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Elsie Monge en la sala de su departamento en Quito. Marzo de 2022. Foto: Karen Toro A.
| Gabriela Toro Aguilar

Somos miles

Una mezcla de ira, tristeza y estupefacción crecieron en Ecuador desde el lunes 14 de enero de este año. Hasta la tercera semana de este mes ya se contabilizaron más de 6 feminicidios en el país y todos los días se han reportado casos de abuso sexual y violaciones a niñas y niños. Se viralizó en medios y redes el caso de una violación grupal en Quito a una mujer de 35 años llamada Martha (nombre protegido) el lunes 14; y el sábado 19 en Ibarra, ante la mirada e inacción de transeúntes y policías, después de 90 minutos de forcejeo la pareja de Diana Carolina (con cuatro meses de embarazo) la apuñaló provocándole la muerte.

La respuesta estatal al feminicidio del que fue víctima Diana fue el comunicado en [Twitter] del presidente Lenin Moreno en el que identificó “los actos de violencia” como “delincuencia” que afecta a “un país de paz”, señalando como los sujetos del supuesto desorden a los “inmigrantes venezolanos”. El hombre que asesinó a Diana (que reclamó posesión sobre ella) era su pareja y tiene nacionalidad venezolana, para esto Diana ya había pedido ayuda a la policía y no hicieron nada; y los tres hombres que violaron (con saña indescriptible) a Martha eran sus amigos y son ecuatorianos.

El problema, lo dicen las organizaciones feministas y de mujeres, las de derechos humanos, las de personas en situación de movilidad humana –y miles de personas en redes sociales–, no es la nacionalidad de los agresores sino su machismo. En Ibarra, donde se registraron agresiones contra ciudadanas venezolanas y venezolanos, algunos colectivos de la ciudad, entre ellos Más de 8 –que ha acompañado casos de feminicidio en la provincia de Imbabura–, han sido amenazados de muerte y algunas de sus integrantes fueron agredidas con palos, escupitajos, insultos y golpes después de pronunciarse contra el asesinato machista a Diana y las agresiones contra migrantes. Inmediatamente se convocaron a marchas en todo el país para este lunes 21, para rechazar la violencia machista de la que fueron víctimas Martha y Diana. En la capital, pese a la inexactitud de la cifra, fueron al menos diez mil personas hasta las 20:00.

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Foto: Samantha Garrido

Para Geraldine Guerra, Secretaria Técnica de las Casas de Acogida para Mujeres Víctimas de Violencia de Género, “debe haber un despertar de todos, esta acción (la marcha) dice basta de estar pasivos” y la respuesta del Estado debería ser “un compromiso que se exprese en presupuestos para prevenir la violencia y para atender a las víctimas, lo vemos en las Casas de Acogida, y no una política pública escrita que no se concreta en territorio”. A esto se suma Rosa Salazar, de 71 años, para quien las políticas públicas también deben contemplar “la educación en sexualidad en las escuelas y los padres ser corresponsables en esa educación, además del presupuesto para operativizar la ley de erradicación de violencia de género”.

En efecto, aunque el presidente Moreno haya dicho que “la integridad de nuestras mujeres… es mi prioridad” el Ministerio de Justicia y DDHH, a cargo de la reparación integral en este tipo de casos, ya no existe; y no hay una ruta clara –judicial, política y administrativa– para prevenir y atender las crecientes denuncias de todo tipo de violencia machista (sea acoso sexual, incesto, violaciones grupales y feminicidio en todos los ámbitos sociales). Organizaciones como Surkuna, Taller de Comunicación Mujer, la Comisión Ecuménica de DDHH y decenas de colectivos han denunciado desde el año pasado un constante corte presupuestario en las distintas instancias que atienden violencia de género.

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Foto: Samantha Garrido

La plataforma Vivas Nos Queremos inició, con el llamado de familiares sobrevivientes de feminicidio, una serie de movilizaciones desde noviembre de 2016, con la consigna de enfrentar todo tipo de violencia machista. El lunes Quito, Cuenca, Guayaquil, Loja, Ambato, Esmeraldas, Machala y Manta protestaron contra el machismo y la xenofobia. Miles de mujeres y hombres de todas las edades y de diversos estratos económicos, estudiantes, profesionales, desempleadas/os salieron con carteles, pancartas y pitos.

Para Diana Bermúdez Loor, quien salió con su hijo Elías, el cambio debe iniciar con la “toma de conciencia de que este es un problema estructural, el del patriarcado”. En la masiva marcha que se tomó avenidas céntricas como la Shyris, Eloy Alfaro y Amazonas en Quito, también asistió la Asamblea impulsadora del Movimiento por el Aborto Libre en Ecuador con la consigna “hay que abortar el sistema patriarcal”; en una coyuntura decisiva para las niñas, adolescentes y mujeres que quedan embarazadas producto de una violación, pues desde el 3 de enero están en debate algunos artículos del Código Orgánico Integral Penal para su reforma. Además, las organizaciones agrupadas en Vivas Nos Queremos denunciaron “el aprovechamiento mediático y político” de algunos actores en esta época electoral, a propósito de los tuits de candidatas y candidatos –quienes en muchas ocasiones se han pronunciando en contra de la despenalización del aborto por violación e incesto–.

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Foto: Samantha Garrido.

Este lunes 20 de enero será un día memorable; fueron miles de personas en todo el país que se identificaron con la historia de Martha y de Diana Carolina –las pancartas nombraron a muchas mujeres más–, y que están cansadas de tanta violencia machista, miles que les dolía hablar pero que protestaron. Como sucede a escala global: la respuesta social crece, se hace cuerpo en el feminismo, mientras el Estado responde con tuits, con xenofobia y negligencia. Mientras tanto los medios debemos comprometernos a dar más voz a las mujeres, a sus formas organizativas, a sus reivindicaciones; así como a llamar las cosas por su nombre sin eufemismos, sin reproducir el silencio que ha encubierto por siglos el machismo y la misoginia.

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Autoras

Gabriela Toro Aguilar

Apasionada de la locura de la vida. Antes que nada prefiere observar, escuchar y leer. Periodista, correctora de texto y estilo y encuadernadora artesanal. Actualmente es becaria de la maestría en literatura hispanoamericana de El Colegio de San Luis (México).