recibió groserías.

Al llegar a casa su madre la vio muy golpeada y aterrorizada. Cuando Carina le contó todo, concluyó que, «así sería su vida, si ella decidiera seguir así». La entonces adolescente se sintió culpable y hasta se preguntó cómo cambiar, para que no le volviera a ocurrir una agresión de ese tipo. Su madre, Cecilia, se encargó por completo de su cuidado y de su hermana menor Joanne, desde que su padre estadounidense las dejó muy pequeñitas. Tenía dos trabajos como profesora universitaria, empezaba a las 04:00 y la veía llegar a las 23:00. Tuvo la oportunidad de quedarse un segundo año y completar el doctorado en Inglaterra, pero la exministra le rogó que no aceptara.

En Ecuador, Carina decidió guardar en secreto su orientación sexual. En el colegio veía que dos compañeros gays enfrentaban acoso, así que solamente le confesó que era una mujer lesbiana a Raúl Vallejo, su maestro y rector; años antes él fue ministro de Educación en la presidencia de Rodrigo Borja, luego ocupó ese cargo en los períodos de Alfredo Palacio y Rafael Correa.

Ambos recuerdan que Raúl le pidió que conversaran y le comentó sobre una conjetura que había sacado al escucharla charlando con sus amigas: ‘me parece que estás saliendo con un señor mayor’. Entonces, ella, que había ganado la presidencia del Consejo Estudiantil y deslumbraba con su voz y con la guitarra en el coro, le contó que no se trataba de un señor sino de una señora de 38 años. 

Raúl nunca le criticó, pero le recomendó no hacer pública su orientación sexual; la protegía ante el posible rechazo que tendría de su propio grupo. Habló con su madre, y le aseguró que no debía preocuparse, que jamás tocaría ese tema con nadie.

“Era una adolescente y como tal tenía los miedos propios de esa edad. No solo transgredía una convención, se exponía en una sociedad homofóbica. Pensé que probablemente la rechazarían algunos padres de familia. Hasta ahora se cree que una persona Lgbtiq está entre comillas ‘contaminada’ y que va a contaminar al resto, entonces eso estaba penalizado”. 

Desde el ataque homofóbico en Inglaterra, Carina Vance aprendió a escoger sus luchas. En 1995, en Williams College, universidad de Estados Unidos en donde estudió su licenciatura en Historia y Ciencias Políticas, la exministra y hoy consultora de OPS, pudo sentirse más segura para mostrar su orientación sexual y expresión de género.

En la universidad integró una agrupación de estudiantes que incluso incorporaron a las personas trans a las siglas de su asociación Lgbt. Y también dirigió la asociación de estudiantes latinos. En California estudió una maestría en salud pública, en la Universidad de Berkeley.

Retrato de Carina Vance. Quito, noviembre de 2022. Foto: Karen Toro

A partir del 2009 empezó a trabajar como asesora en el despacho del ministro de Educación, Raúl Vallejo. Después coordinó el proyecto de implementación del nuevo modelo de gestión (circuitos educativos).

Tiempo después llegó a trabajar con el expresidente Rafael Correa, como asesora en temas de gestión educativa, salud y desarrollo social. El mandatario la promovió a Coordinadora General de Planificación del Ministerio de Salud, que del 2012 al 2015, encabezó.

La abogada y directora de Surkuna, Ana Cristina Vera, acompañó a Carina Vance como asesora durante dos años. Resalta su esfuerzo para avanzar en el cierre de las mal llamadas clínicas de desomosexualización, que incluyó un reglamento, inspecciones y 290 operativos con apoyo de Fiscalía a esos espacios de tortura. Y en la creación de una guía de atención para la población Lgbtiq.

También, apunta, Carina tuvo una posición radical en cuanto a derechos de niñas y mujeres, al poner en marcha la Estrategia Nacional Intersectorial de Planificación Familiar y Prevención de Embarazos en Adolescentes (Enipla). Emitió un reglamento para regular el acceso a métodos anticonceptivos, inclusive la anticoncepción oral de emergencia. 

Ana Cristina considera que su postura pudo ser tibia frente a temas como el aborto. Aunque señala que pese a la oposición del Primer Mandatario, se logró emitir la guía de práctica clínica para el aborto espontáneo. 

Otra crítica que se le hizo cuando era ministra vino de los colectivos de personas Lgbtiq. No tuvo un pronunciamiento favorable al matrimonio civil igualitario. En esa época, en redes sociales, Rafael Correa reiteró su negativa y llegó a sugerir que en un referéndum, los ciudadanos deberían decidir al respecto. Entonces, subrayó, que en su gabinete hay personas Lgbtiq. Ella admite que en reuniones de gabinete, en privado, le decía al Presidente que cada vez que él se pronunciaba, todos volvían la vista hacia ella.

Consultada sobre la situación actual del sistema de salud pública y el desabastecimiento de medicamentos, específicamente, responde con un gesto de seriedad, que le ha dejado una marca en el entrecejo. Se lleva las manos a la cara y sin dudar señala: «destruyeron todo».

¿Se arrepiente de haber eliminado artículos de la Ley de Maternidad Gratuita, que pudieron haber asegurado presupuesto para los niños y mujeres? No, está segura de que no habría sido útil, dado que se refiere a derechos consagrados en la Constitución. Explica que no era lógico conservar estructuras paralelas en el sistema, que hacían que se duplicaran los costos. Defiende la salud universal para todo ciudadano.

