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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| La Periódica

Te queremos de vuelta

Somos Ana*, la niña secuestrada en Sucumbíos. Somos ella hoy y hace más de 20 días. Somos ella cuando sabemos que en este país más de 2500 niñas son forzadas a continuar con embarazos producto de violaciones. Somos su voz, sus pequeñas manos y sus ojos. Seguramente su miedo y sus ganas de volver a estar junto a su familia, de que aquel 12 de junio hubiera faltado a clases, y no se la llevaran a la fuerza dos hombres vestidos de militares, mientras amenazaban con pistolas a su maestra y sus compañerxs.

Somos su anhelo esperando que apenas su madre denunció a aquel hombre porque agredía a su hija, el Estado les hubiese dado protección real y acompañamiento para que seguramente hoy viviera en otra ciudad, protegida, jugando como cualquier niña de su edad debe hacer, segura en su casa de madera, durmiendo tranquila en su cama.

Somos ella porque a más de una nos han violado, a más de una nos responsabilizaron y también lo justificaron diciendo que “era la pareja” o que era “un asunto de familia”. A más de una nos pidieron guardar silencio, pero ella decidió hablar, pataleó y gritó mientras se la llevaban, clamó por ayuda mientras se perdía entre los matorrales, pidió que no dejaran que se la lleve, ella los reconoció, reconoció sus voces.

Mientras las autoridades busquen eufemismos para nombrar tu secuestro, la violación de la que has sido víctima, mientras hablen del tipo que te violó como tú “expareja”, mientras digan que el hecho de que tu violador te haya secuestrado es “un asunto de orden familiar”, y mientras titulares desubicados en la prensa titulen que has sido raptada por tu “expareja” y no secuestrada por un violador seguramente más de una nos indignaremos, sentiremos, porque es cierto que lo que le pasa a una nos pasa a todas, nos recorre el corazón y el cuerpo.

No es tu culpa es responsabilidad de un Estado y una sociedad indolente, de personas que dejaron de sentir indignación y rabia, que creen que el cuerpo de las mujeres, las niñas y niños les pertenece, se creen con el derecho a violentarnos y violarnos.

Mientras sumamos tu nombre a la lista, mientras escudriñamos cifras y nos sumergimos en la marea de datos y porcentajes de los que ahora formas parte, nuestros corazones se vuelven una bolita de trapo. Nos miramos unas a otras porque nos sabemos llenas de rabia e indignación, porque para nosotras cada niña, cada mujer de esos porcientos son hermanas, nos reconocemos en ellas, hemos sido y somos ellas. Eso que se nombra como “asuntos familiares”, “casos aislados”, “temas pendientes” nosotras los sentimos tatuados en el cuerpo.

Si hoy no sentimos esta indignación habremos fracasado como sociedad. Si continuamos juzgando a las mujeres sin entender los contextos y sus vidas que están rotas, seremos cómplices. Si negamos a las niñas violadas y con embarazos forzados la posibilidad de reparar sus vidas, no merecemos dormir tranquilxs.

Te queremos de vuelta, queremos saber que estarás de nuevo en tu salón de clases, recibiendo el calor húmedo de tu tierra, escuchando la madera de tu casa y compartiendo la alegría con tus demás compañerxs.

Ilustración: Ariadna Vargas


*Ana, nombre ficticio para proteger la identidad de la niña que fue secuestrada en Cascales-Sucumbíos el 12 de junio de 2018.

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Autoras

La Periódica

Primera revista digital feminista en línea desde 2017 en Ecuador. Es un proyecto orientado a denunciar y visibilizar la vulneración de derechos a las mujeres, niñas, y personas LGBTIQ+, y narrar la realidad desde una perspectiva feminista crítica.