Como consultora internacional de la Organización Panamericana de Salud (OPS) trabaja en políticas públicas de sistemas de salud de varios países. Pero le gustaría incidir en el suyo. Hace un par de meses fue invitada a participar como candidata a concejal de Quito, por Pabel Muñoz, quien busca la Alcaldía por la lista de la Revolución Ciudadana; pero fue descalificada por el Consejo Nacional Electoral. El Tribunal Contencioso Electoral deberá responder sobre su argumento: no permaneció en Quito dos años, de forma ininterrumpida antes de la elección, por una causa de fuerza mayor, la pandemia provocada por el covid-19.

Cecilia Vaca conoce bien a Carina Vance y se cuenta entre sus amigas. Con ella trabajó primero en la cartera de Educación y luego fueron compañeras, cuando ella se desempeñó como ministra Coordinadora de Desarrollo Social.  

“Es una persona segura y consciente de las luchas sociales, tiene convicciones fuertes. Cree en el trabajo colectivo”, anota Cecilia, y pone como ejemplo la pelea que dieron en el gabinete para conseguir el reglamento de etiquetado de alimentos. En ese espacio tuvo enfrentamientos con ministros relacionados con la producción, relata la exdirectora ejecutiva de la Fundación Bernard Van Leer, en Holanda.

Para Cecilia fue importante que Carina haya llegado a ser ministra. Afirma que eso les ayudó a tener una mirada inclusiva, más allá de la diversidad étnica, de la paridad entre hombres y mujeres y de la integración intergeneracional. Reconoce que vio actitudes y escuchó comentarios homofóbicos en ese espacio, pero Carina supo enfrentarlos.

Con la Cari —apunta— tiene muchas anécdotas. Una que le marcó ocurrió en un viaje a una comunidad Awá. Allí descubrió que es una mujer sencilla, que se acerca a la gente, “es charleta (conversona), come lo que le dan”. Cuenta también que canta y toca la guitarra, que aunque no parezca por su expresión de seriedad en las entrevistas y eventos públicos, es chistosa, divertida y eso la vuelve el alma de las fiestas.

Archivo de Carina Vance.

Al preguntarle sobre ese comentario, Carina se sonroja. Su repertorio musical, sostiene, es pequeño, 15 canciones, que incluyen pasillos como el Aguacate. En la universidad quiso ser parte del coro y le fue mal en la audición al cantar a capela Estrella de la Noche. No le dejaron acompañarse con la guitarra.

Ella es de las personas que no solo se expresan con palabras, habla siempre con su mirada, extiende los brazos, mueve las manos y sonríe mucho, cuando está en confianza. Por ejemplo, cuenta que ella y Karina Barba, con quien lleva 10 años de unión formal, hace años hablaron de tener hijos, pero eso ya quedó en el pasado.

Karen es su compañera de vida. Confiesa que come de todo, desde platos tradicionales hasta una pizza. Pasando un día telefonea a su mamá, quien le sirve almuerzos exquisitos cuando la visita en el departamento que conserva en el norte de Quito. Está en contacto con su hermana música, Joanne Vance. Karen tiene a su cargo la preparación de la comida. Ocasionalmente Carina hace el desayuno. Pasa mucho frente al computador y revisando libros, por su trabajo como consultora de la OPS. Ambas buscan reactivar el Hostal Venus de Valdivia, que funcionó un año y medio, antes de la pandemia, en Yaruquí. 

Hace poco entrevistaron a una señora, para que trabaje en el hostal. De pronto las sorprendió con preguntas: ¿ustedes están casadas? Karen y Carina le respondieron que sí. Entonces siguió: ¿y dónde están sus esposos? Cuando le indicaron que ambas son una pareja de mujeres lesbianas, les consultó si creían en Dios. Carina le dijo que era atea y la mujer les habló de la Biblia.

Esas y otras situaciones las viven cotidianamente las personas Lgbtiq. Carina sabe que Yaruquí y Ecuador no son para nada territorio libre de homofobia. Por el momento no ha detectado a vecinas o vecinos discriminándolas. Algunos aún se refieren a su propiedad como la vivienda de la ministra.  

De la época de ministra conserva 200 cajas, que esperaba quemar en este mes, cuando se cumplirán siete años desde que dejó el cargo y terminará el plazo de vigilancia de la Contraloría General del Estado. Como ministra gestionó USD 8 000 millones y le parece inverosímil que en ocasiones se le pida respaldos de seguimientos a casos puntuales. 

Carina todavía es parte de un chat de gabinete del expresidente Rafael Correa. Aunque está lista para defender la gestión que hicieron, reitera que sí ha discrepado con él en ese espacio. Hace poco, ella respaldó a través de Twitter a una exmilitante que lo cuestionó y con la que él tuvo un entredicho en redes, que concluyó bloqueándola. 

Ella elige sus luchas, no estuvo a favor del matrimonio igualitario porque creía que en ese momento había otros puntos por qué pelear. Ahora le preocupa el retroceso en el derecho al acceso a la salud. Insiste en que la pandemia mostró la importancia de tener un sistema público fuerte. Por ahora seguirá trabajando como consultora de OPS, pero no descarta volver a intentar convertirse en servidora pública.

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Este perfil ha sido producido con el financiamiento de la Unión Europea en el marco del proyecto «Adelante con la Diversidad – Región Andina», su contenido es responsabilidad de La Periódica – Revista Digital Feminista, no es un reflejo de los puntos de vista de la Unión Europea.
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Autoras

Mariela Rosero Changuán

Mariela Rosero Changuán. Periodista desde hace 23 años. Me concentro en los temas sociales, con enfoque de derechos. Necesito escribir, más que comer; y abrazar a mi hijo, mucho más que respirar. Mi escuela fue EL COMERCIO.